domingo, 17 de junio de 2012


Estrés: la sal de la vida

Desde que el 4 de julio de 1936, en un artículo publicado en la revista Nature el médico austríaco Hans Selye introdujo el término de stress en el campo de la salud, se ha ido popularizando y ha sido utilizado tan ampliamente, que ha ido desdibujándose, y se ha transformado en un término que designa una amplia gama de fenómenos.
Como la experiencia cotidiana nos indica, el stress es una parte insustituible de la vida. Stress significa diferentes cosas para diferentes personas: por ejemplo, todos disfrutamos al exponernos a algunas fuentes de Stress. Pero al mismo tiempo, lo que es una fuente de placer para algunos, es una fuente de displacer para otros. Así podemos ver que hay quienes disfrutan de subir a una montaña rusa, o practicar deportes riesgosos (rafting, paracaidismo, montañismo, buceo, etc.), mientras que para otras personas esas mismas actividades serían una fuente de displacer intenso. También es cierto que resulta necesaria una cierta cantidad de stress para tener un buen rendimiento en cualquier tarea, dado que de otro modo, el individuo no encontraría motivación para su realización
Volviendo al título de esta nota, el stress le pone sal a la vida, le da sabor. Si la vida no tiene sal, es sosa y aburrida. Si en cambio salamos en exceso nuestra vida, allí empiezan los problemas.

 Qué es el Stress

El concepto de stress ha ido evolucionando a lo largo de estas últimas décadas. Originalmente, Selye lo definió como la Respuesta General de Adaptación del organismo frente a un estímulo amenazante. Esa respuesta puede ser de dos tipos:

de afrontamiento de la situación
de huida,
o lo que en inglés se denomina fight or flight.
Frente a esta situación el organismo reacciona preparándose para la lucha o la huida. Es así a que se produce un aumento en el ritmo cardíaco, en el ritmo respiratorio, aumento de la presión sanguínea, se dilatan las pupilas, se tensan los músculos, se produce una vasoconstricción periférica, aumenta la glucemia, se libera adrenalina, noradrenalina, glucocorticoides, etc.
Una vez desaparecida la amenaza, el organismo vuelve a su funcionamiento habitual, reponiéndose del enorme gasto de energías físicas y emocionales.
Cuando la amenaza persiste, el organismo se mantiene en alerta permanente y se produce lo que Selye denominó el Síndrome General de Adaptación, que es la cronificación del stress. En esta condición, el organismo no cuenta con el tiempo necesario para su recuperación, y comienzan a agotarse sus energías físicas y psíquicas.
Podemos definir el stress como los procesos fisiológicos y psicológicos que se desarrollan cuando existe un exceso percibido de demandas ambientales sobre las capacidades percibidas del sujeto para poder satisfacerlas; y cuando el fracaso en lograrla tiene consecuencias importantes percibidas por el sujeto.
Cuando hablamos de la percepción del sujeto, nos estamos refiriendo a procesos complejos que engloban los procesos cognitivos, las creencias, pensamientos, inferencias, interpretaciones, predicciones, etc que el sujeto hace, de manera más o menos consciente en el proceso antes definido.
 El concepto moderno de stress, entonces, refleja la interacción entre 3 factores:
  1. El entorno
  2. La manera como la persona percibe el entorno (función de la personalidad, experiencias previas, etc.)
  3. La percepción de los propios recursos de la persona para enfrentar las demandas del entorno (o Autoeficacia Percibida)
La sola consideración de estos factores, ya va perfilando los modos de intervención de los que puede disponer el clínico.
Como podemos apreciar, en la definición precedente está puesto el acento principalmente en la percepción del individuo, en el aspecto subjetivo. Y si bien, se han construido escalas de eventos estresantes (a la cabeza de las cuales figuran hechos tales como la muerte de un familiar, enfermedad crónica, divorcio, casamiento, mudanza, pérdida del trabajo, etc.), éstas deben ser tomadas como orientadoras, dado que, eventos que para una mayoría serían considerados como inocuos, algunas personas pueden vivirlos como catastróficos de acuerdo con su propia percepción, y viceversa. También es importante destacar que el estímulo estresante puede provenir del propio individuo, como en el caso de una enfermedad grave o crónica, dolor crónico, etc. En otro sentido, y relativamente poco considerado en la clínica, un niño puede sentir los efectos del stress debido a mucha exigencia escolar, fracaso en los exámenes, sobrecarga horaria, etc.
Se han estudiado distintas características de las personas más predispuestas a sufrir el stress. Algunas de ellas son las que están sintetizadas en las características de personalidad Tipo A, por ejemplo:
Sentido de urgencia: la persona se siente impulsada a hacer más y más en menos tiempo.
Impulso agresivo para hacer bien las cosas, muchas veces a expensas de los demás.
Alto nivel de competitividad, y hostilidad: la persona a menudo es o se torna recelosa de los otros.
En otro extremo del espectro, el sentido de control personal, (es decir, la sensación del control que la persona siente que tiene sobre lo que le sucede) influye notablemente: aquéllos que sienten que tienen poco control sobre sus vidas, son más propensos a sufrir el Stress.

