Capítulo
XVII
Interpretación
de la vida
Cinco unidades literarias
conocidas como los libros poéticos son: Job, Salmos, Proverbios,
Eclesiastés y el Cantar de los Cantares. Ninguno de ellos puede ser
clasificado debidamente como libros de carácter histórico o profético.
Como parte del canon del Antiguo Testamento, proporcionan una
adicional perspectiva de la vida de los israelitas.
Los libros poéticos no pueden ser
fechados con certidumbre. Las alusiones a sus fechas históricas están
tan limitadas en esta literatura, que el tiempo de composición es
relativamente insignificante. Tampoco tienen primordial importancia
el autor. Reyes, profetas, filósofos, poetas, el pueblo común, todos
están representados entre los que contribuyeron a su confección,
muchos de los cuales son anónimos.
En esta literatura se hallan
reflejados los problemas, las experiencias, las creencias, la
filosofía y la actitud de los israelitas. Tal amplia variedad de
intereses, está expresada como un llamamiento universal. El uso
frecuente por el pueblo común por todo el mundo de la voluminosa
literatura escrita desde el Antiguo Testamento y sus tiempos, indica
que los libros poéticos tratan con problemas y verdades familiares a
todo el género humano. Sin embargo, las diferencias en tiempo, cultura
y civilización, las ideas básicas expresadas por los escritores
israelitas en su interpretación de la vida, son todavía vitalmente
importantes para el hombre en todas partes.
Job — el problema del
sufrimiento
El sufrimiento humano es el gran
problema, antiguo como el tiempo, discutido en el libro de Job. Esta
cuestión ha continuado siendo uno de los Problemas insolubles del
hombre. Tampoco el libro de Job proporciona una solución final a la
cuestión. Sin embargo, verdades de verdadera significación se
encuentran proyectadas en esta extensa discusión.
Considerado como una unidad, el
libro de Job es en su presente forma, lo que podría calificarse de un
drama épico. Aunque la mayor parte de la composición es poética, su
estructura general es en prosa. En esta última forma, la narrativa
proporciona base para su total discusión. Ni la fecha de su fondo
histórico, ni el tiempo de su composición, puede ser localizado en
este libro con seguridad, y el autor es anónimo.
El libro de Job ha sido reconocido
como una de las producciones poéticas de todos los tiempos. Entre los
escritores hebreos el autor de este libro, despliega el más extenso
vocabulario; a veces se le ha considerado como el Shakespeare de los
tiempos del Antiguo Testamento. En este libro se exhibe un vasto
tesoro de conocimientos, un soberbio estilo de vigorosa expresión,
profundidad de pensamiento, excelente dominio del lenguaje, nobles
ideales, y un alto nivel ético, además de un genuino amor por la
naturaleza. Las ideas religiosas y filosóficas han merecido la
consideración de los más grandes teólogos y filósofos hasta el
presente.
No sólo tiene una multiplicidad de
interpretaciones —demasiado numerosas para ser consideradas en este
volumen— sino que el texto en sí mismo ha sufrido considerablemente de
extensas enmiendas, conjeturas, fantásticas correcciones y
reconstrucciones. Numerosos han sido las opiniones y las
especulaciones concernientes a su origen.
El lector que se enfrenta con él,
debería considerar este libro como una unidad. Las variadas
interpretaciones y las numerosas teorías de su origen, merecen la
oportuna investigación para los estudiosos avanzados pero la simple
verdad contenida en este libro como una unidad, es una significativa
faceta de la revelación del Antiguo Testamento.
El hogar patrio de Job era el país
de Uz. Aunque falta la correlación cronológica específica, los tiempos
en que vivió Job encajan mejor en la era patriarcal. Los infortunios
de este hombre justo, dan pie a la base para el diálogo que constituye
la mayor parte de este libro.
Vividamente, la personalidad de
Job aparece retratada en tres situaciones diferentes: en tiempos de
una prosperidad sin precedentes, la extrema pobreza, y su
inconmensurable sufrimiento personal. La fe de Job va más allá de lo
mundano y apunta siempre a una esperanza eterna. Incluso aunque lo
último no está claramente definido, Job no llega a la completa
desesperación durante el tiempo crucial de sus sufrimientos.
Job es descrito como una persona
temerosa de Dios, que no ha tenido parigual jamás en toda la raza
humana (1:1,8; 2:3; 42:7-8). El alto nivel ético por el que vivió está
más allá de la realización de la mayor parte de los hombres (29-31).
Incluso después de que sus amigos han analizado la pauta completa de
su conducta, la moral de Job y su conducta permanece más allá de todo
reproche.
Para comenzar con el relato, Job
era el hombre más rico del Este. Las posesiones materiales, sin
embargo, no obscurecen su devoción hacia Dios. En tiempos felices de
continuas fiestas, hace sucesivos sacrificios para el bienestar de
toda su familia (1:1-5). El uso de su riqueza en ayudar al necesitado,
se refleja a todo lo largo del libro.
Repentinamente, Job queda reducido
a una extrema pobreza. En cuatro catastróficos acontecimientos, pierde
todas sus posesiones materiales. Dos de esas grandes desgracias,
aparentemente, provienen de causas naturales, los ataques de los
sábeos y caldeos. Las otras dos, un terrible fuego que lo consume todo
y un gran viento huracanado, estaban fuera del control humano. Job no
solamente queda reducido a una total bancarrota sino que Pierde a
todos sus hijos.
Job fue sumido en una terrible
confusión, se desgarra las vestiduras y se afeita la cabeza. Entonces,
se vuelve hacia Dios en adoración. Reconociendo que todo lo que había
poseído había provenido de Dios, él también reconoce que en la
providencia de Dios lo había perdido todo. Y por eso le bendice, no
acusándolo de ninguna culpa.
Atacado de terrible sarna (2:7-8),
Job se sienta en un muladar lleno de cenizas y desesperadamente busca
alivio rascándose con un trozo de teja sus heridas y pústulas. En ese
momento, su esposa le aconseja que maldiga a Dios y que muera. De
nuevo, este hombre justo surge por encima de toda circunstancia y
reconoce a Dios como dueño y señor de todas las vicisitudes de la vida.
Tres amigos, Elifaz, Bildad y
Zofar, llegan a visitarle con el propósito de confortarle. Ellos
apenas sí le reconocen sumido en un estado de agudo sufrimiento. Tan
sorprendido estaban, que se sientan en silencio durante siete días.
Job finalmente rompe con su actitud pasiva y maldice el día de su
nacimiento, la no existencia habría sido mejor que soportar tales
sufrimientos. Con la angustia en el alma y el tormento físico en el
cuerpo, sopesa el enigma de la existencia en la pregunta: ¿Por qué
habré nacido?
El problema que sirve de base en
la totalidad de la discusión, era el hecho de que ni Job ni sus
amigos, conocían la razón para aquellas evidentes desgracias e
infortunios. Para ellos, la razón de todo es desconocida. Satanás
aparece ante Dios para poner a prueba la devoción de Job y su fe. Y
hace la acusación de que Job simplemente sirvió a Dos por las
recompensas materiales y se le concede permiso para destrozar todas
posesiones del hombre más rico del Este, aunque para hacerle daño al
propio Job. Cuando la filosofía resultante de Job respecto a la vida,
resiste a la de Satanás, Dios concede al acusador la libertad de
eligir a Job, pero con la específica restricción de no atentar contra
su vida. Aunque Job había maldecido el día en que vino al mundo, nunca
maldijo contra Dios. Consciente por completo de sus sufrimientos y no
encontrando ninguna explicación, Job propone la pregunta "¿por qué?"
mientras que ahonda en el misterio de su peculiar suerte en la vida.
Con cierta repugnancia, sus amigos
intentan consolarle, ya que él lo había hecho con muchos otros en
tiempos pasados (4:1 ss.). Elifaz, precavidamente, resalta que ningún
mortal con sabiduría limitada puede aparecer perfectamente justo ante
un Dios omnipotente. Fallando en reconocer la genuína devoción de Job
hacia Dios, Elifaz llega a la conclusión de que está sufriendo a causa
del pecado (4-5).
En respuesta, Job describe la
intensidad de su miseria, que incluso sus propios amigos no comprenden.
Para él, parece como si Dios le hubiese abandonado a un continuo
sufrimiento. En vano desea con vehemencia que llegue una crisis en la
cual pueda encontrar alivio, o bien, la muerte para su pecado (6-7).
Bildad, inmediatamente, le replica
que Dios no trastocaría la justicia. Apelando a la tradición y
afirmando que Dios no rechazaría a un hombre sin tacha, Bildad implica
que Job está sufriendo precisamente por sus propios pecados (8).
¿Cómo un hombre puede ser justo ante Dios? es la siguiente pregunta de
Job. Nadie es igual a Dios, Dios es omnipotente y actúa siguiendo su
voluntad sin tener que dar cuentas a nadie. Sin arbitro ni juez que
intervenga o explique la causa de sus sufrimientos, Job apela
directamente al Todopoderoso. Hastiado de la vida en tan insoportable
estado, Job espera el alivio con la muerte (9-10).
Zofar, decididamente, increpa a
Job por plantear tales cuestiones. Dios podría revelar su pecado; pero
la sabiduría divina y el poder de Dios están fuera del alcance de la
comprensión del hombre. Aconseja a Job que se arrepienta y confiese su
culpabilidad, concluyendo que la sola esperanza para el malvado es la
muerte (11).
Job, valientemente, afirma que la
sabiduría no está limitada a sus amigos. Toda la vida, lo mismo que la
humana que la de las bestias, está en las manos de Dios. De acuerdo
con sus oponentes reafirma que Dios es omnipotente, omnisciente, y
justo. Con una intensa vehemencia hacia Dios, pero no comprobando el
recibir ningún alivio temporal, Job se hunde en las profundidades de
la desesperación. En un período de duda, se pregunta si habrá vida
después de la muerte (12-14).
Elifaz acusa a Job de hablar cosas
sin sentido, faltando así el respeto debido a Dios. Afirmando que es
demasiado arrogante, Elifaz insiste que la tradición tenía la
respuesta: el sufrimiento es el resultado del pecado. El conocimiento
común enseña que el malvado tiene que sufrir (15).
Recordando a sus oyentes que
aquello no era nada nuevo, Job concluye rectamente que sus amigos son
unos miserables consoladores. Aunque su espíritu está roto, sus planes
deshechos y su vida tocando a su fin, mantiene que su testimonio en el
cielo abogará por él (16-17).
Bildad tiene poco que añadir.
Simplemente reafirmar la aserción de sus colegas, de que el malvado
tiene que sufir. Todo el que sufre forzosamente tiene que ser impío
(18).
Olvidado por sus amigos, alejado y
abandonado por su familia, aborrecido por su esposa, e ignorado por
sus sirvientes, Job describe su solitaria condición de estar sufriendo
por la mano de Dios. Solamente la fe lleva más allá de sus presentes
circunstancias. Y anticipa la futura vindicación sobre la base de su
conducta (19).
La esencia de la réplica de Zofar,
es de que la prosperidad del malvado es muy corta y breve. Vuelve
obstinadamente a repetir que el sufrimiento es la parte que toca al
hombre malvado (20).
Job termina el segundo ciclo de
discursos, rechazando las conclusiones básicas de sus amigos. Mucha
gente malvada goza plenamente de las cosas buenas de la vida, recibe
un honorable enterramiento y son respetadas por sus éxitos. Esto
siempre fue constatado por los que observan y por aquellos que tienen
un amplio conocimiento de los hombres y los asuntos del mundo (21).
En el tercer ciclo de sus
discursos, continúa el problema de encontrar la solución para Job.
Creyendo firmemente que aquel sufrimiento es el resultado del pecado,
los amigos de Job llegan a la conclusión de que Job había sido un
pecador. Puesto que la causa del sufrimiento no puede ser atribuida a
un Dios justo, omnipotente, tiene que encontrarse en el sufrimiento
individual. Elifaz, por tanto, culpa a Job con pecados secretos, acusa
a Job de que ha asumido que Dios en su lejanía infinita no se da
cuenta de su tiránico tratamiento con los pobres y los oprimidos.
Puesto que ws pecados de Job son la causa de su miseria, Elifaz le
aconseja de que se vuelva hacia Dios y se arrepienta (22).
Job aparece confuso. Su
sufrimiento continúa y los cielos permanecen silenciosos. Una
sensación de urgencia y de impaciencia le sobrecoge al ver que Dios no
actúa en su nombre. Todo lo que él había hecho era totalmente conocido
por el Dios a quien había servido fielmente con fe y obediencia. Al
mismo tiempo, la injusticia, la violencia, y la iniquidad continúan, y
Dios sostiene la vida de los perversos y malvados (23-24).
Bildad habla brevemente. Ignorando
los argumentos, intenta que Job caiga de rodillas ante Dios. Y en esto,
no tuvo éxito (25).
Job está de acuerdo con sus
amigos, de que el hombre era inferior a Dios (26). Afirmando de que él
era inocente, y que no tenía razón en sus cargos, él es el vivo
retrato del malvado. Sus amigos no tenían ninguna garantía de perder
su prosperidad. Aunque el hombre ha explorado y buscado los recursos
de la naturaleza, él todavía estaba confuso en su busca por la
sabiduría. Esta no podía ser comprada, aunque Dios ha mostrado su
sabiduría por todo el Universo. ¿Podría el hombre hallarla? Sólo el
temeroso de Dios, el hombre moral, tiene acceso a tal sabiduría y a su
comprensión (28).
Job concluye su tercer ciclo de
discursos, revisando todo su caso. Contrasta los días dorados de
extrema felicidad, prosperidad y prestigio con su presente estado de
sufrimiento, humillación, y angustia del amia en la conciencia, de
que lo que a él le está sucediendo estaba ordenado por Dios. Con
considerables detalles, Job hace un recuento de su nivel ético e
integridad tratando con todos los hombres. No manchado por la
inmoralidad, la vanidad, la avaricia, la idolatría, la amargura y la
insinceridad, Job reafirma su inocencia. Ni el hombre ni Dios podrían
sostener los cargos que sus amigos han levantado contra él (29-31).
Aparentemente, Eliú ha escuchado
pacientemente los debates entre Job y sus tres amigos. Siendo más
joven, se retrae de hablar hasta que es compelido a ello para intentar
discernir lo que era verdad de Dios. Tras denunciar a Job por su
actitud hacia el sufrimiento, refuta sus quejas. Con una tierna
sensibilidad hacia el pecado y una genuina reverencia hacia Dios, Eliú
sugiere la sublimidad de Dios como maestro que busca disciplinar al
hombre. La grandeza de Dios, desplegada en las obras de la creación de
la naturaleza, es sobrecogedora. La comprensión del hombre hacia Dios
y sus caminos, está condicionada por la limitación de su mente. ¿Cómo
podría el hombre conocer rectamente a Dios? Por lo tanto, no sería
prudente hacerlo con su fatuidad, sino practicar el temor de Dios que
es grande en poder, justicia y rectitud (32-37).
En una multitud de palabras, ni
Job ni sus amigos, han resuelto el problema de la retribución, el
misterio del sufrimiento, o los disciplinarios designios en lo que
toca a la vida de Job. Tampoco los discursos sobre el Altísimo
presentan un razonado argumento que permita una detallada y lógica
explicación (38-41). La respuesta de Dios desde un torbellino reside
en la grandeza de su propia majestad. Las maravillas del universo
físico, y las del reino animal, muestran la sabiduría de Dios, más
allá de cualquier concepción o entendimiento. Incluso Job, que ha
respondido a sus amigo8 repetidamente, reconoce
humildemente que él no podría responder a Dios. Pero Dios continúa
hablando. ¿Acaso no ha creado El los monstruos del mar lo mismo que a
Job? ¿Es que Job tendría el poder de controlar al behemot (hipopótamo)
y al leviatán? (cocodrilo). Si el hombre no puede enfrentarse con esas
criaturas, ¿cómo podría esperar hacer frente a su creador, el Uno que
los ha creado a ellos?
Job está sobrecogido con la
sabiduría y el poder de Dios. Ciertamente, los propósitos y designios
de Aquel que tiene tal sabiduría y poder, no pueden ser cuestionados
por mentes finitas. ¿Quién pone en duda la propiedad de los caminos de
Dios en el sufrimiento de los justos o en la prosperidad del malvado?
Los secretos y motivaciones de Dios en su justicia hacia el género
humano, están más allá de todo alcance humano. En el polvo y en la
ceniza, Job se inclina humildemente en adoración, confesando su
insignificancia. En una nueva perspectiva de Dios, al igual que por sí
mismo, comprueba que ha hablado más allá de su limitado conocimiento y
comprensión. Por la fe y la confianza en Dios, él se sobrepone a las
limitaciones de la razón humana en la solución de los problemas, que
tan audazmente ha planteado ante el silencio de los cielos y antes de
que éste se rompa (42:1-6).
Identificado por Dios como "mi
siervo", Job se convierte en el sacerdote oficiante e intercesor para
sus tres amigos que tan estúpidamente habían hablado. Su fortuna fue
restaurada en doble medida. En la camaradería de sus parientes y
amigos, Job vuelve a experimentar el bienestar y las bendiciones de
Dios, tras el tiempo de su severa prueba.
Los Salmos — Himnología de
Israel
Por más de dos milenios, el libro
de los Salmos ha sido la más popular colección de escritos del canon
del Antiguo Testamento.
Los Salmos fueron utilizados en
servicios del culto religioso por los israelitas, comenzando en los
tiempos de David. La Iglesia cristiana ha incorporado los Salmos a la
liturgia y a su ritual a lo largo de los siglos. En todos los tiempos,
el libro de los Salmos ha merecido más interés personal y mayor uso en
público y en el culto que cualquier otro libro del Antiguo Testamento,
superando todas las limitaciones geográficas o raciales.
La popularidad de los Salmos
descansa en el hecho de que reflejan la experiencia común de la raza
humana. Compuestos por numerosos autores, los varios Salmos expresan,
las emociones, sentimientos personales, la gratitud, actitudes
diversas, e intereses del promedio individual de las personas. Las
personas de todo el mundo han identificado su participación en la vida
con la de los Salmistas.
Aproximadamente, dos tercios de
los 150 Salmos, están asignados a varios autores por su título. El
resto, es anónimo. En la identificación hecha hasta ahora 73 se
adscriben a David, 12 a Asaf, 10 a los hijos de Coré, 2 a Salomón, uno
a Moisés y uno a cada de los esdraítas Hernán y Etán. Los títulos
también pueden proporcionar información concerniente a la ocasión en
que fueron compuestos los Salmos por las instrucciones musicales y su
adecuado uso en el culto.
Cómo y cuándo fueron coleccionados
los Salmos, es asunto sujeto a variada y múltiple discusión. Puesto
que David tenía tan genuino interés en establecer el culto y comenzó
con el uso litúrgico de algunos de ellos, es razonable asociar la
primera colección con él, como rey de Israel (I Crón. 15-16). El
cantar de los salmos en la casa del Señor también fue un uso
introducido por David (I Crón. 6:31). Con toda probabilidad, Salomón,
Josafat, Ezequías, Tosías y otros, construyeron al arreglo y extensión
del uso de los Salmos en subsiguientes centurias. Esdras en la era
post-exílica, pudo haber sido el editor final del libro.
Con pocas excepciones, cada Salmo
es una unidad simple, sin relación con el precedente o el que le sigue.
Consecuentemente, la longitud del libro con 150 capítulos, es muy
difícil de reseñar. Una división quíntuple preservada en el texto
hebreo y en las más antiguas versiones, es como sigue: I (Salmos
1-41), II
(42-72),
III
(73-89),
IV
(90-106),
V
(107-150). Cada una de esas
unidades termina con una doxología. En la última división, el Salmo
final sirve como la doxología concluyente. Aunque se han hecho
numerosas sugerencias para este arreglo, aún permanece en pie la
cuestión que concierne a la historia o al propósito de tales
divisiones.
El sujeto de la cuestión parece
proporcionar la mejor base para un estudio sistemático de los Salmos.
Varios tipos pueden, ser clasificados en ciertos grupos, puesto que
representan una similaridad de experiencia como fondo, y tienen un
tema común.
La necesidad de la salvación del
hombre es universal. Esto está expresado en muchos Salmos en los
cuales la voz del justo apela a Dios en busca de auxilio. Agobiado por
la ansiedad, el peligro inmediato, un sentimiento de vindicación o una
necesidad para la resurrección, hacen que el alma se vuelva hacia Dios.
Los más intensamente expresados,
son los anhelos del individuo penitente. Con pocas excepciones, esos
Salmos están adscritos a David. Libremente, él expresa sus
sentimientos de la sincera confesión del pecado. Más ejemplarmente es
el Salmo 51, cuyo fondo histórico se encuentra en II Sam. 12:1-13.
Totalmente consciente de su terrible culpabilidad, que se expresa con
un triple énfasis —el pecado, la iniquidad y la trasgresión— David no
busca el evadirse de su personal responsabilidad. Sobrecogido y
totalmente humillado, se vuelve hacia Dios con la fe, dándose cuenta
de que un espíritu roto y humillado es aceptado a Dios. Los
sacrificios y servicios de un individuo arrepentido, son la delicia
del Dios de la misericordia. El Salmo 32 está relacionado con la misma
experiencia, e indica la guía divina y alabanza que se convierte en
realidad en la vida de uno que haya confesado con arrepentimiento su
pecado.
Los Salmos de alabanza son
numerosos. Estas expresiones de exultación y gratitud son a menudo la
consecuencia natural de una gran liberación. La alabanza a Dios, con
frecuencia, se expresa por el individuo que comprueba las obras de la
creación en la naturaleza del Todopoderoso (Salmos 8, 19, etc.). La
acción de gracias por las cosechas (65), la alegría en la adoración
(95-100), la celebración de las fiestas (111-118), y los "Grandes
Aleluyas" (146-150) se hacen partes importantes de la salmodia de
Israel.
Los Salmos de los peregrinos
(120-134) están etiquetados como "Cantos de los Antepasados" o "Cánticos
graduales". El fondo histórico para esta designación es desconocido.
Se han emitido varias teorías asumiéndose ahora generalmente, que esos
Salmos estaban asociados con los peregrinajes anuales de los
israelitas a Sión para los tres grandes festivales. Este grupo
distintivo ha sido reconocido como un salterio en miniatura, puesto
que su contenido representa una amplia variedad de emociones y
experiencias.
En los Salmos históricos, los
salmistas reflejan las relaciones de Dios con Israel en tiempos
pasados. Israel tuvo una historia de variadas experiencias que
proporcionó un rico fondo que inspiró a sus poetas y escritores de
cantos. En toda la extensión de esos Salmos, hay numerosas referencias
a los hechos milagrosos y divinos favores que se le concedieron a
Israel en tiempos pasados.
Los Salmos mesiánicos indicaban
proféticamente algunos aspectos del Mesías como fue revelado en el
Nuevo Testamento. Sobresaliendo en esta clasificación, está el Salmo
22, que tiene varias referencias y que establecen un paralelo con la
pasión de Jesús, retratadas en los cuatro Evangelios. Aunque este
grupo refleja la experiencia emocional de sus autores, sus
expresiones, bajo inspiración divina, tiene importancia profética.
Interrelacionado con la vida y el mensaje de Jesús, este elemento en
los Salmos es vitalmente significativo como está interpretado en el
Nuevo Testamento, vagamente expresado en los Salmos de culto, las
referencias mesiánicas se hacen más aparentes al ser cumplidas en
Jesús, el Mesías.
Otro grupo de Salmos puede ser
clasificado por el uso del acróstico en su arreglo. El más familiar en
su categoría, es el Salmo 119. Por cada serie de ocho versos, se
utiliza sucesivamente una letra del alfabeto hebreo. En otros Salmos
sólo se asignan una simple línea para cada letra. Naturalmente, el uso
de este dispositivo no puede ser efectivamente transmitido a las
versiones en otros idiomas.
Con este análisis ante él, el
lector principiante reconocerá que el libro de los Salmos es tan
diverso como un himnario de iglesia. La clasificación extendida de los
Salmos, incrementa necesariamente la duplicación, en las diversas
categorías. Que esta consideración no sea sino un principio para el
ulterior estudio de cada Salmo individual.
Los Proverbios — una antología
de Israel
El libro de los Proverbios es una
soberbia antología de expresiones sabias. Provocativo en estimular el
pensamiento, un proverbio resalta una simple verdad, evidente por sí
misma. En el uso popular, tuvo con frecuencia una desfavorable
conotación. La literatura de los Proverbios, sin embargo, representa
la sabiduría del sentido común expresada en una forma breve y
aguada. En el transcurso del tiempo, un proverbio —mashal en
hebreo— no solamente se convirtió en un instrumento de instrucción
sino que ganó un uso extensivo como tipo de discurso didáctico.
