LA GLORIA QUE LE SIGUE
Estoy convencido de que la transfiguración tuvo lugar en el Monte Hermón, ese precioso monte, cubierto de nieve, al norte del mar de Galilea que, en la actualidad, es el escenario de una serie de conflictos entre los ejércitos palestinos y los israelíes. El relato comienza con el último versículo del capítulo 8 y continua con los primeros 13 versículos del capítulo 9. Este es otro de los evidentes lapsos mentales que cometió el hombre que dividió el texto bíblico en capítulos. Algo interesante que nos llama la atención al principio mismo es el hecho de que nuestro Señor explicara el motivo por el que se iba a producir este acontecimiento antes de que tuviese lugar y leemos en el primer versículo del capítulo 9:
"También les dijo: --De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que ha venido con poder."
Pero si enlazamos esta afirmación con lo que sucede a continuación, lo que está diciendo Jesús está claro. Se está refiriendo a la transfiguración, diciendo que algunos de los que se encontraban allí presentes en ese momento no gustarían la muerte antes de haber presenciado esta manifestación del reino de Dios, de su venida, y de la gloria de su reino con poder. Por lo tanto, esto nos ofrece una clave de lo que quiso decir. Lo que Jesús nos está ofreciendo es un avance de su gloria venidera. Afirma que será una manifestación de la venida de su reino con poder. En ocasiones posteriores, al enseñar a sus discípulos en el Monte de los Olivos y en otros lugares, habla acerca de esa venida con poder.
"El Hijo del Hombre venga en su gloria y la del Padre y a la de los santos ángeles."
"Pues el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles."
"Porque os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas artificiosas, sino porque fuimos testigos oculares de su majestad. Porque al recibir de parte de Dios Padre honra y gloria, desde la grandiosa gloria le fue dirigida una voz: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz dirigida desde el cielo cuando estabamos con él en el monte santo."
Además, y esto es muy importante, está implicado en las palabras de Jesús que este acontecimiento es lo que le espera al creyente en el momento de la muerte. Fijémonos que dice: "hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder." La implicación es que normalmente el creyente puede ver el reino de Dios con poder una vez que ha pasado por la muerte. Otros mensajes confirman muy claramente que cuando muere un creyente, el acontecimiento con el que se encuentran sus ojos y al que pasa al dejar el tiempo e introducirse en la eternidad, es esta venida de Jesús con sus ángeles. Por eso es por lo que en la epístola a Judas se dice: "Acerca de los mismos también profetizó Enoc, séptimo después de Adán, diciendo: He aquí el Señor vino entre sus santos millares." Ese es el acontecimiento que le espera al creyente a la hora de su muerte. Una querida amiga nuestro se fue con el Señor el viernes pasado. No tengo la menor duda de que el suceso con el que se encontró esta mujer, al pasar del tiempo a la eternidad, fue que también ella vio al Señor viniendo con diez mil de sus santos y, mediante la muerte, probó el reino de Dios en su venida con poder.
Pero aquí el Señor estaba diciendo que algunos de los que se encontraban presentes lo verían antes de la muerte. Está claro, por tanto, que el motivo por el que tuvo lugar la transfiguración fue para animar a los discípulos. Acababa de anunciar el camino de la cruz y su muerte en Jerusalén, que no tardaría en produrse. De modo que les permite presenciar este incidente con el propósito de fortalecer la fe de ellos, para animarles y para que supiesen que no iba a acabar todo en oscuridad y en desastre, sino que terminaría en triunfo, victoria y gloria. Y también tiene como fin animarnos a nosotros cuando, también en nuestra vida, llega el momento de que tomemos nuestra cruz. Podemos estar completamente seguros de que no va a terminar en desastre, sino que va a terminar en gloria.
Veamos ahora el acontecimiento mismo, empezando con el versículo 2:
"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y les hizo subir aparte, a solas, a un monte alto, y fue transfigurado delante de ellos. Sus vestiduras se hicieron resplandecientes, muy blancas, tanto que ningún lavadero en la tierra las puede dejar tan blancas. Y les apareció Elías con Moisés, y estaban hablando con Jesús. Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: --Rabí es bueno que nosotros estemos aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Pues él no sabía qué decir, porque tuvieron miedo. Vino una nube haciéndoles sombra, y desde la nube una voz decía: "Este es mi Hijo amado a él oíd." Y de inmediato, mirando alrededor, ya no vieron a nadie más con ellos, sino solo a Jesús."