 Rol de la Red Social Significativa:
La red social signifcativa aparece en muy 
diversas investigaciones como importante a la hora de enfrentar agentes estresantes, tanto en trabajos vinculados a diferentes estresantes sociales (pérdida o cambio de condiciones de trabajo, divorcio, etc) como aquéllos vinculados a enfermedades, particularmente las crónicas.
Los estudios realizados por el matrimonio Simonton. por ejemplo, ponen de manifiesto la importancia del apoyo tanto de grupos naturales (como la familia) como de grupos ad hoc, como los mismos grupos Simonton de pacientes oncológicos u otro tipo de grupos de autoayuda.
En el mismo sentido, podemos citar que la mortalidad por todas las causas se incrementa dramáticamente para los viudos (en algunos casos de 1 a 10). También, se encontró que el status marital y los contactos con parientes y amigos fueron los predictores más poderosos (los grupos más aislados presentaban un incremento del riesgo de muerte de 2 a 3 para los hombres y de 2 a 8 para las mujeres)
Inclusive, se han realizado estudios en los que se demuestra que aquellas personas que tienen mascotas, se recuperan más rápidamente de intervenciones quirúrgicas.

Burnout

Cuando la persona es expuesta a
una situación particularmente estresante por un largo período, o
a una serie de situaciones estresantes con poca o ninguna posibilidad de recuperarse
esa persona puede desarrollar lo que se llama Burnout
Burnout es una palabra de difícil equivalencia en castellano, que indica un desgaste intenso, una "quemazón" emocional y física. La persistencia de la situación estresante, y la imposibilidad de recuperarse del organismo, lo llevan a esta condición severa.
Los síntomas de Burnout son
Agotamiento Emocional
Sentimiento de agotamiento
Aplanamiento Emocional
Sensación de imposibilidad de enfrentar la situación
Despersonalización
Anestesiamiento emocional
Insensibilidad hacia los sentimientos y necesidades de los otros
Reducido sentido de logro
Sentimiento de desvalorización
Sentimiento de incapacidad de logro
Tendencia al cinismo
Como se podrá apreciar, todos estos síntomas y signos son muchas veces fácilmente confundibles con los que caracterizan a una depresión, a la que muy probablemente se llegará si el estresor persiste y el individuo se ve imposibilitado de recuperarse. De esta manera puede llegar a instalarse un círculo vicioso de stress- depresión-más stress. El individuo sometido al stress desarrolla un burnout, que al no tratarse adecuadamente, lo lleva a una depresión. Estando deprimido, cuenta con menos recursos para enfrentar las situaciones por lo que su stress y burnout se agravan, alimentando así la depresión. También se agregan frecuentemente al cuadro, síndrome de fatiga crónica y síndrome de irritabilidad latente, haciéndolo más complicado y difícil de tratar, dado que las personas que brindan apoyo emocional al afectado comienzan a alejarse, debido a sus explosiones de irritabilidad.
Algunas de las consecuencias médicas, sociales y laborales del Stress y el Burnout son:
Deterioro de la salud física y mental: además de los trastornos emocionales señalados más arriba, el stress y el burnout pueden ser los disparadores de, o agravar enfermedades como, coronariopatías, diabetes, asma, colon irritable, úlcera gastroduodenal, depresión del sistema inmunitario, cáncer, psoriasis, herpes, etc. En el plano de los trastornos mentales, puede influir en el curso de la enfermedad bipolar, esquizofrenia, descompensaciones psicóticas, tendencia a la auto y hétero agresión, suicidio, etc.
Insatisfacción personal y laboral: el individuo se ve imposibilitado de disfrutar las actividades que habitualmente le brindan satisfacción.
Reducida productividad en el trabajo, deteriorando sus relaciones laborales e instalando otro círculo vicioso de mayor exigencia-imposibilidad de cumplir-mayor stress
Ausentismo, como consecuencia del agotamiento y deterioro de su salud.
Deterioro de las relaciones familiares y personales por los cambios en su conducta, en su carácter, en sus actividades, etc.   

 Propensión al Burnout

Qué es lo que hace que algunas personas sometidas a un alto nivel de stress desarrollen un burnout y otras no? Algunas de las características de personalidad que se ha visto que pueden llevar más fácilmente a la persona sometida a un exceso de stress a desarrollar un burnout son
Sensibilidad a los sentimientos y necesidades de los otros
Dedicación al trabajo
Idealismo
Personalidad ansiosa
Elevada autoexigencia
"Casualmente" éstas son las características de los buenos empleados, especialmente en profesiones dedicadas al cuidado de la salud. Una breve referencia en cuanto a este tema que merece un artículo aparte: Los profesionales de la salud, no solamente están muy expuestos al stress y al burnout, sino también, y como consecuencia de ello y de las mismas características de la profesión, a lo que se ha dado en llamar la Traumatización Secundaria, o Traumatización Vicaria. El hecho de ser testigos y estar permanentemente en contacto con el sufrimiento, la enfermedad y la muerte tiene consecuencias tanto emocionales como fisiológicas, que producir una traumatización severa.
También es pertinente preguntarse qué nos protege del burnout. En general, el apoyo emocional parece ser un buen contrapeso del stress.
Aquéllos que tienen buenas relaciones personales están menos propensos a sufrir de stress.
En el trabajo, el apoyo de los superiores es particularmente valioso.
El apoyo no solamente debe estar disponible, sino que la persona debe querer hacer uso del apoyo.
  