La colección de proverbios
preservada en el libro, por tal nombre, contiene repetidas rúbricas de
origen en sus diversas partes.
Una breve consideración, de estas
anotaciones, hace aparente que el libro de los Proverbios es, en su
forma presente, un resumen que cubre siglos de tiempo transcurrido.
Incluso aunque la mayor parte de esta colección está asociada con
Salomón, es obvio que se añadieron ciertas partes durante o
posteriormente al tiempo de Ezequías (700 a. C).
La asociación de la sabiduría con
Salomón está bien, atestiguada en Reyes y Crónicas. Los relatos
históricos de este gran rey, le retratan como el compendio de la
sabiduría en la gloria de Israel en su período más próspero. En
humilde dependencia con Dios, comenzó su reinado con una oración en
solicitud de la sabiduría. En su amor por Dios, su preocupación por
hacer siempre el juicio justo, y la sabia administración de sus
problemas domésticos y extranjeros, Salomón representa la esencia de
la sabiduría práctica (I Reyes 3:3-28; 4:29-30; 5:12). Sobresaliendo
por encima de todos los hombres sabios ganó tal fama internacional,
que gobernantes extranjeros, entre la más notable, la Reina de Saba,
fueron para expresar su admiración y buscar su sabiduría
(II
Crótx. 9:1-24).
Versátil en sus trabajos
literarios, Salomón hizo discursos sobre materias de común interés,
tales como las plantas y la vida animal. Con el eré-dito de haber
compuesto tres mil proverbios y cinco cantos, las partes del libro de
los Proverbios que se le adscriben no son sino una muestra de sus
palabras de sabiduría.
La relación entre el libro de los
Proverbios y la sabiduría de Amen-en-opet, ha quedado como problema de
ulterior estudio. Puesto que la fama de Salomón en sabiduría
prevaleció por todo el Creciente Fértil, parece razonable el
considerar seriamente que la sabiduría egipcia estuviese influenciada
por los israelitas. La deuda de Amen-en-opet a los Proverbios parece
más verosímil, si Griffith está en lo cierto al fechar al anterior en
aproximadamente el 600 a. C., cuando los sabios habían ya sido activos
en Israel por varios siglos.
Puede muy bien ser que los
Proverbios 1-24 vengan seguramente de los tiempos salomónicos y
proporcionen una base para la adicción de otros Proverbios por los
hombres de Ezequías (25-29). Aquellos hombres, probablemente,
editaron la colección entera en los capítulos precedentes. La
identidad de Agur y Lemuel y la fecha para la adición de los dos
capítulos finales, permanecen aún desconocida hasta nuestros días.
Una variedad de formas poéticas y
dichos llenos de sapiencia se hacen aparentes en los Proverbios. Los
primeros nueve y los dos últimos capítulos son extensos discursos,
mientras que las secciones restantes contienen cortas coplas,
constituyendo cada una, una unidad.
El paralelismo, tan característico
en la poesía hebrea, se usa efectivamente en estos proverbios. En
paralelismo "sinónimo" el pensamiento es repetido en la segunda línea
del dístico, ejemplificado en 20:13:
No ames el sueño, para que no te
empobrezcas;
Abre tus ojos, y te saciarás de
pan.
Frecuentemente, la segunda línea
será "antitética" expresando un contraste. Nótese el ejemplo en 15:1:
La blanda respuesta quita la ira;
Mas la palabra áspera hace subir
el furor.
En un paralelismo "sintético" o "ascendiente"
la idea expresada en la primera línea, está completada en la segunda.
Esta progresión del pensamiento está aptamente ilustrada en 10:22:
La bendición de Jehová es la que
enriquece,
Y no añade tristeza con ella.
Mientras que muchas partes de los
Proverbios están completas en sí mismas, el libro como unidad, merece
una seria consideración para el lector principiante.
El título de este libro en su
mayor parte se aplica en forma de cortos aforismos en 10:1-22:16, que
están caracterizados como proverbios. La introducción en 1:1-7, sin
embargo, incluye la entera colección en su declaración de propósitos.
Aunque proyectado como guía para la juventud, tales proverbios ofrecen
la sabiduría para todos. Su nota predominante es "el temor de Dios" y
la sabiduría tiene como clave una recta relación con Dios. El
conocimiento personal de Dios es el fundamento para un vivir recto.
Una reverencia para Dios en el diario vivir es la verdadera aplicación
de la sabiduría.
Se resume un concepto de discusión
entre la sabiduría y la insensatez en 1:8-9:18. Se dispone en la
relación entre maestro y alumno o padre e hijo con el que escucha al
que frecuentemente se dirige como "mi hijo • De la escuela de la
experiencia proceden palabras de instrucción a la juventud, que se
adentra en los misteriosos y desconocidos caminos de la vida. La
sabiduría está personificada. Y habla con una lógica irrefutable-Discute
con la juventud para considerar todas las ventajas que ofrece la
sabiduría y advierte a la gente joven contra los senderos de la
estulticia, resaltando realísticamente los peligros de los crímenes
sexuales, malas compañías, y otras malas tentaciones. En una llamada
final, la sabiduría se extiende e invita a la mesa del banquete. La
ignorancia conduce a la ruina y la muerte; pero los que se deciden por
la sabiduría tienen asegurado el favor de Dios.
Los proverbios de Salomón
preservados en 10:1-22:16 consisten en 375 versos, cada uno de los
cuales normalmente constituye un dístico. La inmensa mayoría son,
antitéticos, mientras que otros son comparaciones o declaraciones
complementarias. Varios aspectos de la pauta de la conducta del sabio
y el ignorante, se sitúan en primer término. La riqueza, la
integridad, la observancia de la ley, el discurso, la honestidad, la
arrogancia, el castigo, las recompensas, la política, el soborno, la
sociedad, la familia y la vida en ella, la reputación, el carácter;
casi todas las fases de la vida son situadas en su adecuada
perspectiva.
Las palabras de la sabiduría en
22:17-24:34, contienen aforismos instructivos, la mayor parte de los
cuales son mayores que los dísticos de la sección precedente. Los
peligros de la opresión, la etiqueta a la mesa real, la insensatez de
enseñar a los tontos, el temor de Dios, las mujeres, la borrachera y
los beneficios de la sabiduría reciben consideración en este discurso
entre maestro-discípulo.
Los proverbios coleccionados por
los hombres de Ezequías, están agrupados juntos en 25-29.
Probablemente la derrota de Senaquerib y la reavivación religiosa en
los días de Ezequías estimuló el interés en este propósito literario.
No es descabellado suponer que Isaías y Miqueas estuviesen entre ese
grupo de hombres. Estos proverbios proporcionan consejo para los reyes
y subditos con especial atención a la pauta de conducta de los
estultos. En las oportunidades que ofrece la vida, el estulto exhibe
su estulticia, mientras que el hombre sabio demuestra las formas de
la sabiduría.
Los dos últimos capítulos son
unidades independientes. Agur, un autor desconocido, habla de las
limitaciones del hombre y de la necesidad de guía por parte de Dios,
con Su palabra. Como cosa característica de las antiguas formas de
literatura, plantea cuestiones retóricas, hablando en ellas de
diversos problemas de la vida, concluyendo con consejos prácticos.
El capítulo final abre con las
instrucciones de Lemuel, lo correspondiente a los reyes. En un
acróstico alfabético alaba la inteligente e industriosa ama de casa
—la madre consagrada a su hogar y a sus hijos es digna de la mayor
alabanza.
Eclesiasíés — la investigación
de la vida
La filosofía de su autor y
fascinantes experiencias, son la base profunda del libro del
Eclesiastés. Hablando como "Cohelet" o como "Predicador" establece en
prosa y en verso sus investigaciones y conclusiones.
Aunque este libro está asociado
con Salomón, la cuestión del autor del mismo, continúa siendo un
enigma. ¿Escribió Salomón el Eclesiastés, o lo hizo el rey israelita
anónimo que representó el epítome de la sabiduría? Tampoco
está establecida la fecha de su escritura. Quienquiera que fuese el
autor, utiliza pasajes clásicos de otros libros del Antiguo Testamento.
Se trata de un profundo tratado, que junto con Job y los
Proverbios, está clasificado como la literatura de la sabiduría de los
judíos. Era leído públicamente en la fiesta de los Tabernáculos, e
incluido por los judíos en los "Megilloth" o libros utilizados en los
días festivos. El énfasis del autor sobre el goce de la vida, hacía de
ellos una lectura apropiada en la estación anual de las diversiones.
El Eclesiastés representa una
expresión de las vicisitudes del hombre, sus venturas y sus fracasos.
El autor no presenta una filosofía sistemática como Aristóteles,
Espinoza, Hegel o Kant, con su desarrollo, sino que hace una cuidadosa
investigación y examen sobre la base de las observaciones y
experiencias, de las que obtiene sus conclusiones. Como un todo,
limita sus investigaciones a las cosas hechas "bajo el sol", una frase
a la que recurre con frecuencia. Otra expresión, "todo es vanidad" (todo
es vapor o aliento) que expresa en veinticinco ocasiones, da la
evaluación del autor de las cosas mundanas que él considera. En su
fiel deliberación, se vuelve hacia Dios.
De forma escéptica, el autor
propone esta cuestión: ¿qué es lo más valioso como objeto de la vida?
Como en la naturaleza, así en la vida del hombre existe un repetido
ciclo sin fin (1:4-11). En este mundo no existe nada nuevo. Con esta
introducción, el autor afirma la futilidad de cualquier cosa que haya
bajo el sol.
Explorando los valores de la vida,
Cohelet busca la sabiduría; pero esto incrementa la tristeza y
el dolor (1:12-18). Buscando la satisfacción en una vida variada y
equilibrada, continúa con su investigación. Como un hombre culto,
busca el mezclar el placer, la risa, el goce de los jardines, las
mansiones, el vino y la música en una armoniosa pauta de la
vida, pero también, todo es fútil (2:1-11). En un sentido, es
paradójico buscar la sabiduría, puesto que el hombre sabio intenta
actuar a la vista de un futuro que le es desconocido. ¿Por qué no
vivir como el ignorante que vive al día? (2:12-23). Pero Dios ha
creado y diseñado todas las cosas para el goce del hombre. En el
ciclo sin fin de la vida, hay un propósito para todas las cosas que El
ha hecho (2:24-3:15) y en última instancia, es responsable ante Dios
(3:16-22).
¿Qué finalidad tiene la situación
económica del hombre en la vida? ¿Quién goza más de la vida —el que
cumple con las responsabilidades que se le han asignado como un
sirviente ordinario (4:1-3) o el industrioso, agresivo individuo que
busca sólo el ganar riquezas y popularidad (4:4:16)? El practicar la
religión como una cuestión de rutina o el hacerlo hipócritamente, no
es ventajoso. Las ganancias de la vida pueden traer la ruina incluso
a un rey, puesto que todo está sujeto a lo que Dios haya previsto para
la naturaleza (5:1-17). La capacidad de gozar las abundantes
provisiones de Dios, procede precisamente del propio Dios (5:18-6:12).
El aplicar la sabiduría y la temperancia en todas las cosas, es
prudente. Desgraciadamente, ninguna criatura finita logra una pauta
equilibrada del vivir, aunque Dios creó al hombre bueno en el
principio (7:1-29).
Ningún hombre alcanza la perfecta
sabiduría en esta vida. No conociendo el futuro, el análisis de la
vida del hombre está definitivamente limitado. Cuando la muerte le
destruye, sea justo o malvado, no tiene remedio ni ayuda (8:1-11). A
pesar del hecho de que la muerte llega a todos por igual y que el
universo se muestra indiferente a las normas de moral, es, sin
embargo, cuestión de sabiduría el temer a Dios (8:12-17). El hombre no
puede comprender la vida —y la muerte es inevitable— pero esto no
debería impedir que goce de la vida en toda su plenitud (9:1-12). La
sabiduría, sin embargo, debería ser aplicada en todas las cosas.
Valioso y ejemplar es el caso del hombre pobre cuya sabiduría salvó a
toda una ciudad (9:13-18). La temperancia en todas las cosas debería
regular el goce del hombre por la vida. Una pequeña locura puede
acarrear mucho dolor y privar a uno de numerosos beneficios (10:1-20).
Ciertos principios y prácticas
deben guardarse en la mente. Compartir los dones de la vida con otros,
incluso aunque ignoremos el futuro (11:1-6). La filosofía epicúrea del
vivir sólo por el presente queda planteada así. Permitir que la
juventud goce de la vida hasta el máximo, pero recordar que al final
se encuentra Dios (11:7-10). Con una prudente alegoría a la edad
madura, la juventud queda advertida de recordar a su Creador en ios
años tempranos de su vida. La deterioración de sus órganos corporales,
facultades mentales, puede anular y hacerle incapaz de tomar a Dios en
consideración (IZ:!-?).
La admonición final al hombre está
expresada en los dos últimos versos. El deber del hombre es temer a
Dios y guardar sus mandamientos, la base para su responsabilidad hacia
Dios (12:8-14).
El Cantar de los Cantares
La inclusión del Cantar de los
Cantares en los libros poéticos, permanece enigmático. Esto resulta
evidente por la amplia variedad de interpretaciones. Aunque es
imposible asegurar si este libro fue escrito por o para Salomón, el
título asocia su composición con el rey literario de Israel. El
contenido sugiere que este libro pertenece a Salomón, cuyo nombre se
cita cinco veces tras su verso de apertura.
Hay numerosas interpretaciones de
esta composición poética. La visión alegórica de judíos y cristianos,
la teoría dramática, la teoría del ciclo de las bodas, la teoría de la
literatura del Adonis-Tammuz, y otros puntos de vista, han tenido
ardientes defensores a través de los siglos. En una reciente
publicación, el Cantar de los Cantares representa una soberbia
antología lírica con cantos de amor, de la naturaleza, del cortejo
amoroso y matrimonio, que va desde la era salomónica hasta el período
persa. Al presente, no hay interpretación que goce de una amplia
aceptación entre los eruditos del Antiguo Testamento.
El consenso de los eruditos
aprueba que esta composición tiene una alta calidad poética como
expresión de las cálidas emociones del amor humano. Incorporado como
una unidad en el canon judío, merece consideración como un simple
poema más bien que una colección de cantos. Partes componentes del
libro son los monólogos, soliloquios y apostrofes. Una variedad de
escena —la corte real de Jerusalén, un jardín, un lugar en el campo, o
un entorno pastoral— encaja los componentes de las diferentes partes
de este poema, con los personajes presentados en una acción casi
dramática. Puesto que se han perdido tantos detalles en este canto de
amor, el intérprete se encara a numerosos problemas.
La interpretación literal parece
la más natural al lector. La figura principal parece ser una doncella
sulamita que es llevada desde un entorno pastoral al palacio real de
Salomón. Conforme el rey galantea a esta atractiva doncella, sus
intentos son rechazados. El esplendor del palacio y la llamada coral
de las mujeres de la corte, fracasan en impresionarla.
Ella anhela apasionadamente su
antiguo amor. Finalmente, su conflicto queda resuelto, al declinar las
ofertas del rey y vuelve hacia su pastor héroe.
Aunque la interpretación literal
habla de amor humano, la providencial inclusión de este libro en el
canon judío, indudablemente, tiene una significación espiritual. Lo
más verosímil es que los judíos reconocieran esto al leer el Cantar de
los Cantares anualmente en la pascua, que recordaba a los israelitas
el amor de Dios por ellos en su liberación del cautiverio egipcio.
Para los judíos, el amor material representa el amor de Dios por
Israel como está indicado por Isaías (50:1; 54:4-5), Jeremías
(3:1-20), Ezequiel (16 y 23) y Oseas (1-3). El vínculo entre Israel
(la doncella sulamita) y su pastor amante (Dios), era tan fuerte que
ninguna apelación de palabra (el rey) podía alinear a Israel de su
Dios. En el Nuevo Testamento, esta relación tiene un paralelo entre
Cristo y su Iglesia. Basado en la interpretación literal, el Cantar de
los Cantares ha sido así la base de una espiritual aplicación, tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo
XVIII
Isaías y su mensaje
Para comprender el mensaje de este
libro, es necesario estar familiarizado con la situación histórica del
profeta y del pueblo a quien entregó su mensaje. Muchas de las
alusiones, referencias y advertencias pueden malinterpretarse a menos
que los acontecimientos políticos en Judá, sean cuidadosamente
considerados, en relación con las naciones circundantes.
Con el profeta en Jerusalén
Se conoce muy poco respecto al
linaje de Isaías, su nacimiento, juventud o educación, más allá del
hecho de que fue hijo de Amos. Aparentemente, nació y se educó en
Jerusalén. Puesto que su llamada al ministerio pro-fético está
definitivamente fechado en el año que murió Uzías (740 a. C.), es
razonable fechar su nacimiento entre el 765 y 760 a. C.
Isaías nació en días de
prosperidad. Judá estaba volviendo a ganar su fuerza militar y
económica bajo el competente liderazgo de Uzías. Previamente, la
absurda política llevada a cabo por Amasias, había llevado a Judá a la
invasión y a la opresión por Israel y posiblemente el reproche del
encarcelamiento de Amasias. Este último acontecimiento pudo haber
promovido el reconocimiento de Uzías como corregente allá por el año
792-91 a. C. Con el cambio de reyes en Israel, Amasias fue restaurado
en el trono (782-81) sólo para ser asesinado (768). Esto dio a Uzías
el control único de Judá Y la oportunidad de afirmar su efectivo
caudillaje.
Ominosos acontecimientos pronto
sembraron amenazantes sombras a través de las futuras esperanzas de
Judá. En Samaría, Jeroboam al morir en
el 753, siguió la revolución y la efusión de sangre hasta que Manahem
se apoderó del trono. En Judá, Uzías fue tocado por la lepra como un
Juicio divino por asumir responsabilidades sacerdotales. Aunque Jotán
fue hecho corregente en aquel tiempo (ca. 750 a. C.), Uzías
continuó en el gobierno activo. La prosperidad económica prevaleció en
Judá conforme se extendía hacia el sur con sus fronteras, incluyendo
a Elat en el golfo de Acaba. Hacia el este, los amonitas eran
tributarios de Judá.
Más portentosa fue el acceso al
trono de Tiglat-pileser
III,
o Pul en, Asiría, en el 745 a. C. La subsiguiente conquista de
Babilonia por los asirios, precipitó una preparación unificada de los
gobernantes palestinos para la agresión asiría. En el 743-738, esta
expectación se convirtió en realidad, cuando el ejército asirio avanzó
hacia el oeste en diversas campañas. El rey asirio informa en sus
anales que derrotó a la fuerza palestina bajo el mandato de Azarías o
Uzías de Judá. Thiele fecha este hecho en el primer año de este
período.
Manahem, el rey de Israel, también tuvo que realizar un fuerte
tributo a! rey de Asiría
(II
Reyes 15:19).
Bajo la amenaza pendiente de la
agresión asiría, ocurrieron rápidos cambios en Israel y los mismos
tuvieron sus repercusiones en Judá. Cuando murió Manahem, fue
sucedido por su hijo Pekaía, que fue asesinado por Peka tras dos años
de gobierno. El último tomó el trono de Samaría en el 740-39 y comenzó
una agresiva política anti-asiria. La muerte de Uzías, el notable rey
de Judá y el más sobresaliente desde los días de David y Salomón,
ocurrió el mismo año.
Durante este año de tensión en el
país y en el exterior, el joven Isaías recibió su llamada profética.
Es verosímil que hubiese observado los desarrollos internacionales con
profundo interés cuando las esperanzas de Judá por la supervivencia
nacional se desvanecieron ante los avances de los ejércitos de Asiría.
No está indicado cual fue la actitud religiosa de Isaías en aquel
tiempo. Pudo haber estado familiarizado con Amos y Oseas, que se
mostraban activos en el Reino del Norte. Como hombre joven, pudo haber
estado en contacto con Zacarías, el profeta que tuvo tan favorable
influencia sobre Uzías. En este año crucial, el joven fue llamado a
ser el portavoz de la palabra de Dios, para entregar el mensaje de
Dios a una generación encarada con acontecimientos históricos sin
precedentes.
Mientras que Peka resistía
firmemente a los asirios, un grupo pro-asirio fue ganando poder en
Judá. Aparentemente, este movimiento fue el responsable de la
elevación de Acaz al trono en el 736-35 a. C., cuando los ejércitos
asirios se hallaban activos en. Nal y Urartu. Acaz pudo haber
precipitado la invasión asiría de los filisteos en el 734. Al menos,
tras de su retirada, Peka de Samaría y Rezín de Damasco, lanzaron un.
ultimátum a Acaz para unirse a ellos en oposición a Asiría. En este
momento, Isaías quedó implicado en la marcha de los acontecimientos.
Fue específicamente comisionado para avisar al rey de confiar en Dios
(Is. 7:lss.). Ignorando el aviso del profeta, Acaz hizo un tratado con
Tiglat-pileser III.
Aunque Judá fue
invadida por los ejércitos sirio-efraimíticos y perdió a Edom como
tributaria, Acaz sobrevivió con el avance del ejército asirio. Las
sucesivas campañas asirías dieron por resultado la conquista y
capitulación de Siria en el 732 a. C. Simultáneamente, Peka fue
ejecutado y substituido por Oseas, que aseguró el tributo de Israel al
rey de Asiría. Acaz se encontró con Tiglat-pileser en Damasco y selló
su pacto introduciendo el culto de adoración asirio en el templo de
Jerusalén.
La actividad de Isaías durante el
resto del reinado de Acaz es obscura. Tuvo que haber compartido el
profundo interés y ansiedad de los ciudadanos de Judá concernientes a
las luchas de Samaría, a unos sesenta kms., al norte de Jerusalén.
Cuando Salmanasar sucedió a Tiglat-pileser sobre el trono de Asiría,
Oseas terminó su servidumbre. Siguiendo un asedio de tres años por los
asirios, Oseas fue muerto, y Samaría conquistada por el invasor en el
722. Aparentemente, Acaz fue capaz de mantener favorables relaciones
diplomáticas con Asiria, evitando así la invasión de Judá en aquel
tiempo. No hay indicación de que Acaz pudiese haber conocido a Isaías
como un verdadero profeta.
Amaneció un nuevo día para Isaías
con el acceso al trono de Ezequías (716-15 a. C.). Acaz había
desafiado al profeta soportando el culto idolátrico en el templo, pero
Ezequías persiguió un radical y diferente curso de acción. Con todo
entusiasmo introdujo reformas, reparaciones y purificación del templo,
enviando invitaciones a los israelitas desde Beerseba hasta Dan para
unirse a las religiosas actividades de Jerusalén. Mientras que Isaías
no hace mención a estas reformas en su libro, la celebración nacional
de la pascua y la conformidad con la ley de Moisés, tuvieron que
haberle alentado por lo que concernía al futuro de Judá.
El conocimiento que se tiene hoy
de las relaciones judo-asirias durante el reinado de Sargón
II
(722-705 a. C.) es muy limitado.
En el relato bíblico, Sargón sólo se menciona una sola vez (Is. 20:1).
Se conoce que Asdod fue conquistado por los asirios en el 711 a. C.
Isaías finalmente advirtió a su pueblo que no deberían buscar en
Egipto ningún apoyo, incluso aunque Sabako, el etíope, había
establecido con éxito la
XXV
dinastía el año anterior. Durante tres años, Isaías caminó con los
pies desnudos y vestido como un esclavo, explicando su acción como
simbólica del hado de Egipto y Etiopía. ¡Qué estúpido era su pueblo
buscando ayuda egipcia rebelándose contra Asiria. Aparentemente,
Ezequías mantuvo favorables relaciones con Asiria durante este período,
pagando tributos. De acuerdo con un prisma fragmentario, Sargón se
jactó de recibir "regalos" procedentes de Judá.
De acuerdo con esto, Jerusalén estuvo segura de un ataque durante
aquel tiempo.
Mientras tanto, Ezequías estaba
construyendo sus defensas. El túnel de Siloé fue construido de forma
que Jerusalén estuviese asegurada de un adecuado suministro de agua en
caso de sufrir un prolongado asedio. Mucho tiempo antes de esto, en
los días de Acaz, Isaías había declarado valientemente que Asiria
extendería sus conquistas y su control sobre el reino de Judá.
En los acontecimientos cruciales
que siguieron a la subida al poder de Senaquerib en Asiria (705 a.