Estoy seguro de que a esto es a lo que se refiere Juan en su evangelio cuando, aunque no nos hace un relato de la transfiguración, sí dice: ""Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros...y vimos su gloria." Aunque no nos dice dónde, sin duda lo que recordó fue el momento en el monte.
Lo segundo que realmente nos llama la atención es el relato de los visitantes celestiales, Moisés y Elías, que aparecieron y comenzaron a hablar con Jesús. ¿No es interesante que a los discípulos no les costase trabajo reconocer de inmediato a aquellos hombres? Jesús no les dijo: "Pedro, Jacobo, Juan os presento a Moisés y a Elías." No, supieron de inmediato quiénes eran. En la gloria no habrá necesidad de hacer presentaciones, sabremos en seguida quiénes son las personas. Por lo que este relato nos ofrece una visión acerca de cómo será el cielo.
¿Por qué tuvieron que ser Moisés y Elías? Muchos se han sentido intrigados por ello. ¿Por que no otro de los profetas, como Isaías, o Jeremías o David, o alguno de los otros importantes dirigentes del Antiguo Testamento, como Abraham o tal vez Noé? Pero fueron concretamente Moisés y Elías los que aparecieron con Jesús en el monte. Creo que los comentadores tienen razón en general cuando dicen que es debido a que estos dos fueron, de un modo destacado, los representantes de la Ley y de los Profetas, esas dos grandes divisiones del Antiguo Testamento, que apuntaban hacia la venida del Mesías; Moisés, el gran dador de la Ley, Elías, el primero, y en algunos sentidos, el mas importante de los profetas.
Es también interesante darnos cuenta de que estos dos hombres representan dos maneras diferentes de entrar los hombres en el cielo. Moisés entró mediante el proceso normal y natural de la muerte. Cuando murió Moisés no estuvo presente ningún hombre, el Antiguo Testamento nos dice que Dios le enterró. Y sin embargo, aquí está Moisés, cuando su cuerpo se encuentra en alguna tumba que no ha sido marcada, en la cima de una montaña mas allá del Río Jordán, pero aparece él mismo con un cuerpo resucitado, sobre el monte junto a Jesús. Por otro lado, Elías fue uno de los dos hombres que fue llevado al cielo sin pasar por la muerte. Encontramos en el Antiguo Testamento la dramática historia de la ascensión de Elías a la gloria, llevado en un carro de fuego, sin tener que pasar por el proceso normal de la muerte.
Tenemos una predicción de este mismo fenómeno en el Nuevo Testamento. Actualmente los creyentes entran en la gloria por medio de la muerte, como lo hizo Moisés, pero Pablo nos dice que la generación de cristianos que estén vivos el día en que vuelva el Señor no pasará por la muerte. En 1ª Corintios 15:51 nos dice: "He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final." Y en 1ª Tesalonicenses 4:16-17 dice: "Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos y habremos quedado, seremos arrebatados juntamente con el Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor." De manera que hay dos maneras en que los creyentes pueden entrar en la gloria y están representadas aquí por Moisés y por Elías.
¡Siempre me siento intrigado por el hecho de que Moisés está aquí, porque significa que llegó por fin a la Tierra Prometida! En el desierto, debido al hecho de que se enfadó y desobedeció al Señor, Dios le dijo que no se le permitiría conducir al pueblo de Israel a la tierra prometida. Podría llegar a verla, pero no entraría en ella, pero esa prohibición fue solo algo relacionado con el tiempo. Ahora, en la eternidad, se le permite entrar en la tierra y le encontramos aquí, sobre la cima del monte, y me lo imagino mirando a todo su alrededor, viendo aquella tierra, diciendo: "¡De modo que ahí está! Llevo años queriendo venir aquí y por fin lo he conseguido!"
Lucas nos dice que hablaron acerca del éxodo de Jesús, de su partida de Jerusalén. Discutieron juntos cómo se marcharía de la tierra por medio de la cruz y de la resurrección. Estoy seguro de que estos tres discípulos se mostraron tan perturbados por el esplendor de la gloria y lo extraño de aquella escena que no recordarían todo lo que habían oído. Es una lástima, ¡porque debió ser una gran conversación! ¡Cómo me hubiese gustado haber estado presente y oírles hablar acerca de estas cosas. Posiblemente Moisés charlase acerca de cómo Jesús era el cumplimiento de aquellos sacrificios que exigía la Ley, todas las ovejas y los carnes, los toros y las cabras que tuvieron que morir como imagen del que habría de venir para sufrir. Elías, como uno de los profetas que era, posiblemente hablase del anhelo de los hombres, el deseo que tenían de encontrar un dirigente, un conquistador, un Salvador, y sobre las predicciones de los profetas acerca del que había de venir con el fin de llevar sobre sí las transgresiones de los hombres, para entrar en sus corazones y liberarnos de nosotros mismos. De eso debieron tratar sus conversaciones.