Cómo combatir el Stress?

El primer paso para combatir el stress es ser conciente de cuáles son los estresores específicos para ese individuo y cuáles sus reacciones físicas y emocionales. Y para ello es necesario
Percibir el stress, no negarlo.
Darse cuenta de qué cosas lo estresan.
Determinar cómo reacciona su cuerpo al stress.
En segundo lugar, reconocer qué se puede cambiar
Pueden ser eliminados o evitados los estresores?
Puede reducirse su intensidad?
Puede reducirse la exposición a ellos?
En este punto es importante recordar que uno sólo puede pretender cambiarse a sí mismo, no a los demás.
En tercer lugar, reducir la intensidad de las reacciones emocionales al stress. La reacción de stress es disparada por la percepción de peligro (físico o emocional)
Está la persona percibiendo sus estresores de manera exagerada?
Está tratando de complacer a alguien?
Está reaccionando exageradamente y viendo las cosas como absolutamente críticas y urgentes?
Trabajar para adoptar puntos de vista más moderados.
En cuarto lugar, aprender a moderar las reacciones físicas al stress
Las técnicas de relajación (como la Relajación Muscular Progresiva de Jacobson, el Entrenamiento Autógeno de Schultz, etc.) ayudan a reducir la tensión muscular
Aprender a respirar lenta y profundamente para permitir volver a la normalidad el ritmo cardíaco y respiratorio
Hacer ejercicios aeróbicos no competitivos para reducir la tensión en el momento agudo del stress
En quinto lugar, construir reservas físicas
Nadar, caminar, andar en bicicleta, etc. regularmente
Comer balanceadamente, evitando estimulantes (nicotina, alcohol, cafeína, etc.)
Alternar el trabajo con el placer
Dormir el tiempo suficiente
En sexto lugar, mantener las reservas emocionales
Desarrollar relaciones personales mutuamente gratificantes
Buscar apoyo emocional
Plantearse metas realistas
Estar preparado para algunas frustraciones, penas y fallas, y permitirse no ser perfecto.
Por último, aunque parezca obvio, la consulta con un profesional médico o psicólogo, especializado en el tema del Stress ayudará a recuperarse más rápida y eficazmente de esta enfermedad endémica de nuestra época.

El estrés en la mujer

Constantemente se nos advierte de los peligros potenciales del estrés. Somos conscientes de que existe el estrés y de que se trata de algo serio, pero no lo conocemos bastante. El conocimiento que tenemos del estrés es insuficiente porque normalmente está centrado en los hombres y en sus actividades. Pero no olvidemos que las mujeres viven en el mismo mundo que los hombres. También ellas han de soportar los atascos, las tensiones laborales y los desengaños amorosos. También a ellas les preocupan los hijos, el porvenir y les desconcierta el presente. Debido al estrés, las mujeres están deprimidas, insomnes, retraídas, irritables, atemorizadas, ansiosas, abatidas y trastornadas. Debido al estrés, las mujeres pierden a veces el interés por la comida, por las relaciones sexuales o por los amigos, exactamente igual que los hombres. Pero, además, las mujeres experimentan algunas formas de estrés que les son totalmente propias.
Estrés derivados de su fisiología: desarrollo de los senos, menstruación, embarazo y menopausia.
Estrés derivados de los cambios de vida: el matrimonio, la maternidad, el divorcio, el pasar los cuarenta años en una cultura que venera la juventud y la belleza, la viudez y la reorganización de la vida cuando los hijos son mayores.
Estrés psíquico que a menudo siente la mujer soltera de vida supuestamente divertida, que fue educada a la antigua, el ama de casa a la que se presiona para que salga de casa y se realice, la mujer que trabaja y a la que se presiona para que vuelva a casa a fin de no perder a su familia y la eterna experta en inseguridad.
Estrés oculto que perturban, angustian y agotan como el machismo, el sexismo sutil, el ser anfitriona, el hablar con niños de dos años.
El estrés de las crisis vitales, que caen principalmente sobre los hombros de la mujer: la atención a los padres enfermos, el cuidado de un hijo disminuido, el asegurar que la vida continúe.
Causas y efectos del estrés
El estrés puede derivar de algo que ocurre a nuestro alrededor o de lo que ocurre en nuestro interior. Puede derivar de un problema laboral, de una crisis familiar o de un ataque de ansiedad o inseguridad. Puede ser intermitente, pasajero o crónico. El efecto principal del estrés es la movilización del sistema "lucha, huida o miedo" del cuerpo. Pero supongamos que - como ocurre tan a menudo en la vida moderna - el estrés que sufre una persona no requiere ningún tipo de acción.