C.), Isaías había advertido de forma vital y anticipada lo que
sucedería a Ezequías. El nacionalismo emergió en rebeliones por todo
el Imperio Asirio. El éxito de Senaquerib en suprimir tales
levantamientos fue el reemplazo de Merodac-baladán por Bel-Ibni sobre
el trono de Babilonia en el 702. Al año siguiente, los asirios
dirigían su avance hacia el oeste. Mediante una milagrosa intervención,
Ezequías sobrevivió.
Cual fue la duración de la vida de
Isaías, es algo desconocido de los registros existentes. Aparte de su
asociación con Ezequías por el 700 a. C, hay poca evidencia disponible
concerniente a sus últimos años. Sin ninguna evidencia escriturística
en contra, es razonable concluir con las sugerencias indicadas, que
Isaías continuó su ministerio en el reino de Manases. Si el registro
de la muerte de Senaquerib es conocido como de Isaías en origen,
entonces el profeta todavía vivía en el 680 a. C., para indicar lo que
finalmente ocurrió al rey asirio quien habló tan despectivamente y
con desdoro del Dios en quien Ezequías había puesto su fe. La
tradición acredita a Manases con el martirio de Isaías; el profeta fue
serrado en dos cuando fue descubierto escondido en el hueco del tronco
de un árbol. Desde el punto de vista de su longevidad, es válido
proyectar su ministerio hasta los días de Manases. El hecho de que
Isaías tuviese unos veinte años cuando recibió su llamada profética en
el 740 a. C. es una lógica suposición. Su edad en el momento de su
muerte, tras el 680 a. C. no debería sobrepasar los ochenta años
aproximadamente.
Los escritos de Isaías
¿Escribió Isaías el libro que
lleva su nombre? Ningún erudito competente duda de la historicidad de
Isaías ni el hecho de que parte del libro fuese escrito por él.
Algunos limitan la construcción de Isaías a porciones escogidas desde
1 al 32, mientras que otros le acreditan con 66 capítulos completos.
El análisis más popular de este
libro es su división tripartita. Aunque existe falta de unanimidad
entre los expertos en detalles, el siguiente análisis representa un
acuerdo general entre aquellos que no apoyan la unidad de Isaías.
El Primer Isaías consiste del 1 al
39. Dentro de esta división, solo selecciones limitadas desde el 1 al
11, 13 al 23 y 28 al 32, son realmente adscritas al profeta del siglo
VIII.
La mayor parte de esta sección
tiene su origen en subsiguientes períodos. El Segundo Isaías, o
Deutero-isaías, 40-55, es atribuido a un autor anónimo que vivió
después del 580 a. C. Este escritor vivió entre los cautivos de
Babilonia y refleja las condiciones del exilio en sus escritos.
A pesar del hecho de que numerosos eruditos le reputan como uno de los
más notables profetas del Antiguo Testamento, ni su nombre real ni
cualquier clase de hechos atestiguan su existencia. El Tercer Isaías,
o Trito-isaías, 56-66, es atribuido a un escritor que describe las
condiciones existentes en Judá durante el siglo
V;
los eruditos fechan a su autor con anterioridad
al retorno de Nehemías en el 444 a. C.
La mayor parte de aquellos que apoyan este análisis no limitan el
libro de Isaías a íres autores. Numerosos escritores, muchos de los
cuales vivieron después del exilio, ya tarde en el siglo
II
a. C., hicieron contribuciones
fragmentarias.
La opinión de que Isaías escribió
la totalidad del libro con su nombre, data con anterioridad de al
menos el siglo II
a. C. Aunque
escritores modernos
puedan afirmar que hay "un acuerdo universal entre los eruditos por
una diversidad de autores, la unidad de Isaías ha sido capazmente
defendida. La popularidad de la moderna teoría ha tendido a eclipsar
los argumentos de aquellos que han estado convencidos de que Isaías,
el profeta del siglo
VIII,
fue el responsable de la totalidad del libro.
Defendiendo la unidad de Isaías,
un escritor ha resaltado que la moderna teoría no puede ser
considerada como completamente satisfactoria en tanto en que no
explica la tradición del origen de Isaías.
Las declaraciones de los judíos en el segundo siglo
II
a. C., atribuyen a Isaías la
totalidad del libro. Él reciente descubrimiento de los rollos del mar
Muerto, fechándolos en el mismo período anterior, verifica el hecho de
que el libro entero fue considerado como una unidad en aquel tiempo.
Análisis de
este
libro
El libro de Isaías es uno de los
más comprensivos de todos los libros del Antiguo Testamento. En el
texto hebreo, Isaías se coloca en quinto lugar en extensión tras del
de Jeremías, Salmos, Génesis y Ezequiel. En el Nuevo Testamento,
Isaías es citado por su nombre veinte veces, que excede del número
total de referencias de todos los otros profetas en los libros del
Nuevo Testamento.
Varios temas pueden ser rastreados
a todo lo largo del libro. Los atributos y características de Dios, el
remanente, el Mesías, el reino mesiánico, las esperanzas de la
restauración, el uso de Dios de las naciones extranjeras y muchas
otras ideas se encuentran frecuentemente en los mensajes del profeta.
La siguiente perspectiva abarca el
contenido de Isaías:
I. El mensaje y el mensajero
II.
Los proyectos del reino:
contemporáneos y futuros
III.
Panorama de las naciones
IV.
Israel en un mundo de creación
V.
Esperanzas verdaderas y falsas en
Sión
VI.
El juicio de Jerusalén demorado
VII La promesa de la divina
liberación
VIII. El reinado universal de Dios
establecido
Con esta perspectiva como guía, el
libro de Isaías puede ser analizado completamente considerando cada
división por separado.
I. El mensaje y el
mensajero
Este pasaje puede ser considerado
muy bien como una introducción. Casi todos los temas de mayor
importancia, desarrollados más tarde, están inicialmente mencionados
aquí. Una lectura cuidadosa y el análisis de estos capítulos
introductorios proporcionan una base para la mejor comprensión del
resto del libro.
¿Recibió Isaías su llamada al
servicio profético tras haber entregado el mensaje en 1-5?
¿Por qué registra esa llamada en cap. 6 en vez de 1 como es el caso en
Jeremías y Ezequiel? Tal vez él quisiera retratar la gravedad pecadora
de su generación y así proporcionar al lector una mejor comprensión
de la reserva en aceptar la responsabilidad recaída sobre él en este
ministerio profético.
Isaías 1 revela y expone las
condiciones extremadamente graves en el pecado y en la moral. Israel
ha olvidado a su Dios y es peor que el buey que, por lo menos, vuelve
a su dueño para que le alimente con el pienso. Las gentes son peores
que las de Sodoma y Gomorra en su formalidad religiosa. Los
sacrificios que fielmente se hacían de conformidad con la ley,
desagradan al Señor mientras prevalece la injusticia social. El
sacrificio y la oración son una abominación para Dios si no se ofrecen
en un espíritu de contrición, humildad y obediencia. La condenación
pesa sobre el pecador pueblo de Judá. Sión, que representa la colina
del capitolio, está para ser "redimida por la justicia" significando
que el juicio vendrá sobre todo pecador (Is. 1:27-31). La sola
esperanza expresada en este capítulo de apertura, se otorga al
obediente (vss. 18-21).
En directo contraste a esta
condenación de Jerusalén, Isaías anuncia y sostiene la más grande
esperanza de restauración. Sin ninguna incertidumbre, anuncia que en
el futuro Sión será destruido y arado como un campo, pero en un
subsiguiente período será restaurado como el centro que gobierne
todas las naciones.
La paz y la justicia saldrán de Sión para todos los pueblos.
Prevalecerá la paz universal cuando Sión haya sido restablecida como
el gobierno central de todas las naciones.
Amonestando a su pueblo para que
se vuelva a Dios en la obediencia (2:5), Isaías atrae la atención a
los problemas contemporáneos. Mientras que tengan fe en los ídolos y
vivan en el pecado, esta esperanza no les sera aplicada. Les espera el
juicio, pero se promete la salvación a aquellos que pongan su
confianza en Dios (2:6-4:1). A través del proceso de purificación y
juicio, todos gozarán de la protección de Dios y de sus bendiciones.
Ellos compartirán la gloria de la restaurada Sión (4:2-6).
Isaías ilustra vividamente su
mensaje en el cap. 5. La parábola de la
viña ha sido considerada como una de las más
perfectas en su clase, en la Biblia.
Israel es la viña del Señor. Tras agotar todas las posibilidades de
hacerla productiva, el propietario decide destruir esta viña.
Consecuentemente, los votos y juicios pronunciados sobre Judá son
justos y razonables, puesto que Dios ha ejercido su amor y
misericordia sin percibir los frutos de un vivir recto en su pueblo
elegido.
Para esta generación pecadora,
Isaías es llamado a ser un portavoz de Dios. No es de extrañar que se
halle temeroso y tiemble cuando se hace consciente de la gloria de un
Dios santo cuya justicia requiere el juicio sobre el pecado. Asegurado
de la limpieza y el perdón de su pecado, Isaías en voluntaria
obediencia está de acuerdo en ser el mensajero de Dios. No tiene la
respuesta de toda la ciudad a su ministerio. El hecho de que tiene que
advertir al pueblo hasta que las ciudades queden destruidas y sin
habitantes, le habría sugerido que pocos, relativamente, habrían
escuchado su advertencia; sin embargo, no desespera. Se le proporciona
un rayo de esperanza, que cuando el bosque sea destruido, aún quedará
un tronco, significando con ello un remanente en la destrucción de
Judá.
La llamada de Isaías representa un
clímax que encaja con esta sección introductoria. Aunque la mayor
parte de este pasaje recarga el énfasis sobre la situación pecadora
contemporánea del pueblo y de que el juicio les espera, la llamada de
un profeta indica la preocupación de Dios por su pueblo. En el
ministerio de Isaías, la misericordia de Dios está expresada a Judá
antes de que el juicio sea ejecutado.
II.
Los proyectos del reino
La crisis que hizo surgir la
cuestión de los proyectos del reino, era la guerra siro-efraimítica
del 734. Siguiendo a la invasión asiría de los filisteos, a principios
de aquel año, Peka y Rezín formaron un pacto para detener a los
asirios. Cuando Acaz rehusó unirse a ellos, Israel y Siria declararon
la guerra en Judá.
En el preciso momento, cuando Acaz
y su pueblo están aterrados por los propósitos de invasión, Isaías
llega con un mensaje de Dios. Acaz está inspeccionando su suministro
de agua al exterior de Jerusalén en preparación por el ataque que se
avecina, y el posible asedio. La simple advertencia de Isaías en este
momento crucial, es que Acaz no debería tomar acción alguna, los dos
reyes a quien él teme no son sino dos estacas humeantes prontas a ser
extinguidas.
Asiría es la amenaza real para Judá (5:26). Conse-centemente, Isaías
advierte a Acaz de confiar en Dios para la liberación.
Asiría se convierte en el punto
focal del mensaje de Isaías conforme discute los proyectos del reino
de Judá. Las consecuencias de la alianza de Acaz con Pul será peor que
cualquiera de las que hayan ocurrido en Judá desde la muerte de
Salomón y la división del reino. Como un hombre, cuyos cabellos son
completamente separados de su cabeza al ser afeitados con una navaja,
así Judá será esquilado por Asiría (7:20). En el cap. 8, Asiria tiene
la similitud de un río que pasa rugiendo sobre Palestina y absorbiendo
a Judá hasta el cuello. Es notable y digno de mención que Isaías no
predice la terminación de la existencia nacional de Judá, una suerte
nefasta que seguramente se abatirá para Israel y Siria.
El avance y éxito de Asiria como
una nación pagana, indudablemente plantea serios problemas para el
pueblo de Judá. ¿Permitirá Dios que su pueblo elegido sea absorbido
por un poder pagano? Isaías indica claramente que Dios toma en
alquiler la navaja de afeitar y causa el hecho de que las aguas de
Asiria pudiesen ahogar a Judá. Puesto que el pueblo ignora al profeta
y vuelve a sus espíritus familiares (Is. 8:19), una práctica que fue
prohibida por la ley (Deut. 18:14-22), Dios tiene que castigarle.
Asiria es como una vara en la mano
de Dios (Is. 10:5): ¿Serían los asi-rios tan poderosos que pudieran
destruir a Jerusalén? ¿Encontrará Jerusalén la misma suerte, ante el
avance enemigo de los ejércitos de Asiria, que Calno, Carquemis, Hamat,
Arpad, Damasco y Samaría? El profeta presenta claramente la verdad
básica de un Dios omnipotente que utiliza a Asiria como una vara en su
mano. Tras de que haya cumplido su propósito de llevar el juicio sobre
su pueblo en el monte Sión y Jerusalén, Dios tratará con Asiria. Así
como el hacha o la sierra que es manejada por el artesano, así Asiria
está sujeta a Dios y a su control. La vara no puede utilizar a su
dueño, ni tampoco Asiría a Dios. Isaías, valientemente, asegura al
pueblo de Sión (10:24) que no deberían temer la invasión de Asiria. El
juicio de Dios sobre Jerusalén será cumplido. Asiria asestará su puño
a Jerusalén pero Dios detendrá al rey en sus planes para destruir la
ciudad. La seguridad de que la nación pagana está bajo el control de
Dios, proporciona la base de esperanza y tranquilidad para aquellos
que depositan su confianza en el Dios de los ejércitos.
Los proyectos del futuro reino
ofrecen la contrapartida al desaliento y desmoralización temporal en,
el tiempo de Isaías. Su generación tiene que encararse con días
difíciles y obscuros. Con un rey impío sobre el trono de David y el
culto religioso asirio prevaleciendo en Jerusalén, los impíos que
quedan tienen que haber sido descorazonados al anticipar la amenazante
invasión asiría. Con la seguridad de la liberación de este enemigo,
Isaías ofrece una renovada confianza en el futuro.
Las esperanzas para el futuro
reino previamente mencionado (2:1-5), se clarifican en este pasaje. En
él se entremezclan con problemas contemporáneos. En contraste con
gobernantes impíos, Isaías manifiesta los proyectos de un remado
piadoso y un rey creyente sobre el trono de David. En contraste con el
reino temporal de Judá, elabora la promesa de un reino universal que
durará siempre.
Él gobernante justo es presentado
en 7:14 como Emmanuel, que significa "Dios con nosotros".
Ciertamente, el malvado Acaz, que rehusó preguntar por un signo, no
comprende el completo significado de esta promesa, el cumplimiento de
la cual no tiene fecha. Indudablemente esta simple promesa es vaga y
ambigua para aquellos que oyen a Isaías darla en un tiempo de crisis
nacional; ellos pudieron fácilmente haberla confundido con el
nacimiento del hijo de Isaías, llamado Maher-salal-hasbaz. Aunque el
país de Emanuel (8:5-10) tiene que ser dominado por los asirlos y
pronto liberado, la promesa de un futuro de grandeza y liberación,
queda asegurada en 9:1-7. Esto se cumplirá con el nacimiento de un
hijo que es identificado como "Dios fuerte" que establecerá un
gobierno y la paz sin fin. En 11, su origen davídico queda indicado,
pero sus características van más allá de lo humano. El es divino en el
ejercicio del juicio justo mediante su omnipotencia.
El reinado será universal. El
conocimiento del Señor prevalecerá por todo el mundo. Los malvados
serán destruidos por la palabra hablada del gobernante justo, mientras
que una absoluta justicia quedará asentada entre el género humano.
Incluso el reino animal será afectado en el establecimiento de este
reinado. Sión, ya no será más objeto de ataque y conquista, sino que
será el centro del gobierno universal y de la paz, ya indicado en 2.
El capítulo 12 expresa la alabanza y la gratitud de los ciudadanos del
futuro reino. Dios —no el hombre— ha establecido su morada en Sión, la
sede del Santo de Israel.
III.
Panorama de las naciones
La visión panorámica de las
naciones, es vitalmente relacionada al reino Y sus proyectos en los
precedentes capítulos. Durante el último siglo y la mitad de la
existencia nacional de Judá, desde el tiempo de Isaías hasta la caída
de Jerusalén, reyes y reinos caen y surgen. Para el pueblo de Judá y
Jerusalén, que tuvo la conciencia de que eran el pueblo elegido por
Dios, mediante el cual Sión sería definitivamente restablecido, al
final, esas Profecías que implicaban a otras naciones eran vitalmente
significativas.
Varios temas
básicos se hacen aparentes en los mensajes concernientes a las
naciones. Aunque presentados en los precedentes doce capítulos, están
más totalmente desarrollados e interrelacionados en este pasaje.
Asiria, que fue el problema numero uno para Judá, en Isaías y
subsiguientes períodos recibe poca consideración en este pasaje. La
atención queda enfocada sobre las naciones prominentes.
La soberanía y la supremacía de
Dios son básicas a través de la totalidad de este pasaje. El título de
"Dios de los Ejércitos" se da por lo menos 23 veces en estos 11
capítulos. Isaías reconoce a Dios como tal cuando vio al "Rey, Jehová
de los Ejércitos" al tiempo de su llamada para el ministerio profético
(6:5).
En el Señor de los ejércitos, que utiliza a Asiría corno una vara para
el juicio, descansa la seguridad del establecimiento de un reino que
durará para siempre (9:7).
Los propósitos y planes de este
Señor están frecuentemente expresados en todos los mensajes que
conciernen a las naciones. El juicio procedente de Dios, no caerá
sobre las naciones por accidente, sino de acuerdo con un plan divino.
El orgullo y la arrogancia son
castigados cuando Dios es olvidado, sin importar que ello ocurra en
naciones paganas, en Israel, en Judá o en cualquier individuo como
Sebna el mayordomo (22:15-25). Ninguna persona altanera ni orgullosa,
ni ninguna nación con este pecado podrá escapar al juicio divino.
El ejemplo más gráfico está en los
capítulos iniciales de este pasaje (13:1-14:27). Babilonia, con su rey
será también enjuiciada. Aunque el apogeo de su fuerza en Babilonia
estaba todavía en el futuro, Isaías predijo en los días de Ezequías
(39) que Babilonia sería responsable del cautiverio de luda. Para la
gente que sobreviviese a la destrucción de Jerusalén, bajo el poder de
Babilonia, esos capítulos tuvieron que haber tenido una vital y
especial importancia. El juicio aguardaba a este reino que fue
temporalmente utilizado en el plan de Dios para purgar a Judá de sus
pecados. Por aquel tiempo, el pueblo ya había sido testigo de la caída
de Asiría y este pasaje les aseguraba de que Babilonia sería
igualmente juzgada.
Aunque Babilonia está
específicamente mencionada, el rey de Babilonia no está identificado.
Los comentarios difieren ampliamente en relacionar esto, a varios
reinos y numerosos reyes de Babilonia o Asiría. El principio básico,
no obstante, es que cualquier nación o individuo que se exalte a sí
mismo por encima de Dios, será destronado más pronto o más tarde por
el Señor de los Ejércitos. Las dificultades de relacionar los detalles
de este pasaje a Babilonia históricamente, y la falta de acuerdo en
identificar este rey en la historia, puede sugerir que lo que se
implica es mucho más que un poder temporal o un gobernante determinado.
Este rey arrogante puede representar las fuerzas del mal que se oponen
a Dios, aparentes en la raza humana desde la caída del hombre (Gen.
3.). Este poder de] mal implicará a individuos o naciones en oposición
al Omnipotente hasta el juicio final, cuando Dios actúe de una vez por
todas. La destrucción de la nación del mal, representada por Babilonia,
es igualada a la suerte corrida por Sodoma y Gomorra, que nunca
volvieron a ser repobladas. La deposición del tirano o del malo,
representado por el rey de Babilonia, indica que todos aquellos que
están asociados con él serán destruidos, suprimiendo asi toda
oposición. La finalidad de la destrucción es significativa.
Por contraste, el tema de la
restauración de Israel y las esperanzas de su reino, aparece por todo
este pasaje. La seguridad de que Israel tendrá un reino universal con
Sión como capital, presentado en 2, era el tema principal en 7-12,
donde un énfasis especial se enfoca sobre el gobernante justo. En esos
capítulos el tema de las últimas esperanzas de Israel, no se olvidan.
Es el Señor de los ejércitos quien decretó la caída de Babilonia
(21:10). Israel es todavía la herencia de Dios (19:25) aunque tenga
que ser temporalmente juzgada. No solamente será restaurada la nación
de Israel (14:1-2) sino que permitirá a los extranjeros que se
refugien en ella. Sión fue fundado por el Señor (14:32) y será el
recipiente de ofrendas (18:7). Mientras otras naciones y reyes son
juzgados, un gobernante justo será establecido sobre el trono de David
(16:5). Tales fueron las promesas sin paralelo de restauración
repetidamente dadas a Israel para tranquilidad y esperanza en los
períodos en que los israelitas fueron sometidos a los juicios de Dios
.
IV.
Israel en un puesto mundial
En esos capítulos, el remanente se
convierte en el punto focal de interés. Por toda la extensión de los
períodos de juicio un remanente justo recibe la seguridad de
supervivencia y se promete la restauración; podrá una vez más gozar de
las bendiciones de Dios bajo el gobernante justo sobre monte Sión.
Los mensajes de Isaías fueron con
frecuencia relacionados con acontecimientos contemporáneos. La
condenación de Jerusalén había sido claramente anunciada en su
capítulo de apertura y repetida enfáticamente en subsiguientes
mensajes. En 24:1-13a, Isaías dibuja la ruina que espera a la amada
ciudad de Judá. Jerusalén será desolada y sus puertas reducidas a
ruinas. Esto se convirtió en una vivida realidad en el 586 a. C.
El remanente, sin embargo, es
reunido desde distantes tierras de la costa y de los fines de la
tierra (24:13ss.), mientras que el malvado es castigado por el Señor
de los ejércitos. Las maravillas del cielo que contienen al sol y a la
luna se hallan asociadas aquí al igual que en otros pasajes, con este
gran juicio así que el Señor reine en Sión.
El contexto de este pasaje parece indicar un alcance a escala mundial.
Lo que ocurra a aquellos que se opongan a Dios y el establecimiento
del remanente en Sión, en un reino universal que no tiene fin,
difícilmente puede quedar limitado a una local o nacional situación.
Es muy apropiado el canto de los
redimidos que sigue en 25:1-26:6, en que ellos responden con acción de
gracias y alabanza mientras que se gozan de su salvación y disfrutan
de las bendiciones del Señor. El reproche, el sufrimiento y la
vergüenza desaparecerán conforme Dios haga desaparecer todas las
lágrimas y elimine la muerte.
La oración en 26:7-19, expresa el
vehemente deseo del pueblo en tiempos
de gran tribulación y sufrimiento antes de que sean vueltos a
reunir.
Israel anhela la esperanza
mientras está presa de la angustia y espera su liberación. Bajo
gobierno de los malvados como víctimas de injusticias prevalecientes,
ellos expresan su fe en Dios y su esperanza, apelando a El para Su
divina intervención.
La liberación está prometida en la
réplica (26:20-27:13). Israel, la viña del Señor, será una vez más
fructífera. Purgada de sus pecados, la gente será reunida, uno por uno,
como el remanente para rendir culto al Señor en Jerusalén.
V.
Esperanzas falsas y verdaderas
en Sión
Las alianzas con, extranjeros eran
un constante problema en Jerusalén durante los días del ministerio de
Isaías. Por intrigas políticas y la diplomacia, los jefes de Judá
esperaban asegurar su supervivencia como nación al alinearse con los
victoriosos. Acaz reemplaza a su padre Jotam sobre el trono de David
cuando el grupo pro-asirio gana el control sobre luda en el 735.
Desafía las advertencias de Isaías y hace una alianza con
Tiglat-pileser en los primeros años de su reinado. Ezequías, el
próximo rey, se une en alianza con Edom, Moab y Asdod para resistir a
Asiría. Esta coalición anticipa el apoyo de Egipto; pero Asdod cae en
el 711, mientras que las otras naciones ofrecen tributo a Asiría para
impedir la invasión.
Isaías advierte constantemente
contra la locura estúpida de confiar en otras naciones. El profeta
denomina a esas alianzas un "acuerdo para la muerte". Por contraste,
su consejo es que deberían colocar su fe en Dios, el verdadero Rey de
Israel. Tanto si es Acaz, el rey impío, o Ezequías el gobernante
creyente, quien responde con amistosas promesas a la embajada
babilónica, el profeta Isaías no deja de llamar la atención a los
jefes de Judá por depender de otras naciones en lugar de buscar a Dios
para su liberación.