El tercer elemento de gran interés de este relato es la propuesta que hace Pedro. Después de haber escuchado hablar juntos a aquellos hombres acerca de esos acontecimientos tan extraños, Pedro interrumpe, como tenía por costumbre, diciendo: "Rabí, es bueno que nosotros estemos aquí." ¡Esto es algo tremendo! "Hagamos tres enramadas" y quedémonos a vivir aquí, estableciéndonos y situando aquí nuestra central mundial. Haremos una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Es evidente que lo que Pedro tenía pensado era transformar aquel monte en la central del movimiento de reforma mundial que habría de comenzar, operando desde el monte mismo, como el centro de toda la actividad.
Bueno, eso demuestra lo insensato que fue y lo poco que entendía lo que Jesús había estado intentado decirle. De hecho, Marcos, que sin duda debió de escuchar este relato de labios del propio Pedro, indica que el motivo que le indujo a Pedro a hablar de aquella manera era el temor, puesto que nos dice "porque tuvieron miedo". Alguien ha dicho que no hay mas que dos clases de oradores, aquellos que tienen algo que decir ¡y los que tienen que decir algo! Pedro era de los que sencillamente tenían que decir algo. Dijo lo primero que se le ocurrió, sin detenerse a pensar si tenía sentido o no. De modo que hace su proposición de que fijen su central para llevar a cabo una gran campaña por el mundo entero.
Pero apenas hubo pronunciado aquellas palabras cuando se vio interrumpido y sucedió el cuarto y dramático acontecimiento. De repente se vieron cubiertos por una nube. Mateo nos dice que fue una nube brillante, una nube muy brillante y reluciente. Yo estoy convencido de que era la misma nube que se menciona en el Antiguo Testamento que flotó sobre el tabernáculo durante el día, la gloria de Dios, también conocida como la Shekinah. Oyeron una voz que hablaba de entre las nubes diciendo: "Este es mi Hijo amado, a él oíd." No cabe duda de que esta es una corrección a la impetuosa afirmación de Pedro. El Padre mismo le está diociendo: "Pedro, no pongas a Jesús al mismo nivel que a Moisés y a Elías. Escúchale. El es Aquel acerca del cual hablaron Moisés y Elías. Es el que cumplió todas las predicciones de los profetas y los sacrificios de la ley. Escúchale, es mi Hijo amado."
En el Nuevo Testamento hay tres ocasiones en que la voz de Dios habla directamente desde el cielo acerca de la obra de Jesús. Una de ella fue durante su bautismo, cuando comenzó su ministerio. Allí las palabras fueron dirigidas directamente a Jesús. "Tú eres mi Hijo amado, en quien tengo complacencia." Es evidente que la voz se escucha con el fin de comenzar el ministerio de Jesús. Aquí tenemos las palabras dirigidas a los discípulos, para corregir un error que habían cometido. El tercer relato se encuentra en el evangelio de Juan, en el capítulo 12, justo antes de la cruz, en Jerusalén. Jesús habla acerca de haber completado la obra que el Padre le ha dado para que la realice y le dijo en oración a su Padre: "glorifica tu nombre" y se oyó una voz desde la gloria que dijo: "le he glorificado y le glorificaré de nuevo" refiriéndose a la cruz a la que habría de ir muy poco después. En ese caso la voz se oye y el propósito es completar el testimonio de la vida y del ministerio de Jesús. De modo que la voz del Padre hablando desde el cielo se escucha en tres ocasiones diferentes: para lanzar su ministerio, para corregir una idea equivocada acerca de él y para completar el testimonio que dio Jesús por medio de su vida y de su ministerio.
Marcos finaliza esta historia diciéndonos que mientras hablaba la voz, de repente la escena se desvanece y vuelven a encontrarse en la misma situación normal. Como dice él de una manera tan maravillosa: "...ya no vieron a nadie mas con ellos, sino solo a Jesús." Jesús permaneció junto a ellos después de que la gloria desapareciese.