Supongamos, por ejemplo, que una persona acude a una cita importante y se ve atrapada en un embotellamiento. No hay movimiento, no hay escapatoria, no hay acción. En esa situación, sería más útil la relajación que los cambios bioquímicos y psíquicos a que da lugar el sistema de lucha, huida o miedo.
Si el estrés es breve no suele haber problemas, porque después el cuerpo tendrá tiempo de descansar. Esto es lo que ocurre cuando el estrés forma parte de un juego, un deporte o incluso una relación sentimental. La sensación de euforia que se experimenta en estos casos es el "estrés positivo", es decir, el que nace de actividades estimulantes que se pueden abandonar a voluntad. Pero si el estrés es prolongado y escapa al control del sujeto, el cuerpo no podrá descansar. Los efectos de este "estrés negativo" pueden empezar a aparecer.
Algunos síntomas de estrés son:
Dolores de cabeza
Dificultad en la deglución (espasmos esofágicos)
Acidez
Náuseas
Mareos
Dolores en el pecho, en la espalda, en el cuello
Micciones frecuentes
Disminución de la memoria
Espasmos gástricos
Sudores fríos
Fatiga crónica
Crisis de angustia
Insomnio
Estreñimiento
Diarrea

Síntomas del estrés femenino
 
Los síntomas de estrés mencionados pueden afectar y afectan tanto al hombre como a la mujer, pero las mujeres no padecen sólo estos trastornos sino también otros, menos conocidos, que derivan de su peculiar fisiología, de sus cambios vitales y de las exigencias vitales y psíquicas de que son objeto. Y lo más importante de todo es que la mayoría de estos son prolongados y están fuera de su control; este es el tipo de estrés más peligroso que se puede sufrir. Entre los síntomas relacionados con el estrés que son específicos de la mujer están los siguientes:

· Amenorrea (desaparición de la menstruación)
· Melancolía menopáusica
· Vaginismo (coito doloroso)
· Frigidez (inhibición de la excitación sexual)
· Tensión premenstrual / dolor de cabeza
· Depresión posparto
· Anorgasmia
· Infertilidad

Entre los trastornos que no son específicos de la mujer pero que les afectan con mayor frecuencia que a los hombres están los siguientes:
· Anorexia
· Bulimia
· Neurosis de ansiedad
· Psicosis depresiva