Ninguno de estos capítulos en esta
sección, está específicamente fechado. Puesto que la alianza con
Egipto recibe tan prominente consideración en 30-31, este pasaje
entero puede estar fechado en los días de Ezequías cuando Judá tenía
esperanzas de liberarse a sí mismo de la dominación asiría.
En los primeros años de Senaquerib este interés en la ayuda egipcia
indudablemente planteó un grave problema en Jerusalén.
¿Refleja 28-29 el mismo fondo
histórico? ¿Se refiere el "pacto con la muerte" en 28:15 a una alianza
con Egipto en los días de Ezequías o podía referirse posiblemente a la
hecha por Acaz con Tiglat-pileser en el 734 a. C.? La última opinión
merece alguna consideración. Acaz, en vez de colocar su fe en Dios,
ignora a Isaías haciendo una alianza con los asirlos. El paso de la
crisis de la guerra siroefraimítica y la suerte aparentemente
venturosa de una unión judo-asiria en el 732, cuando Acaz,
personalmente, se encuentra con Tiglat-pileser en Damasco, puede haber
sido la ocasión de una excesiva celebración en Jerusalén. Acaz y sus
impíos asociados, que están apoyados por sacerdotes y profetas en la
introducción del culto asirio en Jerusalén, probablemente constituye
el auditorio de Isaías a quienes dirige las severas palabras de
advertencia y de reproche en 28-29. Acaz y Jos que le apoyan,
indudablemente, llegan a la conclusión de que el sobre-cogedor azote
de la invasión asiría (28:15) no afectará a Judá porque ha hecho un
tratado con aquella poderosa nación.
Tanto si los primeros capítulos de
este pasaje reflejan una alianza con Asiría o con Egipto, la
advertencia es clara, de que tales propósitos acabarán en el fracaso.
Donde Egipto está específicamente identificado (30:2), la advertencia
explícitamente establece que la dependencia de la ayuda egipcia no
está en los planes de Dios. La humillación y la vergüenza serán su
destino. En 31:1-3, se hace un vivido contraste entre los egipcios,
con sus caballos y carros de combate y el Señor, a quien Judá debería
consultar. Cuando el Señor extienda su mano contra ellos, tanto los
egipcios como aquellos a quienes ayuden, perecerán. Asiría,
igualmente, será sacudida por el terror (30:31) y aplastada (31:8-9).
Esto no se cumplirá por los esfuerzos del hombre, ni por la espada,
sino por el decreto de! Señor de Sión. Los fieros asirlos serán
destruidos y se convertirán en las víctimas de la traición (33: 1).
Por último, la ira y la venganza de Dios se ejecutará sobre todas las
naciones del mundo (34:1 ss.). En consecuencia, la confianza en
cualquier nación mediante una alianza no puede nunca servir como
adecuado substituto de una simple fe en Dios.
La antítesis a esta advertencia
contra las alianzas políticas, es la admonición para confiar en Dios.
La provisión está hecha en Sión y la promesa relacionada con su
establecimiento de tal forma, que aquellos que ejerciten la fe, no
tienen necesidad de estar ansiosos (28:16)
El plan de Dios para Sión, como está desarrollado en esos capítulos,
permite una base razonable para la fe de los demás, quienes desean
poner su fe en el Señor.
Dos simples ilustraciones sugieren
que Dios tenía un propósito eterno en sus acciones con su pueblo
(28:23-39). Un granjero no debe arar su campo repetidamente sin tener
un propósito. Lo labra con objeto de sembrar, para que a su debido
tiempo pueda recoger la cosecha. Tampoco el grano es trillado ni
batido en una acción sin fin. El propósito del trillado es separar el
grano de la paja. El propósito de Dios no es destruir Israel, sino
evitar el juicio para la purificación de su pueblo, separando a las
personas justas de las malvadas. Jerusalén, llamada Ariel, estará
sujeta a juicio, pero el Señor de los ejércitos intervendrá y
proporcionará su pronta liberación (29:1-8).
Aunque Israel sólo tiene una
religión formal, honrando a Dios con los labios más bien que con el
corazón (29:9-24), Dios traerá una transformación. Como un alfarero,
Dios cumplirá su propósito. Israel será una vez más bendecido,
volviendo a ganar prestigio, prosperando y multiplicándose, entre
todas las naciones. Aunque es un pueblo rebelde (30:8-14), tiene la
seguridad de la restauración de la fe en Dios (30:15-26).
La justicia prevalecerá bajo el
justo rey de Sión (32:1-8) y esta futura esperanza no ofrece excusa
para la complacencia. El pueblo de Jerusalén, esta, advertido de que
el juicio y la destrucción precederán a esas bendiciones hasta que el
Espíritu se manifieste desde lo Alto (32:9-20). La oración del
sufrimiento y la de los afligidos (33:2-9) no quedará sin recompensa.
Los pecadores serán juzgados, mientras que el remanente justo gozará
de las bendiciones del Señor (33:10-24).
A su debido tiempo se producirá la
reunión de todas las naciones para un juicio del mundo y la
restauración de Sión (34-35). Previamente ya fue indicado que Dios
cernería las naciones en el cedazo de la destrucción (30: 27-28).
Incluso los ejércitos de los cielos responderán cuando el juicio sea
ejecutado. Edom, que representaba una avanzada civilización desde el
siglo XIII
al
VI
a. C.,
y era extremadamente rica en los tiempos de Isaías,
es presentada tras todas las naciones del mundo que están sujetas al
juicio. Sión y Edom representan respectivamente el lugar geográfico
para las bendiciones de Dios y sus juicios. Puesto que el día de la
venganza es un tiempo de recompensa para la causa de Sión, este juicio
podría ser difícilmente restringido a Edom. Muchas otras naciones
fueron y han sido culpables de ofender a Sión.
La gloria de Sión, como está
dibujada en 35, permite un esperanzador contraste a los horribles
juicios de Dios sobre las naciones pecadoras. Los que queden volverán
a la tierra prometida, que ha sido transformada de un desierto en un
país de abundancia. Dios ha redimido a sus justos de las garras de los
opresores y los retornará a Sión para gozar de una felicidad
imperecedera. Sión triunfará sobre todas las naciones.
VI.
El juicio de Jerusalén demorado
Estos capítulos
han sido varias veces etiquetados con el nombre de "El libro de
Ezequías". El rey de Judá es confrontado con el ultimátum de rendir
Jerusalén a los asirlos. Oralmente al igual que por escrito,
Senaquerib intenta desconcertar a Ezequías y a su pueblo, acosándolos
respecto a confiar en Egipto o confiar en Dios para su liberación.
Sarcásticamente, el rey asirio incluso ofrece a Ezequías dos mil
caballos si él tiene jinetes para montarlos. Haciendo una lista con la
serie de ciudades conquistadas cuyos dioses no han ayudado en nada,
Senaquerib afirma que él está enviado por Dios y que la oración por el
remanente de Judá es ridicula. Ezequías se refugia en la oración,
extendiendo literalmente la carta ante él, conforme apela a Dios para
su liberación.
Isaías anuncia decididamente y con
valentía la seguridad de Jerusalén. Incluso aunque la presencia de los
asirios haya entorpecido la siega de las cosechas para la próxima
recolección, los invasores serán expulsados a tiempo para segar lo que
haya crecido de la siembra.
La grave enfermedad de Ezequías
ocurre, aparentemente, durante este período de presión internacional.
Cuando Isaías le advierte de que se prepare para la muerte, Ezequías
ora seriamente, recibiendo la seguridad de parte de Isaías de que su
vida será extendida a quince años más. La liberación de la amenaza
asiría llega simultáneamente. La señal confirmatoria es el milagroso
retorno de la sombra sobre el reloj de sol que Acaz había obtenido
probablemente de Asiría mediante sus contactos personales con Tiglat-pile-ser.
En señal de gratitud por su liberación personal y la recuperación de
la salud, Ezequías responde con un salmo de alabanza. Las
felicitaciones por su restablecimiento, le llegan desde su embajada en
Babilonia, enviadas por Merodac-baladán. La cordial recepción de
Ezequías de los babilonios, es la ocasión para una significativa
predicción. La indagación de Isaías implica esperanzas de que los
babilonios ayudarían a Judá a desprenderse de la supremacía asiría. En
simples aunque firmes palabras, el profeta advierte a Ezequías que los
tesoros serán llevados a Babilonia y que sus hijos servirán como
eunucos en el palacio babilónicos. Incluso en el apogeo del poder de
Asiria, Isaías predice el cautiverio de Babilonia para Judá, 75 años
antes de los días de la supremacía de Babilonia. Aunque la situación
internacional (ca. 700 a. C.) pudo haber garantizado un
pronóstico de la capitulación de Judá al poder de Asiría. Isaías
específicamente predice el exilio de Judá en Babilonia. Su
cumplimiento no está fechado más allá de la declaración de que
ocurriría subsiguientemente al reinado de Ezequías.
VII. La promesa de la
liberación divina
La promesa de la liberación divina
en 40-56 no está necesariamente relacionada a cualquier particular
incidente del tiempo de Ezequías. La perspectiva de este pasaje es el
exilio de Israel en Babilonia
En los últimos años de su ministerio, Isaías pudo muy bien haber
estado preocupado con las necesidades del pueblo que iba a ser llevado
al exilio cuando Jerusalén fuese dejado en ruinas y la existencia
nacional de Judá terminada, a manos de los babilonios. La ascendencia
del malvado Manases al trono de David, indudablemente, obscurece los
proyectos inmediatos de los justos que quedan en el pueblo.
Seguramente con Isaías ellos anticiparon la inminencia de la
condenación de Judá al ser testigos del derramamiento de sangre
inocente en Jerusalén.
Para Isaías, el exilio que ha de
producirse es cierto. Que Babilonia sea el destino de su exilio final
es igualmente cierto, puesto que él, específicamente indica esto en
su mensaje a Ezequías (39). Las condiciones del exilio son bien
conocidas para Isaías y su pueblo en Jerusalén. Los asirios no
solamente se llevan el pueblo de Samaría al exilio en el 722, sino en
las conquistas de las ciudades en Judá por Senaquerib en el 701, e
indudablemente, muchos de los conocidos por Isaías fueron llevados
cautivos. Cartas e informes procedentes de aquellos exiliados retratan
las condiciones prevalecientes entre ellos.
Con hechos históricos y las
predicciones de 1-39 como fondo, Isaías tiene un mensaje más apropiado
de esperanza y tranquilidad para aquellos que anticiparon el exilio de
Babilonia. Muchos detalles se hacen significativos como algunas
predicciones se convierten en históricas en subsiguientes períodos. En
todas las ocasiones, no obstante, es un mensaje de seguridad y
esperanza para aquellos que han puesto su confianza y su fe en Dios.
Varios temas se entremezclan a
todo lo largo de este magnífico pasaje. Con la liberación como tema
básico, no solamente están la seguridad y la esperanza dadas, sino la
provisión para el cumplimiento de estas promesas, que se encuentran
vividamente descritas. En alcance y magnitud, lo mismo que en
excelencia literaria, este gran mensaje es insuperable. Sin duda, fue
una fuente de tranquilidad y bendición para el auditorio inmediato de
Isaías al igual que para aquellos que fueron al exilio de Babilonia.
La liberación y restauración se
desarrollan en tres aspectos: el retorno de Israel del cautiverio bajo
Ciro, la liberación del pecado, y el definitivo establecimiento de la
justicia cuando Israel y los extranjeros gozarán para siempre de las
bendiciones de Dios. El alcance del cumplimiento cubre un largo
período de tiempo. El cumplimiento inicial llena en, parte con el
retorno de la cautividad bajo Zorobabel, Esdras y Nehemías; la
expiación por el pecado se produjo históricamente en tiempos del Nuevo
Testamento, y el establecimiento del reino universal está todavía
pendiente.
La garantía de esta gran
liberación, descansa en Dios que puede realizar todas las cosas. Como
cautivos buscando socorro y ayuda, el pueblo no necesitó un mensaje de
condenación. Aquellos que estuvieron sujetos a la realidad del exilio,
fueron conscientes de su pasado pecado por el que estaban sufriendo de
acuerdo con las advertencias del profeta Isaías. Para inspirar la fe y
asegurar la tranquilidad Isaías, recarga el énfasis sobre los
atributos y características de Dios.
El capítulo de apertura presenta
esta promesa de liberación con.un magnífico estilo. Mientras que sufre
en el exilio, Israel recibe la seguridad de la paz y el perdón por su
iniquidad en preparación para la revelación de la gloria de Dios que
será revelada ante todo el género humano, según Dios
establece su gobierno en Sión. Omnipotente, eterno, e infinito
en sabiduría, Dios creó todas las cosas, dirige y controla todas las
naciones y tiene un perfecto conocimiento y comprensión de Israel en
sus sufrimientos. Aquellos que esperan en Dios, prosperarán. La fe en
el Omnipotente, que no puede ser comparado a los ídolos, proporciona
paz y esperanza.
Este gráfico retrato de los
infinitos recursos de Dios, es un apropiado preludio al majestuoso
desarrollo del tema de la liberación. Las frecuentes referencias a
Dios a todo lo largo de los siguientes capítulos, están basadas en la
realización de que El no tiene limitaciones en el cumplimiento de sus
promesas hechas a su pueblo. A todo lo largo del pasaje, los planes y
propósitos de Dios están entremezclados con la seguridad de la
liberación. Las palabras de tranquilidad tienen un seguro fundamento.
El Señor Dios de Israel es único, incomparablemente grande, y
trasciende en todas las obras de sus manos. Con frecuencia, se
presentan contrastes entre Dios y los paganos, dibujados vividamente.
El confiar en un dios hecho por el hombre (46:5-13) se hace
irónicamente ridículo en contraste con la fe en el único Dios de
Israel, el Señor de los ejércitos.[26]
El tema del sirviente es
fascinante e intrigantemente interesante. Se repite veinte veces la
palabra "siervo", presentado en 41:8 y mencionado finalmente en 53:11.
La identidad del siervo puede ser ambigua en algunos aspectos. En un
número de usos, el siervo es identificado en el contexto. Para una
introductoria consideración de este pasaje, nótese que el siervo puede
referirse a Israel o al siervo ideal que tiene un papel significativo
en la liberación prometida.
El uso inicial de la palabra "siervo"
está específicamente identificado con Israel (41:8-9). Dios eligió a
Israel cuando llamó a Abraham y aseguró a su pueblo que serían
restaurados y exaltado a la categoría de nación, por encima de todas
las demás naciones. Sin embargo, Israel como siervo de Dios se muestra
ciego, sordo y desobediente (42:19). Esto ya estaba indicado para
Isaías en su llamada, de tal forma que el juicio fue anunciado sobre
Judá pecador (1-6). Puesto que Dios creó y eligió esta nación, no la
abandonará (44:1-2,21). Se asegura la liberación del exilio.
Jerusalén será restaurada en los días de Ciro. Israel será devuelto
del cautiverio de Babilonia (48:20).
Al principio de este pasaje el
siervo ideal está identificado como un individuo mediante el cual Dios
traerá la justicia a las naciones (42:1-4). Este siervo, también
elegido por Dios, será dotado por el Señor con el Espíritu de tal
forma que no fallará en cumplir el propósito de establecer la justicia
en la tierra y extender Su ley en tierras distantes (Is. 2:1-5 y 11:
1-16). En contraste con la nación que fue elegida, pero que falló, el
siervo ideal cumplirá el propósito de Dios.
Israel, en su fracaso, se
encuentra en la necesidad de la salvación. Se ha de proveer la
expiación por el pecado de Israel, el cual Dios prometió borrar. Para
lograr esto, el siervo ideal (49:1-6) ha sido elegido, no sólo Para
llevar la salvación a Israel sino para ser la luz de los gentiles. Por
ultimo, este siervo tendrá todas las naciones postradas ante él (49:7
y ";2-7). Antes de que esto se cumpla, no obstante, hay que
hacer un sacrificio por el pecado. Este sirviente que tiene que ser
exaltado (52:13) tiene Primeramente que hacer expiación por el pecado,
mediante el sufrimiento y a muerte. Así, el
siervo ideal está identificado con el siervo del sufrimiento.
El siervo del sufrimiento está
dramáticamente retratado en 52:13, 53:12. Básicamente significativo es
el hecho de que este siervo es inocente y justo. En contraste con
Israel, que sufrió por su pecado en doble medida (40:2), este
sirviente sufre solamente por el pecado de los demás. Mediante este
sufrimiento, se proporciona la expiación.
El especial uso de la palabra "siervo"
en 53:11, provee la imputación de justicia a aquellos cuyas
iniquidades y pecados son perdonados mediante el sacrificio. Este
siervo no vacilará ni fallará en el propósito para el que ha sido
elegido. La redención está prometida con su muerte.
La inmediata preocupación de los
exiliados en Babilonia es el proyecto de hacerlos volver a Jerusalén.
Esto estaba prometido para el tiempo de Ciro, a quien Dios designó
como un pastor. Mientras que Dios se sirvió de Asiría como de una vara
en su mano para hacer el juicio (7-12), el gobernante Ciro será usado
para llevar a los cautivos de vuelta a Jerusalén. Se promete una gran
restauración mediante este siervo en la final exaltación de Sión por
encima de todas las naciones (49:1-26). Esto ya había sido
frecuentemente mencionado en precedentes capítulos. La sobresaliente
y significativa liberación, sin embargo, es la provisión para la
expiación por el pecado, hecha posible solamente mediante la muerte
del siervo que sufre.
Esta salvación es tan única y
diferente que Israel es alertada, en un magnífico lenguaje, de tomar
nota del sufrimiento y la muerte del siervo ideal. Por tres veces
Israel es amonestado a escuchar, en preparación para la liberación que
va a llegar (51:1-8). Como Dios eligió a Abraham y le multiplicó para
convertirle en una gran nación, así Sión será confortada con
bendiciones universales y un triunfo imperecedero. En tres cantos
siguientes, Israel es llamado a salir del sueño en que está inmersa
(51:9-52:6). Los mensajeros son alertados para proclamar la paz y el
bien en anticipación del retorno del Señor a Sión (52:7-12). Pero el
mensaje de paz presentado en el siguiente pasaje, no es la liberación
del exilio, sino la provisión para la liberación del pecado mediante
el siervo que sufre (52:13-53:12).
Cuando el siervo retorna a Sión en
triunfo, las naciones y reyes quedarán asombrados de que el exaltado
siervo es el que no reconocieron en su sufrimiento. Como una raíz en
tierra seca, ha prosperado. Despreciado y desechado, este hombre de
dolores fue tratado con iniquidad y llevado como un cordero a la
muerte. Desprovisto de justicia y de juicio fue condenado a la muerte
por su misma generación. Pero Dios aceptó a este siervo en su muerte
como sacrificio por el pecado, mediante el cual muchos obtuvieron la
justicia. Por llevar sobre sí los pecados de muchos, a este siervo se
le asegura una herencia y un despojo con el grande y el fuerte.
De una nación árida y sin frutos,
Dios obtendrá un pueblo próspero (54: 1-17). Israel es temporalmente
juzgado y abandonado. De la misma forma que Dios permitió al
destructor que llevase la destrucción y el juicio, asi asegura también
la prosperidad a su pueblo, personas que están identificadas como sus
siervos. Ellos no serán puestos en la vergüenza y no serán derrotados,
sino que poseerán las naciones y será establecida la justicia y la
rectitud.
El mensaje de perdón y de
esperanza, se expresa para uno y para todos en 55:1-56:8. La respuesta
a esta gratuita invitación trae vida y -ciones. Como el malvado
abandona su camino y el hombre injusto pensamientos, puede gozar de la
misericordia del Señor y obtener el perdón de Dios, ya que la
explicación está provista en la muerte del siervo que sufre. La
salvación es ofrecida al que se vuelve hacia Dios, al abandonar sus
caminos del pecado. La disposición universal es aparente en el hecho
de que los extranjeros y los eunucos se conformarán a los caminos del
Señor. Las naciones extrañas y el pueblo lejano se asociarán por sí
mismo con el Señor. El templo será la casa de oración para todos los
pueblos. Los sufrimientos del alma serán satisfechos por la acción
del hombre de dolores, y muchos individuos procedentes de todas las
naciones se convertirán en justos servidores del Señor.
VIII.
El reino universal de Dios
establecido
Habiendo desarrollado el tema de la
liberación tan adecuadamente, Isaías revierte a las condiciones
contemporáneas de su pueblo. La gloria de Sión en su último estado,
tiene significación solo como el individuo tiene la seguridad de la
participación, de aquí la comparación entre lo justo y lo injusto.
En los capítulos de apertura, se
ponen de manifiesto de forma aguda, las distinciones (56:9-59:21)
entre las prácticas religiosas como las observaba Isaías y los
requerimientos de Dios. La resquebrajadura entre lo dispuesto por Dios
y lo que hacen los hombres son tan obvias, que este pasaje representa
un llamamiento al individuo para que se aparte de la práctica
corriente y se conforme a los requerimientos de la verdadera religión.
La idolatría y la opresión del
pobre prevalecen entre el laicado al igual que entre los jefes,
quienes están considerados como guardianes ciegos (56:9-57:13).
Simultáneamente, oran y ayunan esperando que Dios les favorezca con
juicios justos (58:1-5). El pecado y la iniquidad en la forma de
injusticia social, opresión, actos de violencia y derramamiento de
sangre continua en abierta práctica (59:1-8). Dios está disgustado con
tales acciones — el juicio y la condenación esperan, al culpable (ver
también capítulos
Por contraste, Dios se deleita en
la persona que es contrita y humilde de corazón (57:15). Los ayunos
verdaderos que placen al Señor implican la práctica del evangelio
social: apartarse de los malvados, alimentar al hambriento, y aliviar
al oprimido (58:6 ss. Ver también cap. 1). Esas personas tienen la
seguridad de recibir respuesta de sus oraciones, de guía y abundantes
bendiciones (v. 11). Aquellos que substituyen el placer y los negocios
en el día santo de Dios con una genuina y sincera
complacencia en Dios, «enen asegurada la promesa de Su favor (vss.
13-14). La conformidad y « práctica ritualística no reúnen los
requerimientos de Dios para la verdadera religión.
Puesto que los pecados nacionales
e iniquidades separaron al hombre de Dios (59:l-15a), El asegura al
pueblo justo la divina intervención y la liberación enviando un
redentor a Sión. Cuando El no encuentra a ninguno de la raza humana
que pueda intervenir adecuadamente, envía al redentor vestido con
ropas de venganza, portante el peto de la justicia y el yelmo de la
salvación. Este vindicará al justo (59:15b-21).
La gloriosa perspectiva de Sión,
está dibujada una vez más con la venida del redentor para establecer
a Israel como el centro y el deleite de todas las naciones (60:1-22).
Esta capital será conocida como la cuidad del Señor y el Sión del
Santo de Israel. La gloria de Dios se extenderá tan universalmente que
el sol y la luna no serán precisos ya más. Este reinado continuará
para siempre, como está previamente indicado por Isaías 9:2-7 y otros
pasajes similares. La fecha del cumplimiento de todo ello, no está
indicada más allá de la simple y conclusiva promesa de que Dios la
aportará a su debido tiempo.
En preparación por la gloria
venidera que será revelada, Dios envía a Su mensajero a Sión, ungido
por el Espíritu del Señor (61:1-11). Este mensajero vendrá con buenas
nuevas para proclamar el tiempo del favor de Dios, cuando el
desgraciado sea aliviado, los cautivos pueden ser dejados en libertad,
los doloridos sean confortados y la desesperación se convierta en
alabanza. El pueblo de Dios será conocido como los sacerdotes del
Señor mientras que otros conocerán las bendiciones divinas con su
ministerio. La justicia y la alabanza se elevarán desde todas las
naciones.
La vindicación y restauración de
Sión sigue en orden natural (62:1-63:6). Sión, que ha sido olvidado y
desolado, se convertirá en la delicia de Dios al gozar en su pueblo,
como un novio lo hace con su novia. Los que aguardan, son alentados a
apelar a Dios día y noche hasta que Jerusalén sea establecida como la
alabanza de las naciones.
Una vez más, las líneas de
demarcación están claramente establecidas en los capítulos siguientes
(63:7-65:16) entre los que recibirán las bendiciones del Señor y los
ofensores que estarán sujetos a la maldición de Dios. El pasaje
inicial (63:7-64:12), representa un llamamiento a Dios en solicitud de
ayuda y socorro. Sobre la base del favor de Dios, para Israel en el
pasado, la oración expresa una demanda para la divina intervención.