En la próxima sección tenemos la discusión que se produjo a continuación mientras bajaban del monte:
"Mientras descendían ellos del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Y ellos guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué significaría aquello de resucitar de entre los muertos. Le preguntaron diciendo: --¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? El les dijo: --A la verdad, Elías viene primero y restaura todas las cosas. Y ¿cómo está escrito acerca del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea menospreciado? Sin embargo, os digo que Elías ya ha venido; e hicieron con él todo lo que quisieron, tal como está escrito de él."
Y segundo, está muy claro que su comprensión era incompleta. Su información era incompleta y lo mismo sucedía con su comprensión. Se lo guardaron entre ellos, pero se preguntaron "¿qué significaba eso de que resucitaría de entre los muertos?" Eso era algo que no entendían. Probablemente, al igual que le sucedió a Marta en el capítulo once de Juan, relacionaron esto con la resurrección aun futura, cuando se levantarían todos los muertos y acerca del cual habló el Antiguo Testamento. Ellos, sin embargo, no saben establecer la conexión y no se dan cuenta de que se refiere a la resurrección de Jesús.
Por lo que la respuesta que les da Jesús es muy instructiva. Debemos de examinarla con mucha atención, porque aquí hace algo que se sale completamente de lo normal. Les dice: "A la verdad Elías viene primero y restaura todas las cosas. Y ¿cómo está escrito del Hijo del Hombre (refiriéndose a sí mismo, no a Elías), que padezca mucho y sea menospreciado (Jesús)." Si se fija usted, ha cambiado con sumo cuidado el tema de Elías para hablar acerca de sí mismo. A continuación dice: "Sin embargo, os digo que Elías ya ha venido (fijese en el tiempo del verbo) e hicieron con él todo lo que quisieron, tal como está escrito de él." ¿A quién se está refiriendo ahí? Al Hijo del Hombre, no a Elías. Eso concuerda con lo que acaba de citar, que padecería muchas cosas y que le tratarían con desprecio. Eso es una referencia al Mesías. Así que Jesús está diciendo: "Elías vendrá, pero en cuanto al Mesías, le están haciendo lo que quieren, como está escrito acerca de él." Cambia el enfoque de la pregunta que ellos le han hecho acerca de Elías para hablar sobre sí mismo.
¿Qué quiere decir todo esto? Está diciendo que no se trata de que primero venga Elías, ni mucho menos. Lo primero que tendrá que pasar será el sufrimiento y la muerte del Mesías y en eso era en lo que debían concentrarse. Es lo que está intentando hacerles entender, lo que les intenta impartir una y otra vez durante todo el proceso de su enseñanza antes de ir a la cruz y lo vuelve a enfatizar aquí: "La cruz debe venir primero."
Es cierto que en el relato de Mateo se refiere a Juan el Bautista como si hubiese cumplido, en cierta manera secundaria, la promesa concerniente a Elías. Y recordará usted que cuando fue anunciado el nacimiento de Juan el Bautista, le apareció un ángel a su padre, le dijo que su mujer tendría un hijo, que deberían llamarle Juan, y dijo acerca de él que iría delante del Señor para preparar el camino, y que lo haría en el espíritu y el poder de Elías. Nuestro Señor indica que, en cierto modo, Juan era el cumplimiento de esa predicción acerca de Elías, pero no era Elías; sino que vino con el mismo espíritu y poder de Elías. No era la reencarnación de Elías, pero realizaba la misma clase de ministerio que había llevado a cabo Elías.
Pero nuestro Señor también deja claro aquí que antes de que aparezca el Mesías en gloria, en su segunda venida, Elías vendrá antes. "Elías viene primero" dice. Pero lo importante ahora para los discípulos es la vergüenza y el sufrimiento de la cruz, que Jesús tiene que experimentar.
El relato finaliza con la historia de un suceso que aconteció al pie del monte: la curación de un muchacho que estaba endemoniado. Se une con la transfiguración, como veremos en un momento. Marcos empieza contando la impotencia de los discípulos:
"Cuando llegaron a los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos y a unos escribas que disputaban con ellos. En seguida, cuando toda la gente le vio, se sorprendió, y corriendo hacia él le saludaron. Y les preguntó: --¿Qué disputáis con ellos? Le respondió uno de la multitud: --Maestro, traje a mi hijo porque tiene un espíritu mudo y dondequiera que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos y cruje los dientes, y se va desgastando. Dije a tus discípulos que lo echasen fuera, pero no pudieron. Y respondiendo les dijo: --¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? ¡Traédmelo!"