Estos son los síntomas del estrés femenino, y cuanto antes establezcamos la relación entre su aparición y la incidencia del estrés en nuestra vida cotidiana, antes podremos ayudarnos a nosotras mismas a estar más sanas.
Conocer y vencer al estrés
En los tiempos que vivimos, quien más quien menos es víctima del estrés. Hoy por hoy es prácticamente imposible librarse completamente de él, ya que estamos bajo continuas presiones de diverso tipo: sociales, laborales, familiares, profesionales y económicas. Ante todos estos agobios, respondemos con un mecanismo de autodefensa que tiene como objetivo conseguir adaptarse a estas complicadas situaciones: el estrés
La actitud personal que conlleva el estrés tiene a menudo una parte positiva, que consiste en la predisposición a actuar sobre el problema para intentar encontrar una nueva perspectiva con la que poder afrontarlo con éxito. No obstante, la parte negativa es que esa actitud también va asociada con desconfianza, impotencia, rechazo, mal humor, irritabilidad y depresión que pueden traducirse en diferentes síntomas físicos, como cansancio, tensiones musculares, dolores de cabeza, trastornos del apetito, alteraciones del sueño, hipertensión arterial, úlceras, etc.
En la vida existe un gran número de factores potenciales desencadenantes del estrés, como iniciar una relación de pareja, separarse, cambiar de domicilio, nacimientos, fallecimientos, cambios profesionales, aumento de responsabilidades, etc. En cualquier caso, lo que estresa es lo que cada uno considera como "demasiado" o "excesivo", es decir, aquello que nos hace pensar que supera nuestras posibilidades de enfrentarnos con garantías de éxito a la situación creada.
Es típico que en el ámbito profesional se produzcan niveles altos de estrés, comúnmente asociados con el exceso de trabajo. En este caso, la angustia aparece normalmente porque, al haber mucho trabajo, es más probable que haya al menos una parte que no pueda ser completada a tiempo. Así, por ejemplo, muchos trabajadores se encuentran a menudo frente a situaciones del tipo: "tengo llamadas pendientes y no me da tiempo a contestarlas", "está sin resolver la propuesta que me hicieron en la última reunión", "debería estar haciendo el presupuesto del año que viene", o "tendría que leer esos informes que me dejaron sobre el escritorio": en resumen, "¡cuándo voy a poder hacer todo esto!".
ESTRÉS POR MOTIVOS DE TRABAJO
El estrés es un hecho habitual en nuestras vidas. No puede evitarse por completo, ya que cualquier cambio al que debamos adaptarnos conlleva cierta carga de estrés. Los sentimientos negativos, daño, enfermedad o muerte de un ser querido, son hechos estresantes, así como algunos sucesos positivos: ascender en el trabajo trae consigo el estrés del nuevo puesto, de nuevas responsabilidades.
Nuestras experiencias estresantes provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno, nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. El entorno se refiere a las condiciones ambientales, como por ejemplo ruidos, aglomeraciones, demandas de nuestra atención, etc. Las fisiológicas se refieren a nuestro organismo: enfermedades, accidentes, trastornos, etc. Por otro lado, las amenazas exteriores producen en nuestro cuerpo ciertos cambios estresantes. Así, nuestra forma de reaccionar ante los problemas, las demandas y los peligros, viene determinada por una aptitud innata de lucha o huida, cuando los estímulos que nos llegan son interpretados como amenazantes.
Este proceso se traduce en una serie de cambios físicos observables. Así, por ejemplo, las pupilas se agrandan para mejorar la visión y el oído se agudiza, los músculos se tensan para responder al desafío y la sangre es bombeada al cerebro para aumentar la llegada de oxigeno a las células y favorecer los procesos mentales. Las frecuencias cardiaca y respiratoria aumentan, y como la sangre se desvía preferentemente hacia la cabeza y el tronco, las extremidades, manos y pies, se perciben fríos y sudorosos.
Si no se libera al organismo de estos cambios ocurridos durante la fase de reconocimiento y consideración de la amenaza, se entra en un estado de estrés crónico. Cuando uno se siente estresado y añade aun más estrés, los centros reguladores del cerebro tienden a hiperreaccionar ocasionando desgaste físico, crisis del llanto, y potencialmente depresión.
Condiciones Estresantes
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Sobrecarga de trabajo.
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Exceso o falta de trabajo.
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Rapidez en realizar la tarea.
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Necesidad de tomar decisiones.
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Fatiga por esfuerzo físico importante.
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Viajes largos y numerosos.
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Excesivo número de horas de trabajo.
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Cambios frecuentes en el entorno laboral.
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En algunas aldeas, han obligado a pintar de negro los cristales de las ventanas de las casas donde viven mujeres para impedir que puedan ser vistas desde fuera.
La sobrecarga de trabajo, tanto en lo relativo a la complejidad de las tareas como en el excesivo número de ellas, ha establecido una relación directa entre horas de trabajo y muertes causadas por enfermedades coronarias. La sobrecarga de trabajo también esta relacionada significativamente con una serie de síntomas de estrés: búsqueda de formas de escape, absentismo laboral, baja motivación en el trabajo, baja autoestima, tensión, percepción de amenaza, desconcierto, alto nivel de colesterol, incremento de la tasa cardiaca y aumento de consumo de cigarrillos.
Estres asociado a las Características del Puesto de Trabajo