Dios es vituperado por ser la causa de los errores del pueblo y del
endurecimiento de su corazón (63:17), entregándoles al poder de la
iniquidad (64: 7), y haciendo de ellos lo que son. La respuesta de
Dios a su oración (65: 1-7) refleja su actitud hacia el que es justo
por sí mismo quien le ha ignorado durante el tiempo que estuvo
disponible. Ellos han menospreciado sus llamamientos y fracasaron en
volver a él en el día de la misericordia — su apelación de justicia
propia llega demasiado tarde.
El día del juicio está sobre ellos
(65:8-16). Aquellos que no respondieron al llamamiento de Dios ni
escucharon cuando El habló de que estaban condenados, ignoraron la
misericordia de Dios que antecede al juicio. Por contraste, los
siervos de Dios, mencionados siete veces en estos nueve versos, son
los receptores de sus eternas bendiciones.
Finalmente, Isaías describe las
últimas bendiciones para los justos en Sión en términos de un nuevo
cielo y una nueva tierra (65:17-66:24). Jerusalén de nuevo es el
punto focal desde donde tales bendiciones se extenderán umversalmente.
Las condiciones de paz prevalecerán incluso entre los
animales. Incluso aunque el cielo es trono de Dios y la tierra su
escabel, El se deleita en los hombres que han sido humildes y
contritos en espíritu. Aunque hayan estado sujetos al desprecio y el
ridículo, triunfarán en el establecimiento de Sión, mientras que los
ofensores estarán todos sujetos la condenación. Conforme sean juzgados
los enemigos, se hará aparente que Dios tiene sus manos extendidas
sobre sus siervos.. Los redimidos procedentes de todas las naciones,
compartirán las bendiciones de Sión, mientras aquellos que se
rebelaron estarán sujetos a un castigo que no tendrá fin (66:24).
Esquema
VI
tiempos de isaías
787-81. Amasias probablemente
puesto en libertad de su prisión, cuando Jeroboam
II asume
solo el gobierno de Israel tras la muerte de Joás.
768. Uzías asume solo el gobierno
en Judá. Muerte de Amasias.
760. Fecha aproximada del
nacimiento de Isaías.
753. Fin del reinado de Jeroboam
en Israel.
750. Uzías enfermo de la lepra.
745. Tiglat-pileser
III
comienza su gobierno en Asiria.
743. Los asirios derrotan a
Sarduris III,
rey de Urartu. Uzías y sus
aliados derrotados por los asirios en la batalla de Arpad.
740. Jotam asume solo el gobierno.
Muerte de Uzías.
736-35. Los ejércitos asirios en
Nal y Urartu.
Comienzo del gobierno
de Peka en Israel.
735. Acaz hecho rey por un grupo
pro-sirio en Judá.
734. Los ejércitos asirios invaden
a los filisteos. Guerra siro-efraimítica tras la retirada de los asirios.
733. La invasión asiría de Siria.
732. Damasco conquistado por los
asirios, terminando el gobierno sirio. Peka reemplazado por Oseas en
Samaría.
727. Salmanasar
V
comienza a gobernar en Asiria.
722. Caída de Samaría. Acceso de
Sargón II
al trono de Asiria.
716-15. Ezequías comienza a
reinar en judá. Reforma religiosa. Purificación del Templo.
711. Tropas asirías en Asdod.
709-8. Nacimiento de Manases.
705. Senaquerib comienza a
gobernar en Asiria.
702. Bel-Ibni reemplaza a
Merodac-baladán en el trono de Babilonia.
702-1. La enfermedad de Ezequías.
Amenaza de Senaquerib. Isaías afirma la seguridad. La embajada
babilónica de Merodac-baladán en el exilio visita Jerusalén.
697-6. Manases hecho corregente.
688. La segunda amenaza de
Senaquerib a Ezequías.
687-6. Ezequías muere. Manases
gobierna solo.
680. Isaías pudo haber sido
martirizado por Manases.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo
XIX
Jeremías—un
hombre
de fortaleza
Vivir con Jeremías, es comprender
a su pueblo, su mensaje, y sus problemas. El tiene mucho que decir a
su propia generación conforme les advierte de la condenación que se
cierne sobre ella. Pero comparado con Isaías dedica relativamente poco
espacio a las futuras esperanzas de restauración. El juicio es
inminente en este tiempo, especialmente tras la muerte de Josías. Se
concentra en los problemas corrientes en un esfuerzo para hacer volver
hacia Dios a su generación. Un hombre con un vital mensaje durante los
últimos cuarenta años de la existencia nacional de Judá como reino,
Jeremías relata más de sus experiencias personales, que lo que hace
cualquier otro profeta en tiempos del Antiguo Testamento.
Un ministerio de cuarenta años
Por el tiempo en que Manases
anunció el nacimiento del príncipe heredero de la corona, Josías, el
nacimiento de Jeremías en Anatot seguramente recibió poca atención.
Habiendo crecido en este poblado a sólo cinco kilómetros al nordeste
de la capital, Jeremías se hizo versado en las gentes corrientes que
circulaban por toda Jerusalén.
Josías llegó al trono a la edad de
ocho años, cuando Amón fue muerto (640 a. C.). Ocho años más tarde, se
hizo evidente que el rey de dieciseis saos ya estaba preocupado con la
obediencia hacia Dios. Tras cuatro años más, Josías tomó medidas
positivas para purgar a su nación de la idolatría. Santuarios y
altares de dioses extraños fueron destruidos en Jerusalén y otras
ciudades desde Simeón, al sur de la capital, hasta Neftalí, en el
norte. Durante sus primeros años, Jeremías tuvo que haber oído
frecuentes discusiones en su hogar respecto a la devoción religiosa
del nuevo rey.
Durante el período de esta reforma
a escala nacional Jeremías fue llamado al ministerio profetice,
alrededor del 627 a. C. Donde estaba o cuando lo recibió, no se halla
registrado en el capítulo 1. Por contraste con la majestuosa visión de
Isaías o la elaborada revelación de Ezequiel, la llamada de Jeremías
es única en su simplicidad. No obstante, él se vio definitivamente
llamado por la divina Potestad para ser un. profeta. En dos simples
visiones, esta llamada fue confirmada. La vara de almendro significa
la certidumbre del cumplimiento de la palabra profética, mientras que
la olla hirviente indica la naturaleza de su mensaje. Conforme se hizo
consciente de que encontraría mucha oposición, también recibió la
divina seguridad de que Dios le fortificaría y le haría capaz de
soportar los ataques y que le liberaría en tiempos de dificultades.
Poco es lo que se indica en los
registros escriturísticos que conciernan a las actividades de Jeremías
durante los primeros dieciocho años de su ministerio (627-609). Tanto
si participó o no en las reformas de Josías públicamente, que
comenzaron en el 628 y culminaron con la observancia de la pascua en
el 622, no está registrado por los historiadores contemporáneos ni por
el propio profeta. Cuando fue descubierto en el templo "El libro de la
ley", era la profetisa Huida y no Jeremías quien explicaba su
contenido al rey. Sin embargo, la simple declaración de que Jeremías
lloró la muerte de Josías en el 609
(II
Crón. 35:25) y el común religioso de ambos, tanto el profeta como el
rey, garantizan la conclusión de que él apoyó activamente la reforma
de Josías.
Es difícil de determinar cuantos
mensajes de Jeremías registrados en su libro, reflejan los tiempos de
Josías. El cargo de que Israel era apóstata (2:6) está generalmente
fechado en los primeros años de su ministerio.
Incluso aunque el renacimiento nacional no
había llegado a la masa, es muy verosímil que una abierta oposición a
Jeremías, se sucediera en su mínima expresión en los tiempos de Josías
y su reinado.
Aunque el problema nacional de la
interferencia asiría había disminuido, de forma que Judá gozaba de una
considerable independencia bajo Josías, los acontecimientos
internacionales en la zona Tigris-Eufrates llegaron hasta Jerusalén y
se observaron con el mayor interés. Indudablemente, cualquier temor de
que el resurgir del poder babilonio en el este hubiera tenido serias
implicaciones para Jerusalén, estaba atemperado por el optimismo de la
reforma de Josías. Las noticias de la caída de Nínive en, el 612,
seguramente fue muy bien recibida en Judá como la seguridad de no
sufrir más interferencias por parte de Asiría. El temor de la
reavivación del poder asirio, hizo que Josías se aprestara con
prontitud a bloquear a los egipcios en Meguido (609 a. C.), evitando
una ayuda de los asirios que se estaban retirando ante el avance de
las fuerzas de Babilonia.
La súbita muerte de Josías fue
crucial para Judá, al igual que para Jeremías personalmente. Mientras
que el profeta lamentaba la pérdida de su piadoso rey, su nación
estaba arrojada a un torbellino de conflictos internacionales. Joacaz
no reinó sino tres meses antes de que Necao de Egipto, le tomara
prisionero y colocase a Joacim sobre el trono de David en Jerusalén.
No solamente hizo este súbito cambio de los acontecimientos que
Jeremías se quedase sin el apoyo político piadoso de su pueblo, sino
que incluso quedó abandonado a las fechorías de los jefes apostatas
que gozaban del favor de Joacim.
Los años 609-586 fueron los más
difíciles, sin paralelo en todo el Antiguo Testamento. Políticamente,
el sol se ponía para la existencia nacional de Judá, mientras que toda
serie de conflictos internacionales arrojaban sus sombras de extinción,
que por último, dejaron a Jerusalén reducido a ruinas. En cuestiones
religiosas, la mayor parte de los viejos malvados eliminados por
Josías, retomaron bajo el gobierno de Joacaz. Los ídolos cananeos,
egipcios y asirios fueron abiertamente instaurados, tras el funeral
de Josías.
Jeremías, sin temor y persistentemente,
advertía a su pueblo del desastre que se avecinaba. Puesto que
ministraba a una nación apóstata con un gobierno impío, estaba sujeto
a la persecución de sus mismos conciudadanos. Una muerte por el
martirio, indudablemente habría sido un alivio comparado con el
constante sufrimiento y la angustia que soportaba Jeremías, mientras
continuaba su ministerio entre un pueblo cuya vida nacional se hallaba
en el proceso de desintegración. En lugar de obedecer al mensaje de
Dios, entregado por el profeta, perseguían al mensajero.
Crisis tras crisis llevaron a Judá
a una más próxima destrucción mientras que las advertencias de
Jeremías continuaban ignoradas. El año 605 a. C., marcó el comienzo
del cautiverio de Babilonia para algunos de los ciudadanos de
Jerusalén, mientras que Joacim solicitaba una alianza con los
invasores babilonios.
En la lucha de Egipto y Babilonia durante el resto de su reinado,
Joacim cometió el fatal error de rebelarse contra Nabucodo-nosor,
precipitando la crisis del 598-7. No solamente la muerte acabó
bruscamente con el reinado de Joacim, sino que su hijo Joaquín y
aproximadamente diez mil ciudadanos destacados de Jerusalén fueron
llevados al exilio. Esto dejó a la ciudad con una débil semblanza de
existencia nacional, mientras que las clases remanentes más pobres,
controlaban el gobierno bajo el mando del rey marioneta Sedequías.
La lucha política y religiosa
continuó por otra década conforme las esperanzas nacionales de Judá
iban esfumándose. A veces, Sedequías se preocupaba respecto al
consejo de Jeremías; pero con más frecuencia cedía a la presión del
grupo pro-egipcio en Jerusalén que favorecía la rebelión contra
Nabucodonosor. En consecuencia, Jeremías sufría con su pueblo mientras
que aguantaban el asedio final de Jerusalén. Con sus propios ojos, el
fiel profeta vio el cumplimiento de las predicciones que los profetas
ante-nores a él habían pregonado tan frecuentemente. Tras cuarenta
años de Pacientes advertencias y avisos, Jeremías fue testigo del
horrible resultado: Jerusalén fue reducido a un humeante montón de
ruinas y el templo destruido por completo.
Jeremías se encaró con mayor
oposición y encontró más enemigos que cualquier otro profeta del
Antiguo Testamento. Sufrió constantemente por el mensaje que
proclamaba. Cuando rompió el cacharro de arcilla ante la pública
asamblea de los sacerdotes y los ancianos en el valle de Hinom, fue
arrestado en el atrio del templo. Pasur, el sacerdote, le golpeó y lo
puso amarrado a las vallas durante toda la noche (19-20). En otra
ocasión, proclamó en el atrio del templo que el santuario sería
destruido. Los sacerdotes y los profetas se levantaron contra él en
masa y pidieron su ejecución. Mientras Ahicam y otros príncipes se
unieron en la defensa de Jeremías, salvando su vida, Joacim derramó la
sangre de Urías, otro profeta que había proclamado el mismo mensaje
(26).
Un encuentro personal con un falso
profeta llega en la persona de Hananías (28). Jeremías aparece
públicamente describiendo el cautiverio de Babilonia, llevando un yugo
de madera. Hananías se lo quitó, lo rompió y niega el mensaje. Tras
una breve reclusión, Jeremías aparece una vez más como portavoz de
Dios. De acuerdo con su predicción, Hananías muere antes de que se
acabase aquel año.
Otros falsos profetas se mostraron
activos en Jerusalén, lo mismo que entre los cautivos en Babilonia,
oponiéndose a Jeremías y a su mensaje (29). Entre estos, están Acab y
Sedequías, quienes excitan a los cautivos a contrarrestar el aviso de
Jeremías de que tendrían que permanecer 75 años en cautiverio. Semaías,
uno de los cautivos, incluso escribió a Jerusalén para incitar a
Sofonías y a sus sacerdotes colegas a enfrentarse con Jeremías y a
meterle en prisión. Otros pasajes reflejan la oposición procedente de
otros profetas cuyos nombres no se citan.
Incluso la gente de la misma
ciudad se levanta contra Jeremías. Esto queda reflejado en las breves
referencias de 11:21-23. Los ciudadanos de Anatot amenazaron con
matarle si no cesaba de profetizar en el nombre del Señor.
Sus enemigos se encontraban
igualmente entre los gobernantes. Bien recordado entre las
experiencias de Jeremías, es su encuentro con Joacim. Un día, Jeremías
envió a su escriba Baruc al templo a leer públicamente el mensaje de
juicio, del Señor, con la admonición de arrepentirse. Alarmados,
algunos de los jefes políticos informaron de aquello a Joacim; aunque
avisaron a Jeremías y a Baruc de que se escondiesen. Cuando el rollo
fue leído ante Joacim, éste despreció y desafió el mensaje, quemando
el rollo en el brasero y ordenando en vano el arresto del profeta y su
escriba.
Jeremías sufrió las consecuencias
de una vacilante política bajo el gobierno débil de Sedequías. Esto
llegó a hacerse especialmente crucial para el profeta, durante los
años finales del reinado de Sedequías. Cuando el asedio de los
babilonios fue levantado temporalmente, Jeremías fue arrestado a su
salida de Jerusalén, con el cargo de simpatía hacia Babilonia y fue
golpeado y encarcelado. Cuando terminó el asedio, Sedequías
buscó el consejo del profeta. En respuesta a la repulsa de Jeremías,
el rey le condenó a estar preso en el patio de guardia. Bajo presión,
Sedequías de nuevo abandonó al profeta a la merced de sus colegas
políticos, quienes arrojaron al profeta en una cisterna donde le
dejaron que se ahogara en el cieno. Ebed-melec, un eunuco etíope,
rescató a Jeremías y lo devolvió al cuerpo de guardia,
donde Sedequías tuvo otra entrevista con él antes de la caída de
Jerusalén.
Incluso después de la destrucción
de Jerusalén, Jeremías es frustrado con frecuencia, en su intento de
ayudar a su pueblo (42:1-43:7). Cuando los jefes desalentados y
apatridas apelan finalmente a él para asegurar la voluntad de Dios
sobre ellos, él espera en la guía del Señor. Pero cuando les informa
de que deberían quedarse en Palestina con objeto de gozar de las
bendiciones de Dios, el pueblo, deliberadamente, desobedece, emigra a
Egipto, llevándose al anciano profeta con ellos.
Jeremías tuvo relativamente pocos
amigos durante los días de Joacim y de Sedequías. El más leal y devoto
fue Baruc que sirvió al profeta como secretario. Baruc registró por
escrito los mensajes del profeta, y los leyó en el atrio del templo
(36:6). Le sirvió también como administrador, mientras que Jeremías
estuvo en prisión (32:9-14) y finalmente acompañó a su maestro a
Egipto.
Entre los jefes de la comunidad
que salvaron a Jeremías de la ejecución a las demandas de los
sacerdotes y los profetas (26:16-24), estaban los príncipes conducidos
por Ahicam. Durante el asedio a Jerusalén, cuando Jeremías fue
abandonado a morir en el pozo, Ebedmelec demostró ser un verdadero
amigo en la necesidad. Sedequías respondió con bastante interés
personal para asegurar al profeta seguridad en el patio de guardia
durante lo que quedó del asedio a Jerusalén.
Pasando a través de tiempos de
oposición y de sufrimientos Jeremías experimentó un profundo conflicto
interior. Un dolor penetrante hirió su alma al comprobar que su
pueblo, endurecido de corazón, era indiferente a sus advertencias y
avisos y sería sujeto a los severos juicios de Dios. Esta fue la causa
de su llorar día y noche, no el sufrimiento personal que tuvo que
soportar (9:1). Consecuentemente, el apelativo de "profeta llorón,"
para Jeremías denota fuerza y valor y la férrea voluntad de encararse
con las amargas realidades del juicio que se cernía sobre su pueblo.
A lo largo de todo su ministerio,
Jeremías no pudo escapar a la convicción, recibida de Dios, de que
era Su mensajero. Fiel a la experiencia humana, se hundió en las
profundidades de la desesperación en tiempos de persecución,
maldiciendo el día en que había nacido (20). Cuando permanecía
silencioso para evitar las consecuencias, la palabra de Dios se
convertía en un fuego que le consumía impulsándole a continuar en su
ministerio profético. Continuamente experimentó el divino sostén que
le fue prometido en el capítulo uno. Amenazado con frecuencia y al
borde de la muerte en las circunstancias de su vida, Jeremías estuvo
providencialmente sostenido como un testigo viviente para Dios en los
tiempos de completa decadencia para la vida nacional de Judá.
Cuánto vivió Jeremías tras sus
cuarenta años de ministerio en Jerusalén, es algo desconocido. En
Tafnes, la moderna Tel Defene en el delta del Nilo oriental, Jeremías
pronunció su último mensaje fechado documentalmente (4S-44).
Probablemente, Jeremías murió en Egipto.
El libro de Jeremías
Las divisiones del libro de
Jeremías para un propósito de perspectiva, son menos aparentes que en
muchos otros libros proféticos. Para un breve ^surneri de su contenido,
pueden anotarse las siguientes unidades:
I. El profeta y su pueblo Jeremías
1:1-18:23
II.
El profeta y los líderes
19:1-29:32
III.
La promesa de la restauración
30:1-33:26
IV.
Desintegración del reino
34:1-39:18
V.
La emigración a Egipto 40:1-45:5
VI.
Profecías concernientes a naciones
y ciudades 46:1-51:64
VII.
Apéndice o conclusión 52:1-34
El moderno lector de Jeremías
puede sentirse confuso por el hecho de que los acontecimientos
fechados y los mensajes no se hallan en orden cronológico. Existen,
por lo demás, muchos pasajes que no están fechados en absoluto. Por
tanto, es difícil arreglar con absoluta certidumbre el contenido de
este libro en cronológica secuencia.
El capítulo 1, que registra la
llamada a Jeremías, está fechado en el año décimo tercero de Josías
(627 a. C.). Los capítulos 2-6 son generalmente reconocidos como el
mensaje de Jeremías a su pueblo durante los primeros años de su
ministerio (ver 3:6). En qué medida puede estar relacionado del 7 al
20 con el reino de Josías o el de Joacim, resulta verdaderamente
difícil de determinar. Pasajes específicamente fechados en el reino de
Joacim, son 25-26, 35-36, y 45-46. Los acontecimientos ocurridos
durante el reinado de Sedequías están registrados en 21, 24, 27-29,
32-34, y 37-39. Los capítulos 40-44 reflejan los acontecimientos
subsiguientes a la caída de Jerusalén en el 586 a. C., mientras que
otros son difíciles de fechar.
I. El profeta y su pueblo
1:1-18:23
Introducción, 1:1-3
Llamada al servicio 1:4-19
Condición apóstata de Israel
2:1-6:30
La fe en los templos e ídolos
condenada 7:1-10:25
La alianza sin obediencia es fútil
11:1-12:17
Dos signos del cautiverio 13:1-27
La oración intercesoria es inútil
14:1-15:21
El signo de la inminente
cautividad 16:1-21
La fe en el hombre denunciada
17:1-27
Una lección, en la alfarería
18:1-23
En su ministerio, Jeremías estuvo
asociado con los últimos cinco reyes de Judá. Cuando fue llamado a su
ministerio profetice, Jeremías tenía aproximadamente la misma edad que
Josías, unos 21 años, quien estaba gobernando el remo desde que tenía
ocho años.
Respondiendo a la divina llamada,
Jeremías se dio perfecta cuenta del hecho de que Dios tenía un plan y
un propósito para él, incluso antes del tiempo de su nacimiento.
Estaba comisionado por Dios y divinamente fortalecido contra el temor
y la oposición. Estaba también bien equipado: el mensaje no era suyo,
él era solamente el instrumento humano a quien Dios confió Su mensaje
para su pueblo.
Dos visiones suplementan su
llamada. El almendro es el primero en mostrar signos de vida en
Palestina con la llegada de la primavera. Tan cierto como el florecer
de los almendros en enero, era la seguridad de que la palabra de Dios
sería mostrada. La olla hirviente indica la naturaleza del mensaje, el
juicio estallaría en el norte.
En su llamada, Jeremías es
claramente informado de que tendrá que dar cara a la oposición. La
esencia de su mensaje es el juicio de Dios sobre la Israel apóstata.
En consecuencia, tiene que esperar la oposición procedente de reyes,
príncipes, sacerdotes y del laicado. Con esta sobria advertencia, le
llega la seguridad del apoyo de Dios.
La condición apóstata de Israel es
impresionante (2-6). Los israelitas son culpables de haber desertado
de Dios, la fuente de las aguas vivas y el hontanar de todas sus
bendiciones. Como substituto, Israel ha buscado y elegido dioses
extraños que Jeremías compara a cisternas rotas que no pueden contener
agua. El rendir culto a dioses extraños es comparable al adulterio en
las relaciones materiales. Como una esposa infiel abandona a su esposo,
así Israel ha abandonado a Dios. El ejemplo histórico del juicio de
Dios sobre Israel en el 722 a. C., debería ser suficiente aviso. Corno
un león rugiente en su cueva, Dios levanta a las naciones para que
lleven el juicio sobre Judá. Israel ha despreciado la misericordia
divina. El tiempo de la ira de Dios ha llegado y el mal que estalla
sobre Judá es el fruto de sus propias culpas (6:19).
El auditorio de Jeremías se
muestra escéptico respecto de la llegada del juicio divino (7-10).
Ignora sus valientes afirmaciones de que el templo será destruido,
creyendo complacientemente que Dios ha elegido su santuario como su
lugar de permanencia y en la confianza también de que Dios no
permitirá que gobernantes paganos destrocen el lugar que estuvo
saturado con su gloria en los días de Salomón
(II
Crón. 5-7). Jeremías señala a las
ruinas que hay al norte de Jerusalén como evidencia de que el
tabernáculo no salvó a Silo de la destrucción en tiempos pasados.
Y tampoco el templo asegurará a Jerusalén contra el día del juicio.
La obediencia es la clave para una
recta relación con Dios. Por sus males sociales y la idolatría, el
pueblo ha hecho del templo un refugio de ladrones incluso aunque
continúen haciendo los sacrificios prescritos. La religión formal y
ritual no puede servir como substituto para la obediencia hacia Dios.
Jeremías se siente amargado por el
dolor y el sufrimiento al ver la indiferencia de su pueblo. Desea
orar por su nación pero Dios prohibe la intercesión (7:16). En las
ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, están rindiendo culto a
otros dioses.
Es demasiado tarde para él, el querer interceder en su nombre.
Mientras tanto, el pueblo encuentra su tranquilidad en el hecho de que
son los custodios de la ley (8:8), y esperan que esto les salvará de
la condenación predicha. Pero al profeta se le recuerda que el
terrible juicio es cosa cierta.