¿Por qué fracasaron? Estoy convencido de que nuestro Señor dio en el blanco, en lo que se refiere al motivo básico: la falta de fe, pero fijémonos en algo muy importante. No fallaron por no haber esperado que sucediese algo, porque sí lo esperaban. Casi siempre consideramos la fe como una especie de esperar que suceda algo. Si tan solo podemos creer que va a pasar algo, sucederá. Pero estos discípulos esperaban que sucediese algo y se sorprendieron cuando no fue así. Esperaban que el muchacho fuese liberado. Habían visto con anterioridad como algunas personas habían sido liberadas de los demonios cuando ellos dijeron la palabra y lo hicieron en el nombre de Jesús, pero en esta ocasión no sucedió de esa manera. De modo que la fe no es solo esperar que pase algo. Eso debiera de quedar claro por lo que dice este relato. Entonces ¿qué es? Jesús dijo que su problema consistía en que no eran fieles. Pero tenían cierta fe, esperaban que sucediese algo, entonces ¿qué quiso decir Jesús?
La verdad es que si meditamos en ello veremos lo que pasó. Tenían fe, pero había pasado de ser una fe en Dios a tener fe en el proceso que habría de seguir. Creían que si decían las palabras indicadas y seguían el ritual correcto, que el demonio tendría que marcharse. Sin que ni siquiera se diesen cuenta, habían transferido su fe de la confianza en un Dios que puede obrar, a una fórmula que puede producirlo. Eso es lo que hacemos con frecuencia. Pensamos que son las cosas que decimos o la manera cómo las decimos o lo que está pasando en nuestras vidas, el motivo por lo que suceden las cosas, mas bien que pensar que es porque Dios está actuando. Jesús les reprendió por ello, diciéndoles que era preciso que depositasen su fe en Dios mismo, si deseaban tener una fe fresca y vital
El Señor mismo nos ofrece un ejemplo de la clase de poder que tiene esa fe:
"Se lo trajeron; y cuando el espíritu le vio, de inmediato sacudió al muchacho, quien cayó en tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó a su padre: --¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? El dijo: --Desde niño. Muchas veces le echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos! Jesús le dijo: --¿Si puedes....? ¡Al que cree todo le es posible! Inmediatamente el padre del muchacho clamo diciendo: --Creo, ¡Ayuda mi incredulidad! Pero cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole: --Espíritu mudo y sordo, yo te mando ¡sal de él y nunca mas entre en él! Entonces, clamando y desgarrándole con violencia, el espíritu salió; y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían: --¡Está muerto! Pero Jesús le tomó de la mano y le enderezó y él se levantó."
En el último versículo encontramos el secreto de ese poder:
"Cuando él entró en la casa, sus discípulos le preguntaron en privado: --¿Por qué no pudimos echarlo fuera nosotros? El les dijo: --Este género con nada puede salir, sino con oración."
Para terminar, quiero regresar al principio por un momento. Recuerde lo que dijo Jesús: "hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder." ¿Qué acababan de ver aquellos discípulos? Habían visto venir al reino de Dios con poder a la vida de un padre y de su hijo. ¿Y qué era lo que había hecho que viniese? Bueno, como dijo Jesús, fue la presencia interior de un Dios vivo y una confianza mantenida gracias a una constante comunicación con él. Esto es lo que permite que el reino de Dios venga con poder, ahora mismo, en medio de nuestros asuntos diarios. Cuando entendamos eso, podremos decir juntamente con Pablo: "Si Dios es con nosotros, ¿quién contra nosotros?"
Oración
¡Qué tremendos temas han ocupado nuestros pensamientos durante estos pocos minutos, Padre! Hemos podido tener una visión de la eternidad, de las glorias celestiales, del terrible mundo de los demonios y el daño que hicieron a la humanidad, el reconocimiento del poder de la fe, hemos podido entender acerca de los santos de otros tiempos y la relación que tienen con nosotros. ¡Qué maravillosos los temas que hemos estado examinando juntamente con este incidente! Señor, deseamos que todo ello encuentre su enfoque en este sencillas palabras de Jesús: "Este género con nada puede salir, sino con oración" y "al que cree todo le es posible". Esa es la vida de oración, el elevar nuestro corazón a Dios, teniendo un sentido de la inmediata presencia de un Señor resucitado en medio de nuestras actividades monótonas y rutinarias de todo el día. Ese es el secreto del poder. Enséñanos de nuevo, te pedimos. En el nombre de Jesús, amen.
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