Ambigüedad del rol. Surge cuando no se dispone de una adecuada información laboral, responsabilidad o falta de claridad en los objetivos asociados al puesto. También puede suceder que exista una excesiva demanda de responsabilidad por parte de los compañeros sin haberse facultado para ello, o por el contrario que exista esa facultad y no se desempeñe. Esta situación representa para el trabajador una menor satisfacción en el trabajo, mayor tensión y baja autoestima.
La responsabilidad sobre otras personas. Los trabajadores con responsabilidad sobre otras personas tienen un mayor número de interacciones estresantes, como es el caso de directivos que, además, con cierta frecuencia tienen que asistir a reuniones o deben cumplir demasiados compromisos de trabajo. Estas personas suelen tener mayor presión diastólica y altos niveles de colesterol. Pero existen otros factores causantes de estrés relacionados con las funciones del trabajador, afectando fundamentalmente a mandos intermedios, como son:
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Individuo que cuenta con insuficiente responsabilidad.
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Falta de participación en la toma de decisiones.
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Falta de apoyo por parte de la dirección.
-
Cambios tecnológicos a los que hay que adaptarse.
Estrés producido por las Relaciones Interpersonales
Cuando existen unas relaciones pobres y hay poca confianza, se producen frecuentemente comunicaciones insuficientes que originan tensiones psicológicas y sentimientos de insatisfacción en el trabajo. En este sentido, al considerar las relaciones con los superiores se pueden hallar favoritismos por su parte que provocan tensión y presión añadidas.
Por el contrario, las relaciones con los subordinados son con frecuencia fuentes de estrés para los directivos, al tratar de conseguir mayor productividad y un tratamiento considerado.
Las relaciones entre compañeros también pueden ocasionar diversas situaciones estresantes, como por ejemplo, rivalidad, falta de apoyo en situaciones difíciles, culpabilización de los errores o problemas, e incluso una total falta de relaciones.
Estrés relacionado con el Desarrollo de la Carrera Profesional
Por lo general, el trabajador espera ir ascendiendo en los diversos puestos que tiene la empresa a la que pertenece, es decir, tiende a mejorar no sólo en el aspecto económico, si no que también aspira a puestos de mayor responsabilidad o cualificación, desarrollando lo que llamaríamos su carrera profesional. Por eso, cuando las expectativas se truncan, aparecen tensiones o factores estresantes, como por ejemplo:
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Falta de seguridad en el trabajo.
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Incongruencia o falta de equidad en una promoción insuficiente o excesiva.
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Conciencia de haber alcanzado el propio techo.
Cuando un ejecutivo de mediana edad observa una ralentización en los procesos de promoción, y experimenta que va alcanzando su propio techo y puede ser sustituido por otros compañeros más jóvenes y con mas preparación, aparecen tensiones, conflictos, ansiedades, insatisfacciones y temores en relación con su posición profesional.
Estrés producido por la estructura organizativa
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Falta de participación en los procesos de toma de decisiones.
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Falta de autonomía en el trabajo.
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Inadecuada política de dirección.
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Sentirse extraño en la propia organización.
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Estrecha supervisión del trabajo.
El estrés producido por la propia organización presenta los siguientes factores de riesgo para la salud: ánimo deprimido, baja autoestima, poca satisfacción en el trabajo, intención de abandonar el puesto y absentismo laboral. Así mismo, en numerosos estudios realizados, la falta de participación en el trabajo produce insatisfacción y un incremento del riesgo de enfermedad física psíquica.
En el contexto laboral se experimentan otros síntomas estresantes que no son de carácter cuantitativo ni cualitativo, si no que ocurren más bien cuando las habilidades de la persona son incongruentes con respecto a la tarea o el entorno laboral. No obstante, hay que tener en cuenta que ante situaciones similares las personas reaccionan de forma diferente. Así, cuando se produce una tensión por sobrecarga de trabajo, mientras que una persona puede reorganizar eficazmente la tarea, aprender nuevas formas, buscar ayuda o absorber sólo aquello que es cabalmente posible, otra, según sea la situación, puede sentirse incapaz de superar tal tensión y puede responder a largo plazo con enfermedades coronarias, depresivas, etc.
Para que el estrés laboral no vaya carcomiendo nuestro interior debemos ser capaces de darnos cuenta de que el trabajo es sólo uno de los aspectos de los que se compone nuestra vida. Si dejamos que los problemas laborales nos ocupen y preocupen más de lo necesario no sólo estaremos abonando el terreno al estrés, si no que además corremos el peligro dejar de lado otros aspectos individuales, familiares y sociales más importantes incluso que el propio trabajo.
SÍNTOMAS PROPIOS DEL ESTRÉS FEMENINO
Todos los síntomas de estrés pueden afectar tanto al hombre como a la mujer. Sin embargo, las mujeres, además, pueden padecer otros trastornos derivados y que tienen que ver con su particular fisiología, con sus cambios vitales y con las exigencias psíquicas de que son objeto. Entre los síntomas relacionados con el estrés que son específicos de la mujer están los siguientes:
-
Amenorrea (desaparición de la menstruación).
-
Melancolía menopáusica.
-
Frigidez y vaginismo (coito doloroso).
-
Tensión premenstrual y dolor de cabeza.
-
Depresión postparto.