Sintiéndose aplastado en su propia
alma, Jeremías comprueba que la cosecha ha pasado, el verano ha
terminado y su pueblo no será salvado. Quejumbrosamente demanda si es
que no hay algún bálsamo en Galaad para curar a su pueblo. Y entonces,
llora día y noche por ellos. Incluso aunque el juicio viene sobre la
nación, Dios le da la seguridad de que el individuo que no se gloría
en su poder, en sus riquezas o en su sabiduría sino que conoce y
comprende al Señor en la hermosa práctica de la bondad, la justicia y
la rectitud en la tierra, es el que está conforme con el aviso de Dios.
Dios, como rey de las naciones, tiene que ser temido (10).
De nuevo, Jeremías es comisionado
para anunciar la maldición de Dios sobre el desobediente (11). La
obediencia es la clave para su relación en la alianza con Dios desde
el principio de su nacionalidad (Ex. 19:5). La alianza en sí misma, es
inefectiva e inútil sin obediencia. Con ídolos y altares tan numerosos
como las ciudades de Israel y las calles de Jerusalén, el pueblo se ha
merecido el juicio. Jeremías, nuevamente, conoce la prohibición de
que ruegue por su pueblo (11:14). Amenazado y advertido por sus
propios conciudadanos en Anatot, se siente totalmente desmoralizado a
medida que ve la prosperidad de la maldad. Y ora rogando siempre a
Dios (12:1-4). En respuesta, Dios le requiere para que sobrepase más
grandes dificultades y le asegura que la ira de Dios que consume,
está a punto de desatarse y mostrarse por todo Israel.
Dos símbolos dibujan el juicio que
se cierne de Dios sobre Judá (13:1-14): Jeremías aparece en público
con un nuevo cinto de lino. Con el mandato de Dios, lo lleva al
Eufrates para esconderlo en la grieta de una roca.
Tras un cierto tiempo, vuelve a tomar la prenda, que en, el Oriente
está considerada como el ornamento más íntimo y preciado de un hombre.
Está podrido y totalmente inservible. De la misma manera, Dios está
planeando exponer a su pueblo escogido a juicio en las manos de las
naciones.
Los recipientes, bien sean vasijas
de arcilla o de pieles de animales, llenos con vino, también son
simbólicos. Los reyes, profetas, sacerdotes y ciudadanos estarán
también llenos de vino y de borrachera que la sabiduría se desvanecerá
en estupefacción y desamparo en tiempos de crisis. El obvio resultado
será la ruina del reino.
Conforme el profeta ve aproximarse
la condenación que pende sobre Judá, comprueba que su pueblo está
indiferente y sigue desobediente y rebelde (13:15-27). El ve su
tristeza, expresada en amargas lágrimas, cuando su pueblo vaya al
cautiverio. Se le recuerda que el pueblo sufrirá por sus propios
pecados. Se han olvidado de Dios. Como un leopardo es incapaz de
cambiar los lunares de su piel, así Israel no puede cambiar sus
malvados caminos.
Una grave sequía trae el
sufrimiento a su pueblo al igual que a los animales (14:lss.).
Jeremías se encuentra profundamente conmovido. De nuevo intercede por
Judá, confesando sus pecados. Una vez más, Dios le recuerda que no
interceda, ya que ni con ayunos y con ofrendas, evitará el juicio que
se les avecina. Jeremías apela entonces a Dios para que salve al
pueblo, ya que son los falsos profetas quienes son los responsables
por equivocarlo. Cuando eleva a Dios la quejumbrosa cuestión, respecto
a la total repulsión de Judá, esperando que Dios escuche su ruego,
recibe la más soberana réplica: incluso si Moisés y Samuel
intercediesen por Judá, Dios no se enternecerá. Dios manda la espada
para matar, los perros para destrozar las carnes, los pájaros y las
bestias para devorar a Judá por sus pecados, porque su pueblo le ha
rechazado a El, y despreciado sus bendiciones. Desolado y sobrecogido
por la pena, Jeremías intenta una vez más tomar la tranquilidad en la
palabra de Dios, siendo asegurado de la divina restauración y
fortaleza para prevalecer contra toda oposición.
El tiempo es raramente indicado en
los mensajes profetices. La inminencia del juicio sobre Judá, sin
embargo, está más bien claramente revelada (16:1 ss.). A Jeremías se
le prohibe que se case. Si lo hiciera, expondría a su esposa y a sus
hijos, de tenerlos, a las terribles condiciones de la invasión, el
asedio, el hambre, la conquista y el cautiverio. La condenación de
Judá está próxima y cierta. Dios ha retirado su paz, porque ellos le
han desterrado de sus corazones, servido y adorado a ídolos y
rehusado el obedecer Su ley. En consecuencia, Dios enviará cazadores y
pescadores para buscar a todos los que sean culpables de forma que
Judá conozca Su poder. Los pecados de Judá están inscritos con una
punta de diamante y son públicamente visibles sobre los cuernos del
altar de tal forma que no hay oportunidad de escapar a la tremenda
irritación del Omnipotente. Una vez más, se perfilan los caminos de
las bendiciones y de las maldiciones (17:5 ss.).
En la alfarería, Jeremías aprende
la lección de que Israel al igual que otras naciones, es como la
arcilla en manos del alfarero (18). Como el alfarero puede descartar,
remoldar o acabar con una vasija fallida, así Dios puede hacer lo
mismo con Israel. La aplicación, es pertinente; Dios aporta su juicio
por la desobediencia. Incitado por esta advertencia, el auditorio se
confabula para librarse del mensajero.
II.
El profeta y los jefes 19:1-29:32
Los sacerdotes y los ancianos—Jeremías
es
metido en prisión 19:1-20:18
Sedequías conferencia con Jeremías
21:1-14
Cautiverio para reyes y falsos
profetas 22:1-24:10
La copa de la ira para todas las
naciones 25:1-38
Ahicam salva a Jeremías del
martirio 26:1-24
Falsos profetas en Jerusalén y
Babilonia 27:1-29:32
En una dramática demostración ante
una asamblea de ancianos y sa-erdotes en el valle de Hinom, Jeremías
afirma valientemente que Jerusalén
será destruida (19:1 ss.).
Rompiendo una vasija de barro, muestra el destino que aguarda a Judá.
En consecuencia, Pasur, el sacerdote, golpea a Jeremías, y le confina
a estar sujeto en el cepo de la puerta de Benjamín durante la noche.
En una grave, pero normal reacción, Jeremías maldice el día en que
nació (20) pero al fin resuelve su conflicto, comprobando que la
palabra de Dios no puede ser confinada.
La ocasión para el cambio de
mensajes entre Sedequías y Jeremías (21) es el sitio de Jerusalén, que
comenzó el 15 de enero del 588 a. C.
Con el ejército babilónico rodeando la ciudad, el rey se preocupa
respecto a los proyectos de liberación. El está familiarizado con la
historia de su nación, y sabe que en tiempos pasados Dios ha derrotado
milagrosamente a los ejércitos invasores (ver Is. 37-38). En respuesta
a la arrogante petición de Sedequías, Jeremías predice específicamente
la capitulación de Judá. Dios está luchando contra ella y hará que el
enemigo llegue a la ciudad y la queme con el fuego. Sólo rindiéndose,
Sedequías podrá salvar su vida.
En un mensaje general, tal vez
durante el reinado de Joacim, el profeta Jeremías denuncia a los
gobernantes malvados que son responsables de la injusticia y la
opresión (22). Concretamente, predice que Joacaz no volverá del
cautiverio egipcio, sino que morirá en aquella tierra Joacim
(22:13-23), precipitando la maldición de Dios en el juicio por sus
malos caminos, tendrá el enterramiento de un asno, sin que nadie
lamente su muerte. Por contraste (23) Israel recibe la seguridad de
que volverá a agruparse en el futuro de tal forma que el pueblo pueda
gozar de la seguridad y de la rectitud bajo un gobernante davídico que
será conocido por el nombre de "Jehová, justicia nuestra". En
consecuencia, los sacerdotes contemporáneos y profetas son denunciados
en voz alta como falsos pastores que llevan al pueblo descarriado.
Tras de que Joaquín y algunos
importantes ciudadanos de Judá fueron llevados al cautiverio de
Babilonia en el 597 a. C., Jeremías tiene un mensaje apropiado para el
pueblo restante (24). Aparentemente tienen el orgullo del hecho de que
escaparon del cautiverio y se consideran a sí mismos favorecidos por
Dios. En una visión, Jeremías ve dos cestos de higos. Los higos buenos
representan a los exiliados que volverán. El pueblo que se queda en
Jerusalén, será descartado como lo son los higos malos. Dios ha
rechazado a su pueblo y los hará un objeto de burla y una maldición
donde quiera que sean llevados y esparcidos.
En el crucial año cuarto del
reinado de Joacim (605 a. C.), Jeremías de nuevo continúa con una
palabra apropiada del Señor (25).
Les recuerda con atención que por veintitrés años han estado ignorando
sus advertencias y consejos. En consecuencia, por su desobediencia a
Dios trae a su siervo Nabucodonosor a Palestina y los sujetará a un
cautiverio de setenta años. Con el vaso de vino de la ira como figura,
Jeremías declara a sus gentes que el juicio comenzará en Jerusalén, se
extenderá a numerosas naciones de los alrededores y finalmente
visitará la propia Babilonia.
Próximo al comienzo del reinado de
Joacim, Jeremías se dirige al pueblo que va a rendir culto en el
templo (26), advirtiéndole que Jerusalén será reducida a ruinas.
Y cita el ejemplo histórico de la destrucción de Silo, cuyas ruinas
pueden aún verse al norte de Jerusalén. Incitado por los sacerdotes y
profetas, el pueblo reacciona violentamente. Se apoderan de Jeremías.
Tras de que el príncipe escucha el cargo que se la hace de que merece
la pena de muerte, escuchan todos la apelación del profeta. Y él les
recuerda que ellos derramarán sangre inocente con su ejecución, puesto
que Dios le ha enviado. Como los jefes comprueban que Ezequías en
tiempos pasados no mató a Miqueas por predicar la destrucción de
Jerusalén, razonan que, igualmente, Jeremías no se merece la pena de
muerte. Aunque Ahicam y los príncipes salven la vida de Jeremías, el
rey impío, Joacim, es responsable del arresto y martirio de Urías que
proclamó el mismo mensaje.
Uno de los actos más
impresionantes de Jeremías en el terreno profetice, ocurrió en el año
594 a. C. (27). Aunque Sedequías era un vasallo de Nabucodonosor,
existía una constante revuelta para una rebelión. Emisarios
procedentes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, se reúnen en Jerusalén
para unirse a Egipto y Judá en una conspiración contra Babilonia. Ante
tales representantes, aparece Jeremías llevando un yugo y anuncia que
Dios ha dado todas esas tierras en manos de Nabucodonosor. Por lo
tanto, es prudente someterse a Babilonia. Para Sedequías, tiene una
palabra especial de aviso de que no escuche a los falsos profetas.
Jeremías también advierte a los sacerdotes y al pueblo de que los
vasos que quedan en el templo y demás ornamentos, serán llevados lejos
por los conquistadores. Los delegados forasteros son alertados de que
no se dejen engañar por los falsos profetas. La sumisión a
Nabucodonosor es la divina orden. La rebelión sólo traerá la
destrucción y el exilio.
Poco después de esto, el falso
profeta Hananías se opone decididamente a Jeremías. Procedente de
Gabaón, Hananías anuncia en el templo que dentro de dos años
Nabucodonosor devolverá los vasos sagrados y los exiliados llevados a
Babilonia en el 597. Ante todo el pueblo, toma el yugo de madera que
Jeremías lleva puesto, lo reduce a pedazos y quiere demostrar así lo
que el pueblo hará con el yugo de Babilonia. Jeremías va temporalmente
a reclusión, pero más tarde vuelve con un nuevo mensaje de Dios.
Hananías ha roto las barras de madera del yugo, pero Dios las ha
reemplazado con barras de hierro que será la servidumbre de todas las
naciones. Hananías es advertido que por su falsa profecía morirá
antes de que acabe el año. En el séptimo mes de aquel mismo año, el
funeral de Hananías indudablemente fue la pública confirmación de la
veracidad del mensaje de Jeremías.
Incluso los jefes que están entre
los exiliados, causan a Jeremías problemas sin fin. Su preocupación
por los cautivos de Babilonia está expresada en una carta enviada con
Elasa y Gemarías.Esos
prominentes ciudadanos de Jerusalén fueron enviados por Sedequías a
Nabucodonosor, indudablemente, para asegurar la lealtad de Judá,
incluso mientras la rebelión está siendo planeada en Jerusalén. En su
carta, Jeremías advierte a los exiliados que no crean en los falsos
profetas que predicen un pronto retorno. Les recuerda que la
cautividad durará setenta años. Incluso predice que Sedequías y Acab,
dos de los falsos profetas, serán arrestados y ejecutados por
Nabucodonosor.
La carta de Jeremías inicia una
ulterior correspondencia (29:24-32). Semaías, uno de los cabecillas en
Babilonia que está planeando un pronto retorno a Jerusalén, escribe a
Sofonías el sacerdote, administrador del templo. Reprende a Sofonías
por no reprochar a Jeremías y le advierte que confine al profeta en
el cepo por escribir a los exiliados. Cuando Jeremías oye aquella
carta leída, denuncia a Semaías e indica que ninguno de sus
descendientes participará en las bendiciones de la restauración.
III.
La promesa de la restauración
30:1-33:26
El remanente es restaurado. Un
nuevo pacto 30:1-31:40
La compra de propiedades por
Jeremías 32:1-44
Cumplimiento del pacto davídico
33:1-26
Jeremías, específicamente, asegura
a Israel su restauración. Los exiliados serán devueltos a su propia
tierra para servir a Dios bajo un gobernante designado como "David su
rey" (30:9). Cuando Dios destruye todas las naciones, Israel será
restaurada tras un período de castigo. Dios, que ha esparcido a
Israel, volverá a Sión tanto a Judá como a Israel en un nuevo pacto
(31:31). En esta nueva relación, la ley será inscrita en sus corazones
y todos conocerán a Dios con la seguridad de que sus pecados han sido
perdonados. Tan cierto como las luminarias de los cielos están en,
sus órdenes fijados, así de cierta es !a promesa de la restauración de
Dios para su nación, Israel.
Las futuras esperanzas de
restauración, están más realistamente impresas sobre Jeremías (32)
durante el asedio de Babilonia a Jerusalén en el 587 a. C. Mientras
que está confinado al cuerpo de guardia, él es divinamente instruido
para que adquiera una parcela de propiedad en Anatot, procedente de su
primo Hanameel. Cuando este último aparece con la oferta, Jeremías
compra el campo inmediatamente. Con meticuloso cuidado, el dinero es
pesado, el documento de la compra se hace en duplicado, es firmado y
sellado con testigos. Baruc, entonces, recibe instrucciones de colocar
el original y la copia en vasijas de barro para mayor seguridad.
A los testigos y a los
observadores, esta transacción tuvo que haberles parecido la cosa más
ridícula. ¿Quién podría ser tan iluso como para comprar una propiedad
cuando la ciudad estaba a punto de ser destruida? Más sorprendente es
el hecho de que Jeremías, que por cuarenta años había predicho la
capitulación del gobierno de Judá, adquiera entonces el título de
propiedad de una parcela de terreno. Este acto profetice tenía una
gran significación; está de acuerdo con la simple promesa de Dios de
que efl aquella tierra las cosas y los campos serían nuevamente
adquiridos. La inversión de Jeremías representaba sencillamente la
futura prosperidad de Judá.
Tras haber completado su
transacción, Jeremías se pone en oración (32:16-25). La espada, el
hambre y la peste son una terrible realidad conforme continúa la
fútil resistencia contra el asedio de Babilonia. Jeremías mismo está
perplejo por la compra que ha hecho en un tiempo en que la
misericordia de Dios ha abandonado a Israel que está siendo destruida
y llevada al cautiverio. El fiel profeta es advertido de que Jerusalén
levantó la ira de Dios por la idolatría y la desobediencia (32:26-35).
Sin embargo, Dios que los esparce, les traerá de regreso y restaurará
su fortuna (32:36-44).
Mientras que la ruina nacional se
aproxima rápidamente, Jeremías recibe un plan de promesa de
restauración. Con una admonición de apelar a Dios, el Creador, el
pueblo, mediante Jeremías, es alentado a esperar cosas desconocidas.
En aquella tierra que está
entonces en las fauces de la destrucción, surgirá una rama justa que
brotará del pueblo de David para que prevalezca de nuevo la justicia y
la rectitud. El gobierno davídico y el servicio levítico serán
restablecidos. Jerusalén y Judá serán una vez más la delicia de Dios.
Este pacto será tan seguro como los períodos alternantes fijos del día
y la noche. Conforme el gran juicio que Jeremías ha venido anunciando
por cuarenta años antes, está a punto de llegar a su culminación, en
la destrucción de Jerusalén, las promesas y las bendiciones para el
futuro están vividamente impresas sobre el fiel profeta.
IV.
Desintegración del reino
34:1-39:18
Los jefes infieles en contraste
con los recabitas 34:1-22
Aviso a los jefes y al laicado
35:1-36:32
La caída de Jerusalén
37:1-39:18
Los años más obscuros de la
existencia nacional de Judá están brevemente resumidos en esos
capítulos. La destrucción de Jerusalén es el mayor de todos los
juicios en la historia de Israel y en el Antiguo Testamento. Los
acontecimientos registrados en 35-36, que vienen desde el reinado de
Joacim, sugieren una razonable base para juicio que se convierte en
realidad en los días de Sedequías.
El rey Sedequías ha sido
frecuentemente advertido del juicio que se avecina. Entonces, cuando
los ejércitos de Babilonia están realmente poniendo sitio a Jerusalén
(588), Sedequías conoce de una forma específica que la capital de Judá
será quemada mediante el fuego. La única esperanza para el es rendirse
a Nabucodonosor (34). Rehusando conformarse a la obediencia del aviso
de Jeremías, Sedequías aparentemente busca la forma de encontrar un
compromiso que lo substituya. De acuerdo con una alianza entre el rey
y su pueblo, todos los hebreos esclavos son libertados en Jerusalén.
La motivación para este acto dramático, no está indicada. Tal vez 'os
esclavos se hayan convertido en una responsabilidad o posiblemente,
Podrían luchar en el asedio como hombres libres. Con toda certidumbre,
aquello no fue motivado en su totalidad por una cuestión religiosa con
el deseo de conformarse a la ley, puesto revocaron su pacto tan pronto
como el sitio fue temporalmente levantado, mientras los babilonios
perseguían a ios egipcios (37:5). En términos que no dejan lugar a
duda, Jeremías anuncia que el temible juicio de Dios sobre Sedequías y
todos los hombres que rompieron los términos del pacto se producirá
inevitablemente (34:17-22). Los babilonios retornarán para quemar la
ciudad de Jerusalén.
En los capítulos 35-36, están
registrados los incidentes históricos del tiempo de Joacim, indicando
claramente que tal actitud de religiosa indiferencia ha prevalecido
demasiado tiempo en Judá. En una ocasión, Jeremías conduce a algunos
recabitas, que habían tomado refugio en Jerusalén, mientras que los
babilonios ocupaban la Palestina, al templo.
Jeremías les ofreció vino, pero ellos rehusaron en obediencia al
mandato de su antecesor Jonadab, que vivió en los días de Jehú, rey de
Israel. Por 250 años, ellos han sido fieles a una legislación hecha
por hombres, sin beber vino, sin plantar viñas, ni construyendo casas,
sino viviendo en tiendas. Si los recabitas se conformaban a un juicio
humano, ¿cuánto más debería el pueblo de Judá obedecer a Dios quien
repetidamente envió a sus profetas para advertirles contra la
servidumbre a los ídolos? En contraste con la maldición de Dios que
estaba siendo enviada contra Jerusalén, los recabitas serían
bendecidos.
Joacim, el hijo del piadoso Josías,
no solo es desobediente, sino que desafía a Jeremías y a su mensaje.
En el cuarto año de su reinado, Jeremías instruye a Baruc para
registrar los mensajes que él ha dado previamente. Al siguiente año,
mientras que el pueblo se reúne en Jerusalén para observar un ayuno,
Baruc públicamente lee el mensaje de Jeremías en el atrio del templo,
advirtiendo al pueblo que se aparte de sus malvados caminos. Algunos
de los príncipes se asustan y dan cuenta al rey, que ordena que el
rollo sea llevado a su presencia. Mientras Jeremías y Baruc se
esconden, el rollo leído ante Joacim es destrozado en pedazos y
quemado en el brasero. Aunque el rey ordena su arresto, ellos no son
encontrados por ninguna parte. Al mandato de Dios, el profeta una vez
más dicta su mensaje a su escriba. Esta vez, se anuncia un juicio
especial pronunciado contra Joacim por haber quemado el rollo
(36:27-31). Las condiciones serán tales al tiempo de su muerte, que no
tendrá un enterramiento real, sino que su cuerpo será expuesto al
calor del día y al frío de la noche.
Algunos de los acontecimientos
ocurridos durante el sitio de Jerusalén, están registrados en 37-39.
Con el fin de alcanzar claridad, el orden de los acontecimientos puede
ser tabulado en la forma siguiente:
Comienza el asedio el 15 de enero
del 588 39:1; 52:4
Aviso a Sedequías 34:1-7
Encuesta de Sedequías—réplica de
Jeremías 21:1-14
Convenio para libertar a los
esclavos 34:8-10
Se levanta temporalmente el sitio
37:5
Los esclavos reclamados—repulsa de
Jeremías 34:11-22
Jeremías arrestado, golpeado y
encarcelado 37:11-16
La continuación del asedio
Encuesta de Sedequías—Jeremías
transferido 37:17-21
Adquisición de la propiedad por
Jeremías 32:1-33:26
Jeremías lanzado a la cisterna
38:1-6
Ebed-melec rescata a Jeremías
38:7-13
Las últimas entrevistas de
Sedequías y Jeremías 38:14-28
Jerusalén conquistada el 19 de
julio del 586 39:1-18
Jerusalén destruida el 15 de
agosto del 586 II
Reyes 25:8-10
Durante el asedio de dos años y
medio, Jeremías avisa constantemente al rey de que rendirse a los
babilonios sería lo mejor para él. A lo largo de todo ese período,
Sedequías parece frustrado al volverse hacia Jeremías en busca de
consejo o ceder al grupo de presión pro-asirio para continuar la
resistencia contra los babilonios. En vano espera mejores noticias de
Jeremías. Finalmente, los babilonios irrumpen en Jerusalén. Sedequías
escapa y logra llegar hasta Jericó; pero es capturado y llevado ante
Nabucodono-sor en Ribla. Tras ser obligado a presenciar la muerte de
sus hijos y la de numerosos nobles, Sedequías es cegado y llevado
cautivo a la tierra del exilio. Así se cumple la profecía,
aparentemente contradictoria de que Sedequías no vería nunca la tierra
a la que sería llevado como cautivo.
V.
La emigración a Egipto40:1-45:5
Establecimiento en Mizpa bajo
Gedalías 40:1-12
Derramamiento de sangre y
desunión40:13-41:18
En ruta hacia Egipto
42:1-43:7
Mensajes de Jeremías en
Egipto43:8-44:30
La promesa a Baruc45:1-5
Jeremías recibe el más cordial
tratamiento de manos de los conquistadores babilonios. Aunque
maniatado y llevado a Rama es dejado en libertad por Naburzaradán el
capitán de la guardia de Nabucodonosor. Puesto a elegir, Jeremías
escoge el quedarse con los que permanecen en Palestina, incluso aunque
recibe la seguridad de un tratamiento favorable si se va a Babilonia.
Con Jerusalén hecho un montón de
ruinas humeantes, los que se quedan en Palestina, se establecen en
Mizpa, probablemente el actual Nebí Samwil. Situada aproximadamente a
unos 16 kms. al norte de Jerusalén, la ciudad de Mizpa se convierte en
la capital de la provincia babilónica de Judá, bajo el mando de
Gedalías, gobernador al servicio de Nabucodonosor. Esparcidas por
todo el territorio hay muchas guerrillas dispersas por el ejército de
Babilonia. Al principio buscan el apoyo de Gedalías, pero unas cuantas
semanas más tarde, Ismael, uno de aquellos capitanes, es utilizado por
Baalis, caudillo de los beduinos amonitas, en un complot para matar a
Gedalías. En pocos días, Ismael mata brutalmente setenta de los
ochenta Peregrinos en ruta hacia Jerusalén procedentes del norte y
fuerza a los ciudadanos de Mizpa a marchar hacia el sur, esperando
atraparlos en Amón a través del Jordán. En ruta, son rescatados por
Johanán en Gabaón y llevados a Quimam, una estación de caravanas,
cerca de Belén, mientras Ismael escapa.
Cambios repentinos encuentran a
los que quedan, sin hogar y totalmente desalentados. En pocos meses
no solamente han visto a Jerusalén reducido a cenizas, sino que habían
sido desalojados de su asentamiento en Mizpa. En desesperada necesidad
de una guía, se vuelven hacia Jeremías.
Aunque intentan marcharse a Egipto
por miedo a los babilonios, el pueblo está con Jeremías para inquirir
del Señor el futuro que les aguardaba. Tras un período de diez días,
que pone a prueba su paciencia, Jeremías tiene una respuesta. Tienen
que permanecer en Palestina (42:10). La emigración a Egipto supone la
guerra, el hambre y la muerte. Con deliberada desobediencia y cargando
sobre Jeremías el no haberles entregado el mensaje completo de Dios,
Johanán y sus compinches llevan a los que quedan hacia Egipto
(43:1-7). Mientras que el pueblo se mueve en masa, Jeremías y su
escriba Baruc, sin duda, carente de alternativa, se van con ellos.
Mientras en Tafnes, en Egipto,
Jeremías advierte a su pueblo por un mensaje simbólico, que Dios
también enviará a su siervo Nabucodonosor a Egipto para ejecutar el
juicio (43:8-13). En el próximo capítulo, Jeremías bosqueja los
recientes acontecimientos en un mensaje final. Jerusalén está en
ruinas porque los israelitas han ignorado los avisos de Dios enviados
mediante los profetas. El mal que ha caído sobre ellos es justo y
recto en vista de su desobediencia. Israel se ha convertido en una
maldición y un vituperio entre todas las naciones porque ha provocado
la ira de Dios. Entonces el pueblo es apóstata y así desafía a
Jeremías cuyas palabras son inútiles para moverles al arrepentimiento.
Claramente le dicen que no obedecerán y afirman que el mal ha caído
sobre ellos porque han cesado en adorar a la reina de los cielos. Las
palabras finales de Jeremías claramente indican que el juicio de Dios
les espera y cuando llegue, comprobarán que Dios está cumpliendo su
palabra.
Aunque el capítulo 45 registra un
acontecimiento que ocurrió cosa de dos décadas antes, en este punto
tiene una singular significación en el libro de Jeremías. Poco después
del primer cautiverio en el 605 a. C., Baruc recibió instrucciones
para poner escrito el mensaje de Jeremías. Evidentemente Baruc
lamenta y se siente desesperado al anticipar la terrible condenación
y juicio que espera Judá. Personalmente, él no ve nada por delante que
no sea la penuria, la pobreza, el hambre, la guerra y la desolación.
Baruc es amonestado para no buscar grandes cosas sino comprobar que
la vida en sí misma es un don de Dios. Dios le asegura que su vida
será salvada como precio de la guerra. Tras la destrucción de
Jerusalén, Baruc está todavía con Jeremías, indicando que Dios ha
cumplido su promesa.
VI.
Profecías concernientes a las
naciones y ciudades 46:1-51:64
Egipto 46:1-28
Filistea 47:1-7
Moab 48:1-47
Amón 49:1-6
Edom 49:7-22
Damasco 49:23-27
CedaryHazor 49:28-33
Elam 49:34-39
Babilonia 50:1-51:64
El cuarto año de Joacim, fue un
momento crucial en la historia política de Judá. En la decisiva
batalla de Carquemis. los babilonios deshicieron a los egipcios, y así,
subsiguientemente, los ejércitos triunfantes de Nabucodonosor ocuparon
Palestina. Con el desarrollo de los problemas internacionales tan
gravemente para Judá, el profeta Jeremías emite un número de adecuados
mensajes fechados en el cuarto año de Joacim. Significativas entre
ellas, están las profecías que conciernen a las naciones.
No sólo Egipto sufre la derrota en
Carquemis, sino que por último, Nabucodonosor avanza 800 kms. Nilo
arriba para castigar a Amón de Tebas (46). Por contraste, Israel será
tranquilizado. Filistea será arruinada por una invasión procedente del
norte (47). La vida nacional de Moab será destruida bruscamente y su
gloria convertida en vergüenza. A causa de su orgullo, no puede
escapar a la destrucción, pero se le asegura su retorno del cautiverio
al final (48). Amón estará sujeta a juicio, poseída por Israel, y
esparcida sin promesa de restauración (49:1-6). Edom también es
condenada. Repentinamente, será reducida desde su exaltada posición
de tal forma que los transeúntes silbarán ante ella (49:7-22).
Damasco, Cedar, Hazor y Elam, de igual forma, esperan su juicio
correspondiente (49:23-39).
Babilonia recibe la más extensa
consideración en las profecías contra las naciones (50:1-51:64). Esta
que es la más grande y la más poderosa de todas las naciones durante
las dos últimas décadas de la vida nacional de Judá, será humillada
por su orgullo. El Señor de los ejércitos enviará a los medos contra
ella. Ante el Dios Omnipotente y gran Creador, la poderosa nación de
Babilonia con sus ídolos se encara a la destrucción. Con esas palabras
de denuncia, Jeremías envía a Seraías, un hermano de Baruc, a
Babilonia (51:59-64). Tras leer este mensaje de juicio sobre Babilonia,
Seraías ata el rollo a una piedra y lo lanza al Eufrates. En una forma
similar, Babilonia está condenada a la perdición para no volver a
levantarse jamás.
VII.
Apéndice o conclusión 52:1-34
Conquista y saqueo de Jerusalén
52:1-23
Condenación de los oficiales
52:24-27
Deportaciones52:28-34
Este breve sumario del reinado de
Sedequías, la caída de Jerusalén y las deportaciones, concluye
adecuadamente el libro de Jeremías. Tras cuarenta años de predicar,
Jeremías es testigo del mensaje que él ha proclamado con toda
fidelidad. Sedequías y los suyos sufren las consecuencias de su
desobediencia. Los vasos sagrados y los ornamentos del templo y su
atrio están enumerados en los versículos 17-23 como llevados a
Babilonia antes de que el templo fuese destruido, de acuerdo con las
predicciones de Jeremías. Joaquín, quien se entrega, recibe generosa
acogida y tratamiento y finalmente puesto en libertad al final del
reinado de Nabucodonosor.
Lamentaciones
El tema del libro de las
Lamentaciones, es la destrucción y la desolación que caen sobre
Jerusalén en el 586 a. C. Dios es reconocido como justo castigar a su
nación elegida por su desobediencia. Puesto que Dios es fiel, existe
la esperanza en la confesión del pecado y una implícita fe en El.
Descriptivas del contenido de este
libro, son las palabras hebreas "qinoth" o "dirges" en el Talmud, la
palabra griega "threnoi" o "eltígies" en la Septuaginta y "threni" o "lamentaciones"
en las versiones latinas. Los judíos leen este libro en el día noveno
de Ab en conmemoración de la destrucción de Jerusalén. Los ancianos
rabinos atribuyen este libro a Jeremías, agrupándolo con el Ketubim, o
cinco rollos, que eran leídos en varias ceremonias públicas.
En un arreglo, los primeros cuatro
capítulos son acrósticos alfabéticos. Cada capítulo tiene 22
versículos o un múltiplo de ese número. Las 22 letras del alfabeto
hebreo están utilizadas con éxito para que cada versículo comience en
1 y 2. Los capítulos 3 y 4 asignan tres y dos versículos
respectivamente a cada letra hebrea. Aunque el 5 tienen 22 versículos,
no representan ningún acróstico alfabético. Esta pauta alfabética,
también utilizada en numerosos Salmos, escapa al lector de las
versiones.
El libro de las Lamentaciones fue
atribuido a Jeremías hasta hace pocos siglos.
El Talmud, la Septuaginta, los padres de la iglesia antigua y los
líderes religiosos del siglo
XVIII
también consideran que el profeta fue el autor. Desde
entonces, numerosas sugerencias adscriben las Lamentaciones a varios
autores desconocidos y no identificados durante los siglos
VI
y
III
a. C.
La más razonable y natural
interpretación, sugiere que este libro expresa los sentimientos y las
reacciones de un testigo ocular. Entre esos conocidos procedentes de
tal período, Jeremías parece ser el mejor cualificado. Por cuatro
décadas él había predicho la destrucción de Jerusalén. Atravesando la
ciudad en su camino hacia Egipto, tuvo que haber dirigido una última
mirada a las ruinas de su amada ciudad que por cuatro siglos había
representado la gloria y el orgullo de su nación, Israel. ¿Quién pudo
haber dispuesto de mejores elementos para escribir las Lamentaciones
que el profeta Jeremías?
El libro de las Lamentaciones
puede ser subdividido en la forma siguiente:
I. Pasado y presente de Jerusalén
Lam. 1:1-22
Condiciones desoladoras 1:1-6
Memorias del pasado 1:7-11
El sufrimiento enviado por Dios
1:12-17
La justicia de Dios reconocida
1:18-22
II.
Las relaciones de Dios con Sión
2:1-22
La íra de Dios al descubierto
2:1-10
La busca de la tranquilidad
2:11-22
III.
Se analiza el sufrimiento
3:1-66
La realidad del sufrimiento 3:1-18
La fe de Dios para el contrito
3:19-30
Dios es el autor del bien y del
mal 3:31-39
La sola esperanza está en Dios
3:40-66
IV.
El pecado es la base del
sufrimiento 4:1-22
La parte del sufrimiento que hay
que soportar 4:1-12
El cargo del derramamiento de
sangre inocente 4:13-22
V.
La oración del que sufre 5:1-22
Confesión del pecado5:1-18
La apelación final5:19-22
De forma realista, el autor ve a
Jerusalén en ruinas. Una vez fue como una princesa, entonces está
reducida al vasallaje. En contraste a su pasada gloria, ella está
entonces en un estado de sufrimiento y desesperación. Aquellos que la
ven al pasar no pueden concebir su tristeza. No hay nadie que la
consuele.
La ira de Dios se ha mostrado en
Sión (2). El Señor ha terminado con la ley y todas las observancias
religiosas, ha suprimido a los sacerdotes, profetas y reyes, y ha
permitido que el enemigo aniquile sus palacios y su santuario.
Expuesta a que silben al verla y a irrisión de los enemigos que la
rodean, quejumbrosamente busca consuelo.
El sufrimiento es una amarga
realidad. El propio Jeremías pudo haber experimentado tal tratamiento
a manos de su propio pueblo, como está descrito en 3:1-18. La gloria
de Jerusalén ha desaparecido; no hay esperanza para ella, aparte de
una divina intervención. Para aquellos que buscan a Dios, —los
contritos— el sufrimiento está atemperado por las misericordias
eternas del Todopoderoso. Como autor del bien y del mal, Dios lleva el
juicio sobre los malvados (vss. 19-39). Por la confesión del pecado y
la fe en El, existe la esperanza de que El los vengará (vss. 40-66).
El destino de Sión parece ser peor
que el de Sodoma. La brusca destrucción aparece como preferible a un
continuo sufrimiento por el pecado. Conducida por falsos profetas y
sacerdotes, Jerusalén ha derramado la sangre inocente de los justos.
Consecuentemente, ella ha sido sometida a su presente situación,
mientras se esperan mejores días (4:22).
El capítulo final expresa una
oración para la misericordia de Dios. El autor describe vividamente el
apuro del pueblo de Dios como exilados en tierras extrañas. ¿Podrá el
Señor olvidar a su pueblo? Sión está en ruinas e Israel parece estar
abandonada. Con el corazón doliente y aplastado y sobrecogido por la
pena, el autor hace su dolorosa llamada al Dios que reina para siempre,
implorándole que restaure a los suyos. En la confesión del pecado y
una implícita fe en Dios descansa la apelación final para la
restauración.
Esquema VII
tiempos de jeremías
650. Nacimiento de Jeremías—fecha
aproximada.
648. Nacimiento de Josías.
641. Acceso de Amón al trono de
David.
640. Acceso de Josías.
632. Josías comienza su búsqueda
de Dios—II
Crón. 34:3.
628. Josías comienza las reformas.
627. La llamada de Jeremías al
ministerio profético.
626. El acceso de Nabopolasar al
trono de Babilonia.
622. El libro de la ley encontrado
en el templo. La observancia de la ley Pascua.
612. Caída de Nínive.
610. Harán capturado por los
babilonios.
609. Josías es asesinado. Joacaz
reina por tres meses. El ejército asirio-egipcio abandona el sitio de
Harán y se retira a Carquemis. Joacim substituye a Joacaz en Judá.
605. Los egipcios de Carquemis
derrotan a los babilonios en Quramati.
Los babilonios derrotan
decisivamente a los egipcios en Carquemis. Primera cautividad de
Judá. Joacim busca alianzas con Babilonia. Nabucodonosor accede al
trono de Babilonia.
601. Batalla inconclusa entre
babilonios y egipcios.
----------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo
XX
Ezequiel—el atalaya de Israel
Ezequiel estuvo profundamente
implicado en los problemas de su generación. Comenzando su ministerio
como profeta en la víspera de la capitulación de Judá, seis años
antes de la destrucción de Jerusalén, no pudo escapar al desastre
nacional. Estuvo asimismo viviendo con la aguda conciencia de la
gravedad de la situación de su nación, conforme se aproximaba la
crisis del terrible juicio de Dios. Su mensaje es específico,
pertinente, y se concentró en las circunstancias con las que tuvieron
que enfrentarse sus conciudadanos en el exilio. Cuando la destrucción
de Jerusalén se hubo convertido en historia, volvió su atención a las
futuras esperanzas de Israel como nación.
Un profeta entre los exiliados
Por la época del nacimiento de
Ezequiel (622/21 a. C.),
Jerusalén estaba en movimiento con la más grande celebración de la
pascua en siglos, conforme el reinado de Josías respondía
temporalmente a sus reformas de ámbito nacional. No sólo las
esperanzas religiosas prevalecieron de forma optimista, sino que la
decadencia influencia de la dominación asiría en Palestina dio lugar
al resurgir de proyectos más brillantes en el aspecto político.
Asurbanipal, cuyo reinado como gobernante de Asiría acabó en el 630 a.
C., no había sido sucedido por reyes poderosos lo suficiente como para
resistir a los agresores medas y a los avances de los babilonios. Las
noticias de la caída de Nínive en el 612, indudablemente, aliviaron a
Judá de los temores de que los ejércitos asirios se propusieran de
nuevo amenazar su dependencia.
Con las actividades religiosas
floreciendo en el templo, con el apoyo real, Ezequiel, un miembro de
una familia sacerdotal, tuvo que haber disfrutado de agradables
relaciones con el devoto pueblo de Judá. Su hogar debió haber estado
situado en la muralla oriental de Jerusalén, de tal forma que los
atrios exteriores fueran su campo de juego y los adjuntos recintos del
templo constituidos en clases para su entrenamiento formal y su
educación.
Aquellos años juveniles bajo la sombra de Salomón en el templo, le
familiarizaron con todos los detalles del magnífico edificio lo mismo
que con la diaria ministración ritual. Además, Ezequiel pudo muy bien
haber asistido a su padre y a otros sacerdotes, durante los años de su
adolescencia. En consecuencia, cuando fue llevado a Babilonia, tuvo
que haber conservado vividos recuerdos del templo y de lo que
significó en la vida de su pueblo.
Aunque Ezequiel, como un muchacho
de nueve años, pudo no haberse impresionado con las noticias de la
caída de Nínive, los acontecimientos que siguieron, no pudieron evitar
el causarle una indeleble impresión en sus años de formación juvenil.
Tras la súbita marcha de Josías y su ejército para Meguido, para que
el avance egipcio hacia el norte quedase bloqueado, y ayudar a los
asirios que se retiraban, Josías es muerto (609 a. C.). Todos los
ciudadanos de Jerusalén, tuvieron que haberse sorprendido ante tan
rápidos cambios. El funeral de Josías, la coronación de Joacaz, la
subsiguiente cautividad de este último y la coronación de Joacim como
un vasallo egipcio sobre el trono de David,—todo sucedió en un lapso
de tres meses. Lo más perturbador de la totalidad del reino, tuvieron
que haber sido las noticias de la decisiva batalla de Carquemis en el
605, conforme los babilonios tomaron ventaja de su victoria para
perseguir a los egipcios en retirada al mando de Necao, hasta las
fronteras de Egipto. Tal vez Ezequiel como un joven de dieciséis o
diecisiete años se considerase afortunado con haber escapado, siendo
incluido con Daniel y otros que fueron tomados como rehenes para
Babilonia en el 605 a. C.
Aunque él nunca menciona o se
refiere a Jeremías, es poco probable que no estuviese enterado del
mensaje de este profeta que era tan bien conocido en Jerusalén.
Seguramente Ezequiel tuvo que haber sido testigo de la reacción de la
masa en el sermón de Jeremías en el templo (Jer. 26), cuando los
príncipes rehusaron permitir la ejecución de Jeremías por el pueblo y
sus líderes religiosos. Quizás quedase confuso por el hecho de que
Joacim pudo haber derramado la sangre de Urías el profeta y haber
quemado con tanta decisión el rollo de Jeremías, sin haber sido
sometido a un inmediato juicio.
Cuando Ezequel rayaba en sus
recientes veinte años, los ciudadanos de Jerusalén se hallaban
turbados por la política extranjera de Joacim. En el 605, cuando los
egipcios se retiraron a sus fronteras, Joacim se convirtió en un
vasallo de Nabucodonosor, mientras que tomaba rehenes para ser
llevados al exilio.
Al año siguiente, Joacim y otros reyes reconocieron a Nabucodonosor
como soberano, mientras los ejércitos babilonios marchaban sin
encontrar resistencia por toda Sirio-Palestina. Tras tres años de
supervivencia, Joacim se rebeló y Nabucodonosor retornó a Palestina en
el 601.
Aparentemente, Joacim resolvió su
problema mediante la diplomacia y continuó como gobernante en el
trono davídico mientras que babilonios y egipcios se comprometían en
una batalla decisiva. Vacilando en su lealtad, Joacim, al final,
precipitó el advenimiento de graves problemas. Quizás tendría
esperanzas de que Egipto le salvaría cuando se rebelase una vez más.
Antes de que las fuerzas más importantes de Babilonia llegaran, sin
embargo, la muerte de Joacim llevó al trono a Joaquín. Cuando los
babilonios pusieron sitio a Jerusalén, la ciudad fue salvada de la
destrucción por la rendición de Joaquín. Aproximadamente diez mil de
los ciudadanos más destacados de Judá, acompañaron a su joven rey a la
tierra de exilio.
Esta vez, Ezequiel no estaba
presente meramente para observar lo que les sucedía a los demás. El
exilio se convirtió en parte de su personal experiencia. A la edad de
25 años, fue repentinamente transferido de Jerusalén y del templo, que
era su centro de interés como sacerdote, al campo de los exiliados
junto a las aguas de Babilonia. Aunque el templo no fue destruido,
muchos de sus vasos sagrados fueron deshechos por la rudeza y la
barbarie de los invasores que los tomaron como botín de guerra y
utilizados después en sus templos paganos.
En este nuevo entorno, Ezequiel y
sus compañeros de cautiverio, se establecieron en Tel-abib en las
orillas del río Quebar, no lejos de Babilonia. A los exiliados se les
entregó parcelas de tierra y aparentemente vivieron bajo ciertas
favorables condiciones. Se les permitió la organización de las
cuestiones civiles y religiosas, de tal forma que los ancianos
estuvieron en condiciones de hallar la tranquilidad y en el curso del
tiempo, desarrollar intereses comerciales. Así los exiliados tuvieron
una considerable libertad y oportunidades para establecer un
respetable nivel de vida.
Al parecer, lo peor de todo en el
aspecto de su cautiverio, fue el hecho de que no pudiesen volver a
Palestina. Aunque aquello era una imposibilidad política, conforme
Nabucodonosor incrementaba su poder y dominio, ellos permanecían
optimistas. Los falsos profetas entre los exiliados, les
aseguraron un pronto retorno a su tierra nativa.
Informes de Jerusalén, donde Hananías predice que el yugo babilonio
será destruido en dos años (Jer. 28 : 1 ss.), alientan a los exiliados
con la esperanza de una pronta vuelta al hogar patrio. Cuando Jeremías
avisa por carta que tendrán que establecer y permanecer setenta años
en el cautiverio, los falsos profetas se hicieron mas activos (Jer.
29). Semaías escribe a Jerusalén cargando a Jeremías con la
responsabilidad de su cautiverio y pide que le pongan en el cepo. En
una carta pública a los exiliados, Jeremías, a su vez, identifica a
Semaías como yn falso profeta. Aparentemente, la actividad del falso
profeta y de otros iguales a él, llega a ser tan grave que dos de sus
líderes son ejecutados.
En el cuarto año de su reinado
(594 a. C.) Sedequías hace un viaje a Babilonia. Tanto si se les
permite a los exiliados que se agrupen en Babilonia Para ver a
Sedequías conduciendo un carro o no, es cosa dudosa, ya que más
allá
dé su excitación, la aparición de Sedequías en persona para
pagar romo,
levantó las esperanzas para un rápido retorno. Más verosímil
es que lo ahogase sus propósitos de liberación, y se hubiera impuesto la
predicción y
Jeremías, de que Jerusalén sería destruida durante el curso de sus
vidas.
Al año siguiente, Ezequiel recibe
la
llamada al ministerio profetice. No
se indica hasta qué extremo él compartió las falsas esperanzas
de sus compañeros de exilio. Es comisionado para ser como un atalaya
de sus camara-das de exilio. Su mensaje es esencialmente el mismo que
Jeremías había proclamado con tanta insistencia; es decir, la
destrucción de Jerusalén En oposición a los falsos profetas, Ezequiel
es llamado para advertir al pueblo de que su bien amada ciudad será
destruida. No podrán volver a su país natal en un próximo futuro.
En su presentación, Ezequiel es un
maestro de la alegoría. El simbolismo, las experiencias personales
dramatizadas, y las visiones están más íntimamente entrelazados en su
vida y su enseñanza que en cualquier otro profeta de los tiempos del
Antiguo Testamento. Desde el tiempo de su llamada, en el 593, hasta
las noticias de la destrucción de Jerusalén, está informado, y
Ezequiel dirige sus esfuerzos hacia el convencimiento del pueblo de
que Jerusalén está esperando el juicio de Dios. En vista de las
condiciones de] pecado y la idolatría que prevalecen en la tierra de
Judá, es razonable esperar la caída de Jerusalén. En su ministerio
público al igual que en su respuesta a la demanda hecha por la
delegación de los ancianos, Ezequiel afirma valientemente que
Jerusalén no puede escapar al día que se avecina de la retribución.
Tras la caída de Jerusalén,
Ezequiel vuelve su atención a las esperanzas para el futuro. Los
proyectos de la restauración constituyen el tema de su nuevo mensaje.
Con la destrucción de Jerusalén y el templo como una realidad, los
exiliados tal vez fueron condicionados a escuchar el mensaje de la
esperanza. Se conoce poco respecto a los años subsiguientes al exilio
de Ezequiel. La última referencia fechada en su libro extiende su
ministerio hasta el año 571 a. C. (29:17). Aparte del hecho de saberse
que está casado, no se conoce nada tampoco con relación a su familia.
Puesto que tenía treinta años en el tiempo de su llamada, no pudo
haber vivido para ver la caída de Babilonia y el retorno de los
exiliados, bajo el reinado de Ciro, el rey de Persia.
El libro de Ezequiel
Desde un punto de vista literario,
el libro de Ezequiel resalta en distinción con Hageo y Zacarías como
los mejores fechados entre los libros proféticos.Los
datos del libro y sus fechas a lo largo de todo el libro, están
cronológicamente en orden, con la excepción de 29:17, 32:1, y 17- Ello
ocurre en las profecías contra las naciones fechadas en el 589 y 571
respectivamente. El resto de las fechas están en cronológica
secuencia, desde el 593 a. C., en 1:1, hasta el 585 a. C.
en 33:21, cuando las noticias de Jerusalén y su destino
trágico, llegan hasta él. La fecha final está anotada en 40:1,
situando la visión del estado restaurado de Israel para el año 573 a.
C.
El libro de Ezequiel está
lógicamente dividido en tres partes principal. Los capítulos 1-24
describen la condenación pendiente de Jerusalén- sección
inmediata (25-32) está dedicada a las profecías contra las naciones
extranjeras. Los restantes capítulos (33-48) marcan un cambio completo
en
énfasis, puesto que la crisis anticipada en la primera
sección ocurrió con la destrucción de Jerusalén. El nuevo tema es el
avivamiento y la restauración de los israelitas a su propia tierra.