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Anorgasmia (imposibilidad de alcanzar el orgasmo).
-
Infertilidad.
Entre los trastornos que no son específicos de la mujer pero que les afectan con mayor frecuencia que a los hombres se encuentran los siguientes:
-
Anorexia.
-
Bulimia.
-
Neurosis de ansiedad.
-
Psicosis depresiva.
La mujer tiene que enfrentarse demasiadas veces no sólo con toda la serie de factores estresantes que atacan al sexo masculino, si no que a menudo es ella también la que tiene que ocuparse en mayor medida de la crianza de los hijos y los trabajos de la casa. Por eso, la colaboración de su pareja en estas tareas para que la carga se reparta entre los dos resulta trascendental para que la mujer no se vea más expuesta al estrés. Aunque sólo fuera por propio interés, el hombre debería darse cuenta que una mujer poco estresada representa también menos estrés para él. El estrés, o las causas que lo producen, compartido, es menos estrés para los dos.
EL ESTRÉS SIGUE AUMENTANDO EN NUESTROS DÍAS
En la sociedad en la que vivimos, se produce continuamente un incremento en el volumen de información que recibimos, junto con una disminución en el tiempo de que disponemos para procesarla. Veamos un ejemplo. En la mayoría de países ya existe un gran número de canales de televisión entre los que elegir, y por esta razón, a veces tenemos la sensación de que al ver un canal determinado hay muchos otros más que nos estamos perdiendo. Para contrarrestar esto, acudimos al "zapping", y entonces ya ningún canal es suficiente como para fijarnos en él, porque estamos pensando si en los otros que no estamos viendo habrá un programa que sea mejor. Y así, se genera un círculo vicioso donde probamos un poco de cada uno, lo que no nos deja satisfechas, pero tampoco nos llena un canal concreto por lo que nos pudiéramos estar perdiendo en los otros.
Obviamente, lo que acabamos de exponer es sólo un mero ejemplo, pero es aplicable a muchos otros ámbitos de nuestras vidas, por supuesto mucho más importantes que ver un canal de televisión u otro.
CONSEJOS PARA COMBATIR EL ESTRÉS
La clave del éxito es saber parar a tiempo en cada momento. Esto es algo que se dice muy fácil, pero que es complicado llevar a cabo, aunque, desde luego, es factible.
Empecemos por objetivos no muy ambiciosos, que es la mejor forma de empezar. El mundo no va a parar aunque queramos, pero lo que quizás sí podamos hacer sea parar nosotras. Y esto significa revisar nuestras expectativas acerca de las cosas. Para lograrlo hay muchos caminos, y todos pueden conducir al éxito. No obstante, cada una de nosotras está dispuesta a tomar uno y no otro en función de sus condicionantes.
El primer paso es hacer una relación de las cosas que a cada una nos resultan estresantes. Ante cada uno de los factores que nos producen estrés debiéramos preguntarnos: "¿puede ese factor ser cambiado o simplemente debe ser tolerado?". De este modo, aparecen dos técnicas en función de la respuesta, aunque lo ideal suele ser una combinación de ambas, según el caso:
a)
Centrarse en la Resolución.
b)
Centrarse en la Aceptación.
Técnicas de Resolución
1.
Para cambiar lo que se pueda cambiar primero debes identificar las causas: qué te produce mayor enojo y qué situación te hace sentir ansiedad, nervios o miedo. Intenta prevenir esas situaciones antes de que ocurran.
2.
Comparte tus pensamientos y tus sentimientos. Generalmente, hablar con otras personas ayuda bastante, quizás con un miembro de tu familia, un amigo, un compañero de trabajo o alguien que pueda ayudarte a ver tus problemas desde una óptica diferente. Además, también ayuda ver que a los otros, a veces, les pasan cosas similares.
3.
Intenta resolver tu problema con quien lo tengas, si ello es posible. Puede parecerte obvio, pero muchas veces se está enfadada con alguien y se paga con otros sin darse cuenta.
4.
Aprende a expresar tus enfados y otros sentimientos negativos sin herir a los demás. A veces es inevitable estar enfadada, pero en ese caso trata de decir "estoy enfadada" en lugar de "siempre haces que me enfade". Agredir a otros con palabras sólo trae como resultado que esas personas se sientan atacadas, lo cual, en lugar de ayudar, dificulta la resolución del conflicto.
5.
Fíjate metas a corto plazo. Las metas te ofrecen algo por lo que trabajar y una satisfacción cuando las alcanzas. Los plazos deben ser cortos y las metas posibles de cumplir, porque fijarse objetivos imposibles sólo acarreará mayor frustración cuando te des cuenta de que no hay forma de lograrlos. Ten presente tus hobbies en tus planes. Lleva una agenda donde apuntes cosas pendientes para ir resolviéndolas poco a poco. Por ejemplo, esa bombilla que lleva tiempo fundida y habría que cambiar... ¡cámbiala!.
6.
Reconoce que sólo tú puedes cambiarte a ti misma, no a otras personas. Muchas veces se gasta mucho tiempo y energías intentando cambiar a la pareja, a los hijos, a los amigos, a los familiares... Queremos que sean diferentes, o que actúen de determinada manera. Cuando estos cambios no ocurren, una se siente frustrada, tensa y triste. Debes ser consciente de que nadie tiene el poder de cambiar a otro. Cuando la gente cambia es, generalmente, porque ellos quieren hacerlo.
7.
Ten el coraje de ser imperfecta. Deja de pretender ser la mujer perfecta, la empleada modelo o la madre 10. Nadie es perfecto. Tratar de serlo es positivo y admirable, pero lograrlo es imposible.
Técnicas de Aceptación
Para tolerar lo que es inherente a la vida:
1.
Incluye en tu vida algún programa de actividad física (gimnasia, paseos, bicicleta, etc.). "Mens sana in corpore sano".
2.
Practica técnicas de relajación. Las técnicas de relajación, sin ser la única solución, sí constituyen una respuesta natural, fisiológica y específica para el problema del estrés. Nuestro organismo cuenta, de forma innata, con la posibilidad de responder anulando ciertos factores desencadenantes del estrés. No obstante, esta respuesta no es automática, si no que es algo que poseemos en potencia y que debemos aprender a desarrollar, educar y ejercitar. Al principio, esto es difícil de llevar a la práctica, por lo cual es bueno acercarse a alguna institución o profesional que te lo enseñe específicamente para luego poder practicarlo por tu cuenta.
3.
Deténte durante unos minutos al día. Poder parar 15 minutos diarios tiene un doble propósito:
a)
"Desenchufarse", absorber el estrés y recuperar energías para poder seguir adelante en mejores condiciones.
b)
Poder centrarse en los objetivos más importantes: no permitir que los árboles no nos dejen ver el bosque.
RELAJACIÓN CONTRA EL ESTRÉS
Para algunas personas el estrés es sinónimo de continuos sobresaltos, para otros equivale a malestar y para la mayoría significa tensión. En todos los casos el estrés representa para nosotros algo inquietante y altamente perjudicial. Sin embargo, hemos visto que el estrés surge como una respuesta, tanto física como mental, a las adaptaciones y ajustes del ser humano a los diversos acontecimientos vitales. Esa respuesta, que en principio puede ser natural y que aparece para ayudarnos a afrontar nuevas situaciones, cuando se transforma en una reacción prolongada e intensa es muy posible que desencadene serios problemas físicos y psíquicos. Actualmente, el estrés es uno de los factores de más alto riesgo en las enfermedades cardiovasculares, por lo que te recomendamos una serie de pautas, no sólo para intentar controlarlo, sino también para prevenirlo.
1.
Localiza el origen del problema. La mayoría de las personas están más pendientes del estado del tiempo o el saldo de su cuenta corriente que de la tensión de su propio cuerpo. Pero no olvides que saber qué es el estrés, reconocerlo y, sobre todo, averiguar qué lo está desencadenando y cómo está afectando a nuestro organismo es el primer paso para su manejo y control.
2.
Reserva tiempo para divertirte. Participar en actividades que te gusten es una gran manera de recuperar energía. Tales actividades pueden ser simples pasatiempos individuales o para realizar con tu familia o amistades. Lo importante es que las disfrutes.
3.
Cuida tu alimentación. Tabaco, café y alcohol potencian el estrés, por lo que es necesario limitar su consumo todo lo posible. La dieta tiene que ser equilibrada, rica en verduras, fruta y fibra y baja en grasas y azúcares. Come despacio y de forma regular.
4.
Haz ejercicio. La actividad física regular mejorará tu bienestar general y te ayudará a prevenir el estrés y las enfermedades que conlleva.
5.
Aprende a contar lo que te pasa. No guardes tus sentimientos: son una bomba de relojería. No olvides que aquellos que transmiten sus emociones padecen menos trastornos.
6.
Practica el optimismo. Rechaza los pensamientos negativos y sustitúyelos por pensamientos positivos. No es fácil hacerlo, pero no es imposible. Las cosas no son en realidad tan horribles como las vemos a través del estrés. Ser flexible y tener actitudes positivas ante la vida aumenta las defensas.
7.
Aprende a decir NO. Es importante no crearse más obligaciones de las necesarias. Atrévete a expresar tu opinión con tranquilidad y no te sobrecargues con responsabilidades excesivas.
8.
Desarrolla sistemas de apoyo. Cuando estás bajo presión, necesitas la ayuda de la gente que te rodea. Aprende a extender la mano y pedirles su apoyo. Encuentra a algún familiar o amigo de tu confianza para hablar sobre tus problemas, y no olvides que tú también debes estar dispuesto a ayudar a los demás. Sé un buen amigo. Escucha a los otros y ofréceles tu apoyo cuando ellos lo necesiten.
9.
Mantén tu sentido del humor. Un buen sentido del humor resulta esencial para controlar el estrés y ayudar a otros a hacerlo. Es importante no tomarse las cosas más en serio de lo debido. Las personas que pueden reírse de situaciones estresantes son capaces de manejarlas de forma más efectiva.
10.
Aprende a respirar correctamente, es la llave maestra de la relajación. Sentado o acostado, cierra los ojos. Inspira profundamente por la nariz y exhala el aire por la boca. Respira profundamente (siempre a partir del diafragma) y afloja las mandíbulas dejando la boca entreabierta. Vuelve a tomar aire profundamente y deja caer los hombros. Inspira profundamente, retén el aire mientras cuentas hasta cinco y vuelve a exhalar el aire por la boca. Repite este último paso al menos cinco veces.
11.
Da a tu cuerpo y a tu mente la oportunidad de relajarse. El fin de la relajación es disminuir la ansiedad y la tensión muscular, sobre todo en situaciones de presión. No se pueden evitar las situaciones preocupantes, pero sí se pueden manejar las respuestas y reacciones a ellas aprendiendo y practicando la relajación.
12.
Es imposible estar relajado físicamente y tenso emocionalmente al mismo tiempo, ya que no pueden convivir en el mismo momento la sensación de bienestar corporal y la de estrés mental. La respuesta del organismo a la relajación es un efecto de recuperación casi inmediato, y es una tregua para el cuerpo.
13.
La relajación progresiva de los músculos reduce la frecuencia del pulso y la presión de la sangre, así como el grado de sudoración y la frecuencia respiratoria. Además, evita los problemas orgánicos que el estrés produce.
14.
La distensión física logra un importante relax muscular que alivia la presión acumulada en nuestro cuerpo.
15.
La relajación mental elimina la tensión psíquica.
De cualquier forma, si no consigues quitarte el suficiente estrés de encima, el mejor consejo que podemos darte, y el que mejor suele funcionar, es acudir a la consulta de un psicólogo competente en el tema o de un médico psiquiatra. Porque cada persona es un mundo, y los profesionales en la materia son los que mejor nos pueden ayudar a descubrir y resolver las causas del estrés, y de esa forma hacer desaparecer sus efectos. No por ser algo cotidiano, debemos resignarnos a vivir con una carga de estrés que llegue a resultarnos insoportable.

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