Para un análisis más detallado de este libro, puede ser usada la
siguiente subdivisión:
I. La llamada y la comisión de
Ezequiel Ezeq. 1:1-3:21
II.
La condenación de Jerusalén
3:22-7:27
III.
El templo abandonado por Dios
8:1-11:25
IV.
Los líderes condenados 12:1-15:8
V.
Condenación del pueblo elegido de
Dio16:1-19:14
VI.
La última medida completa 1-24:27
VII.
Naciones extranjeras 1-32:32
VIII.
Esperanzas para la restauración
33:1-39:29
IX.
El estado restaurado 40:1-48:35
El contenido de este libro, tal y
como está considerado aquí, es considerado como la composición
literaria de Ezequiel.
El establecimiento para su ministerio en Babilonia entre sus
conciudadanos, está allí. Aunque Jerusalén es el punto focal de la
discusión en 1-24, el contexto no requiere que el autor esté en
Palestina, tras la llamada de Ezequiel al ministerio profetice.
Es significativo anotar que él discute el
destino de Jerusalén con los exiliados, y en ningún momento indica
que se está dirigiendo a los residentes en Jerusalén en persona como
hizo el profeta Jeremías.
I. La llamada y la comisión dada a
Ezequiel 1:1-3:21
Introducción 1:1-3
Visión de la gloria de Dios 1:3-28
El atalaya de Israel 2:1-3:21
La fecha es en el 593 a. C. En su
quinto año en Babilonia, los cautivos no tienen más brillantes
perspectivas de un pronto retorno a la patria. Están confusos y
desasosegados al oír a los falsos profetas contrarrestar la
advertencia de Jeremías. La ejecución de dos falsos profetas, Acab y
Sedequías, por Nabucodonosor evidentemente no obscureció sus
esperanzas de retornar a Jerusalén en un próximo futuro. En medio de
su confusión, Ezequiel es llamado para el ministerio profetice.
La llamada de Ezequiel es de lo
más impresionante. Comparado con la visión de Isaías y la simple
comunicación a Jeremías, la llamada de Ezequiel al servicio profético
puede ser descrita como fantástica. Tiene lugar junto al río Quebar en
los alrededores de Babilonia. No hay ningún templo a la vista con el
que pudiera haber asociado la presencia de Dios. Es grande la
distancia entre él y Jerusalén, de tal forma que él apenas si tiene
recuerdos del santuario donde Dios había manifestado su presencia en
los días de Salomón. Si Babilonia se hallaba a la vista, Ezequiel pudo
haber visto los grandes templos de Marduc y otros dioses babilonios,
que ya habían sido reconocidos por el triunfante conquistador
Nabucodonosor. Y allí, en aquel entorno pagano, Ezequiel recibe una
llamada para ser un portavoz de Dios.
Ezequiel se hace consciente de la
presencia de Dios mediante una visión (1:4-28). Inicialmente su
atención queda presa por una gran nube brillante con fuego. Cuatro
criaturas elaboradamente descritas hacen su apariencia, yendo de un
lado al otro como el relámpago en una tempestad. Esas criaturas
parecen tener características tanto naturales como sobrenaturales.
Íntimamente relacionadas con cada criatura, hay una rueda que se mueve
en todo momento. Con el espíritu de las criaturas en las ruedas la
conducta es espectacular pero ordenada. Por medio de alas para cada
criatura, se mueven bajo el firmamento. Ezequiel también ve un trono
sobre el cual está sentada una persona que tiene parecido con un ser
humano, con su forma rodeada por el brillo de un arco iris. Sin
explicar o interpretar todas esas cosas, Ezequiel dice que todas esas
manifestaciones en apariencia, tienen parecido con la gloria de Dios.
Allí, en un país pagano lejos del templo de Jerusalén, Ezequiel toma
conciencia de la presencia de Dios.
Aunque él cae postrado ante
aquella divina manifestación, Dios le ordena que se levante mientras
que el Espíritu le llena y le capacita para obedecer. Dirigiéndose a
él como un "hijo del hombre", él es comisionado para ser un mensajero
para su propio pueblo que es desobediente, testarudo y rebelde.
El mensaje le es dado en forma simbólica. Se le ordena que se coma un
rollo de lamentaciones, angustias y penas que se convierte en su boca
en la dulzura de la miel. Avisado por anticipado de que el pueblo no
le escuchará, ni aceptará su mensaje, a Ezequiel se le ordena que no
les tenga ningún temor. Al desaparecer la gloria de Dios, el Espíritu
hace consciente a Ezequiel de la realidad literal de que se encuentra
entre los exiliados del Tel-abib cerca del río Quebar. Sobrecogido por
cuanto ha visto, se pasa reflexionando sobre todas aquellas cosas,
siete días.
Tras una semana de silencio,
Ezequiel es comisionado para que sea como un atalaya para la casa de
Israel (3:16-21). Viviendo entre su pueblo, se hace consciente de su
propia responsabilidad para lo que tiene que advertirles. Si ellos
perecen a pesar de su aviso, él no será culpable. Sin embargo, si
falla en advertirles y ellos perecen, él será cargado con el peso de
la sangre derramada. Siendo un guardián fiel, es una cuestión de vida
o muerte.
II.
La condenación de Jerusalén
3:22-7:27
La destrucción descrita 3:22-5:17
La idolatría trae juicio 6:1-7:27
Mediante una simbólica acción,
Ezequiel no sólo detiene la atención de los exiliados, sino que
vividamente describe el destino que pende sobre Jerusalén. Bajo
estrictas órdenes de ser sordo y hablar solamente a su auditorio como
el Señor le ha ordenado, Ezequiel graba un bosquejo de Jerusalén en un
ladrillo de arcilla. Colocando los elementos precisos de guerra a su
alrededor, el profeta demuestra el inmediato futuro de la ciudad, tan
bien conocida y tan amada por los que le escuchan. Ellos no necesitan
explicación verbal, puesto que están totalmente familiarizados con
cada calle de la ciudad de la cual han sido tan recientemente sacados
por los conquistadores babilonios.
Por un período de 390 días,
Ezequiel yace sobre su lado izquierdo, representando así el castigo
de Israel, el Reino del Norte. Por otros 40, yace sobre el lado
derecho, significando el juicio que aguarda a Judá, el Reino del Sur.
Durante este tiempo, las reacciones prescritas para Ezequiel, normal
a las consideraciones de un asedio, quedan limitadas a un suministro
de unos 340 gramos de pan y menos de un litro de agua. Para cocer su
pan, Ezequiel recibe instrucciones de utilizar excrementos humanos
como combustible, describiendo de esta forma la inmundicia de Israel.
Esto resulta tan aborrecible para Ezequiel, que Dios le permite que
lo substituya por excrementos de vaca. Una razonable interpretación
sugiere que el profeta normalmente duerme cada noche, pero durante el
día representa el sino de Jerusalén, al yacer de lado. Rehúsa
comprometerse en conversaciones ordinarias y habla solo como dirigido
por Dios. Indudablemente por la pauta de su conducta, la totalidad de
la comunidad de exiliados va de vez en cuando a la casa de Ezequiel
para ver por sí mismos lo que el profeta está demostrando.
Al final de este período (5:1 ss.),
cuando la peculiar conducta de Ezequiel es conocida por toda la
colonia de exilados, el pueblo tuvo que haberse sentido sorprendida al
verle afeitarse la cabeza y la barba dividiendo cuidadosamente sus
cabellos en tres partes iguales, pesándolas. Al quemar un tercio,
cortando otro en trozos pequeñísimos con la espada y esparciendo el
último tercio al viento, Ezequiel, de forma realista, demuestra y
anuncia lo que Dios hará con Jerusalén en Su juicio.
Un tercio de su población morirá
de hambre y de peste, otro tercio caerá por la espada, y el tercio
restante, será esparcido por el viento. Dios no tendrá compasión de
ellos. Los cargos contra ellos — ellos han escarnecido el santuario
de Dios con abominaciones y cosas detestables (5:11).
Los detalles del juicio pendiente
están claramente delineados en 6-7. Dondequiera que los israelitas han
rendido culto a los ídolos, las víctimas del hambre y la peste y por
la espada, yacerán esparcidas por toda la tierra. Los cuerpos muertos
ante sus altares serán el silencioso testimonio de que los dioses que
han adorado, no podrán salvarles. Para reforzar el énfasis Ezequiel
recibe la orden de patear el suelo y hacer sonar las palmas de sus
manos. Por este severo juicio, Dios hará que le reconozcan como al
Señor.
La terrible destrucción está
próxima. La sentencia de Dios en todos sus temibles aspectos, está a
punto de ser ejecutada sobre Judá y Jerusalén. La injusticia, la
violencia, y el orgullo están sujetos a la ira de Dios. El asunto está
terminado. Nadie responde a los sonidos de la trompeta que les llama a
la guerra. La espada les rodea mientras que el hambre prevalece dentro
de la capital. Dios está volviendo su rostro para que puedan profanar
su santuario y permitir que todos los ladrones hagan su rapiña. A
causa de sus crímenes sangrientos El trae lo peor de las naciones
contra ellos. Los profetas, ancianos, sacerdotes y el rey, todos
fracasarán mientras que el desastre se hace una realidad en Judá. El
Todopoderoso está realmente juzgándoles sobre la base de sus
terribles pecados.
III.
El templo abandonado por Dios
8:1-11:25
El sitio de la visión 8:1-4
La idolatría en Jerusalén 8:5-18
El juicio ejecutado 9:1-10:22
La misericordia de Dios en el
juicio 11:1-25
En el tiempo de catorce meses, el
espectacular ministerio de Ezequiel resurge el interés popular y la
reacción entre los exiliados. El oportuno tema del sino de Jerusalén
es de preocupación corriente para un pueblo que tiene un interés y un
intenso deseo de volver a su país natal a la primera y más rápida
oportunidad. Tienen la noción de que Dios no destruirá a su pueblo,
que es el custodio de la ley, ni su templo que representa su gloria y
presencia con ellos (Jer. 7-12). A su debido tiempo (592 a. C.) una
delegación de ancianos llega a conferenciar con el profeta. Con los
ancianos aparentemente esperando ante él, Ezequiel tiene una visión de
las condiciones y de los acontecimientos que sobrevendrán en el templo
(8:1-11:25). El relata este mensaje como está indicado en la
declaración concluyente del pasaje.
¿Qué es el análisis de las
condiciones en Jerusalén desde el punto de vista de Dios según está
revelado por Ezequiel? Las condiciones religiosas son un lejano grito
de la conformidad a la ley y a los principios de Dios. Aunque la
gloria del Señor está todavía en Jerusalén, Ezequiel ve cuatro
horribles escenas de prácticas idolátricas en las sombras del templo.
Una razonable interpretación es reconocer con Keil, que no todas esas
prácticas prevalecieran realmente en el propio templo sino que la
visión representa las condiciones idolátricas existentes por todo Judá.
Más conspicua es la imagen de los
celos. Tal vez esto es una representación hecha por el hombre del
Dios de Israel, una explícita violación del primer mandamiento. Sea
cual sea lo que signifique, la imagen de los celos es una temible
provocación al santo Dios de Israel. (17)
Como representantes de Israel, los setenta ancianos adoran a los
ídolos en el templo. Aparentemente ellos tienen concepciones
humanísticas de un Dios omnisciente. A la entrada de la puerta norte
del templo, las mujeres están llorando por Tamuz, el dios de la
vegetación que murió en el verano y volvió a la vida al llegar la
estación de las lluvias.
En el atrio ulterior, entre el porche y el altar, veinticinco hombres
están de cara hacia el este adorando al sol, cosa que estaba
explícitamente prohibida (Deut. 4:19; 17:3).
Esta provocación es la causa de
que Dios deje libre su ira en el juicio. Los culpables están
advertidos. La gloria de Dios se mueve desde el querubín hasta el
umbral del templo. La misericordia, sin embargo, precede al juicio
conforme un hombre vestido con ornamentos de lino, marca a todos los
individuos que deploran la idolatría en el templo. Comenzando con los
ancianos en el templo, los seis ejecutores van por toda Jerusalén
matando a todos aquellos que no tengan la marca sobre la frente.
Sobrecogido por la pena, Ezequiel apela a Dios en Su misericordia,
pero se le recuerda que Jerusalén está llena con sangre e injusticia.
Este es el tiempo de la ira—Dios ha olvidado al país.
Cuando el hombre vestido de lino
informa que ha identificado y marcado a todos los justos por toda la
ciudad, Ezequiel ve la manifestación de la gloria de Dios que él había
visto en el momento de su llamada. En esta aparición, las criaturas
vivientes, en la parte sur del templo, son identificadas como
querubines. El hombre vestido de lino recibe entonces el divino
mandato de ir y colocarse entre las ruedas que giran y el querubín
para obtener carbones ardientes y esparcirlos sobre la ciudad de
Jerusalén. La divina gloria se transfiere entonces desde el atrio
hasta la puerta oriental del templo.
Ezequiel es llevado por el
Espíritu a la puerta oriental donde veinticinco hombres responsables
del bienestar de Jerusalén se hallan reunidos (11:1-13). Bajo el
liderazgo de Jaazanías y Pelatías, dos príncipes cuya identidad es
incierta, aquellos hombres malinterpretan las advertencias y se quedan
complacientemente en la esperanza de que Jerusalén les protegerá de
los juicios de Dios.
La falacia de esto es evidente para Ezequiel, con la muerte de
Pelatías. Jerusalén no será un caldero para protegerles de la
condenación pendiente, ellos serán juzgados en los límites de Israel.
El pueblo de Dios ha desobedecido sus mandamientos y conformado su
conducta siguiendo la pauta de las naciones circundantes.
Aplastado por la pena, Ezequiel
cae sobre su rostro ante Dios, implorándole que salve a los que
quedan. En réplica, se le asegura que Dios, que ha esparcido a su
pueblo, lo volverá a reunir trayéndoles de nuevo al hogar patrio. En
la tierra del exilio, Dios será un santuario para ellos. Cuando ellos
sean traídos de vuelta a la tierra de Israel, El impartirá un nuevo
espíritu sobre ellos y un nuevo corazón condicionándoles para la
obediencia.
En conclusión, Ezequiel ve en esta
visión la partida de la presencia de Dios. La gloria de Dios que se
cernió sobre Jerusalén, ahora se dirige a la montaña oriental de la
ciudad. Jerusalén con su templo es abandonada para el juicio. La
destrucción que pende sobre ella, es sólo una cuestión de tiempo.
La visión (8:11) revela a Ezequiel
las condiciones en Jerusalén como vistas por Dios. Como un antiguo
ciudadano de Jerusalén, Ezequiel estaba familiarizado con la
prevaleciente idolatría, pero entonces, como un guardián comisionado
para la casa de Israel, él comparte la divina perspectiva. La copa de
la iniquidad de Judá está casi llena a rebosar. Esta divina revelación,
la comparte con los exiliados (11:25).
IV.
Los líderes condenados 12:1-15:8
Demostración del exilio 12:1-20
Los falsos líderes 12:21-14:11
La condición sin esperanza
14:12-15:8
Por una acción simbólica, Ezequiel
manifiesta ante su auditorio israelita en Babilonia las amargas
experiencias en abastecer para los residentes que permanecen en
Jerusalén. Lo más patético es la última partida, de un ciudadano que
es forzado a marchar de su hogar, conociendo que su ciudad está
condenada y que se encamina hacia el exilio. Ezequiel demostró esto al
salir de su hogar a través de un agujero de la muralla, llevando sobre
sus hombros un fardo conteniendo algunas cosas necesarias. En forma
similar, el príncipe de Jerusalén hará su salida final de la capital
de Judá (12:1-16). Describiendo las condiciones en los últimos días
del asedio, Ezequiel come ansiosamente su pan y bebe su agua con temor
y temblor (12:17-20).
Los jefes religiosos son
responsables por engañar al pueblo, asegurándoles la paz, cuando la
ira de Dios les está aguardando. Las mujeres, de igual forma, han sido
culpables de causar en el pueblo el que crea en las mentiras.
Todos los que profetizan falsamente están condenados por el mal que
han causado hablando. Ezequiel, con valentía, culpa a los ancianos,
que concurren ante él para inquirir del Señor, teniendo ídolos en sus
corazones. El profeta les urge a que se arrepientan, no sea que la
ira de Dios caiga también sobre ellos.
Jerusalén es tan pecadora, que no
habrá nadie que pueda salvarla de su destrucción (14:12-15:8). Muy
verosímilmente, el pueblo cree que a causa del grupo de justos que hay
en la ciudad, Dios pospondrá sus juicios, como había hecho en el
pasado. En una final y solemne advertencia, Ezequiel dice a su
auditorio que incluso si Noé, Daniel o Job estuviesen en Jerusalén,
Dios no salvaría a la ciudad. Ellos sólo pueden salvarse a sí mismos.
Como una viña en el bosque dispuesta para ser quemada, así los
habitantes de Jerusalén esperan el juicio de Dios.
V.
El pueblo elegido de Dios
condenado16:1-19:14
La historia espiritual de Israel
16:1-63
El rey infiel 17:1-24
La responsabilidad individual
18:1-32
Lamentación por los príncipes de
Israel 19:1-14
En lenguaje alegórico, Ezequiel
describe la corrupción de la religión israelita. Cuando Israel era
como un niño recién nacido, inerme y desamparado, ellos fueron
elegidos por Dios y tiernamente nutridos como el pueblo de su elección.
Gozando de esas divinas bendiciones, Israel cometió deliberadamente la
idolatría en su apostasía, como una ramera en sus pasos pecaminosos.
En lugar de ser devotos de Dios, ha malgastado las cosas materiales
que tan abundantemente se le habían suministrado. Los padres incluso
llegaron a ofrecer a sus hijos en sacrificio a los ídolos. En el curso
del tiempo, acariciaron el favor de las naciones paganas, tales como
Egipto, Asiría y Caldea. La caída de Samaría debería haber sido
interpretada como un aviso dado a tiempo.
La sentencia conra Judá concluye con una promesa de restauración
(16:53-63). Dios recordará su pacto con ellos en reconciliación tras
de que hayan sido debidamente castigados por sus pecados.
En otra alegoría o adivinanza
(17:1-24), Ezequiel presenta la condenación política de Judá,
ilustrando específicamente el precedente capítulo. El rey de Babilonia,
como un águila o un buitre que se cierne sobre la copa de de un cedro,
ha interrumpido la dinastía davídica. El rey substituto, obviamente
Sedequías, romperá su convenido con Babilonia y volverá a Egipto en
busca de ayuda, en lugar de depositar su fe en, Dios. En consecuencia,
será tomado y llevado cautivo para morir en la tierra del exilio.
Aparentemente, los exiliados han
llegado a la conclusión de que se hallan sufriendo a causa de los
pecados de sus padres (18:1 ss.). Seguramente, el exilio era un lugar
de sufrimiento colectivo (11:14-21) pero en claros y definidos
términos Ezequiel traza una línea de demarcación entre los justos y
los infieles. Incluso aunque todos tengan que sufrir al presente, la
última distinción entre ellos es una cuestión de vida o muerte. Los
injustos perecen, los justos tendrán que vivir. Como las leyes básicas
del Pentateuco están dirigidas al individuo, así Ezequiel en ello,
resalta la responsabilidad de cada israelita.
Habiendo tratado con el problema
del individuo, Ezequiel revierte al tema de la máxima importancia: el
destino de Jerusalén. En una lamentación (19:1-14), expresa el
patético desarrollo que tendrán los acontecimientos, mostrando al
príncipe de Judá como a un león capturado con cepos Y enjaulado para
su deportación a Babilonia. El lamenta que la destrucción del reino
sea tan completa, y que no quede un retoño ni siquiera un cetro Para
un gobernante.
VI.
La última medida completa
20:1-24:27
El fracaso de Israel 20:1-44
El juicio en proceso 20:45-22:31
Consecuencias de la infidelidad
23:1-49
Ezequiel atemperado para el juicio
24:1-27
Durante dos años, el profeta, como
un atalaya, ha advertido fielmente al pueblo. Una vez más en el 591
una delegación de ancianos toma asiento ante él, para inquirir la
voluntad del Señor. Sedequías está todavía en el trono de Jerusalén.
Ezequiel revisa una vez más la
historia de Israel. Esta vez resalta que
Dios eligió a Israel en Egipto, le dio su ley, y les llevó a la
tierra de Canaán, pero ellos no han hecho otra cosa que provocarle con
sus ídolos, ritos paganos, y sacrificios. En su ira, Dios le ha
esparcido y finalmente los volverá a traer purificados en, gracia a
su propio nombre (21:1-44).
La pronunciación de esta revisión
recarga el énfasis del juicio que sigue como secuencia natural. Dios
está encendiendo un fuego para consumir el Neguev (20:45-49). Está
afilando su espada, llevando al rey de Babilonia a Jerusalén en un
acto de juicio (21-22). Los príncipes han derramado sangre inocente,
el pueblo es culpable de los males sociales, quebrantando la ley y
olvidando a Dios. Jerusalén se convertirá en un horno para purificar
al pueblo, mientras que derrama su ira.
El pecado de los pactos con los
extranjeros, está desarrollado en el capítulo 23, según Samaria,
llamada Ahola y Jerusalén, llamada Aholiba, llevan sobre sí el cargo
de la prostitución. Las alianzas con naciones extrañas, que
frecuentemente implican el reconocimiento de dioses paganos,
constituyen una grave ofensa hacia el Señor.
Infortunadamente, Judá falló en ver la caída de Samaria como un aviso.
En vista de sus pecados Jerusalén está advertida de que los caldeos
vendrán a ejercitar su juicio sobre ellos.
La copa de la ira de Dios está a la mano.
En el mismo día, 15 de enero del
588, en que los ejércitos babilónicos rodearon a Jerusalén, Ezequiel
recibió otro mensaje (24).
No se indica si Ezequiel dramatizó esto en una acción, sombólica o la
produjo verbalmente en forma de alegoría. Teniendo ante él un cordero
escogido en la sartén, que representa a Jerusalén, Ezequiel saca la
consecuencia de la destrucción. La sartén con manchas de orín,
figurando manchas de sangre, es colocada sobre el fuego hasta que se
funde. En el proceso de su fundición, las manchas sangrientas son
quitadas, ilustrando claramente con ello que las manchas de sangre de
Jerusalén serán quitadas sólo por la completa destrucción. En el curso
de esta representación gráfica, muere la esposa de Ezequiel. Como una
señal significativa para su auditorio, se le ordena a Ezequiel no
llevar luto públicamente. Tampoco el pueblo lo llevará cuando reciba
las noticias de que el templo de Jerusalén ha sido destruido. El Dios
soberano hace esto para que ellos sepan que El es el Señor. En
conclusión, Dios asegura a Ezequiel que cuando las noticias del sino
de Jerusalén, le lleguen, su sordera terminará.
VII.
Naciones extranjeras 25:1-32:32
Amón, Moab, Edom y Filistea
25:1-17
Fenicia 26:1-28:26
Egipto 29:1-32:32
Las profecías fechadas en estos
capítulos, con la excepción del 29:17-21, ocurren durante el décimo o
duodécimo año del cautiverio de Ezequiel. Esto aproxima el período del
asedio y sitio de Nabucodonosor en Jerusalén, al 588-586. Con la
capitulación de Jerusalén pendiente, surge indudablemente la cuestión
de a qué nación, entre las otras, tendrá Dios planeado llevarse a Judá.
¿Tendrán ellos que ir allí para juicio?
En el capítulo que abre este
pasaje, los amonitas, moabitas, edomitas y filisteos son denunciados
por su orgullo y gozosa actitud ante el sino de Judá. Aunque aliados a
Judá para conjurarse en una rebelión contra Babilonia (Jer. 27:3),
ellos la abandonaron para oír el fragor del combate de la invasión de
Nabucodonosor. Por su arrogancia y su odio hacia la religión de
Israel, serán castigados. La ejecución contra ellos comienza en el
subsiguiente período; pero el completo cumplimiento de esta
predicción espera al último establecimiento de la supremacía de
Israel en, su propio suelo. A través de Israel, Dios llevará su
venganza contra Edom (25:14).
Los más largos pasajes están
dirigidos contra los fenicios y sus ciudades de Tiro y Sidón y contra
Egipto. Con los ejércitos de Babilonia concentrados sobre Jerusalén,
los exiliados pueden haber imaginado por qué Fenicia y Egipto
escaparon al vengativo empuje de Nabucodonosor.
En un análisis de mayor extensión,
Ezequiel trata del destino de Tiro y su príncipe con una adecuada
lamentación para cada uno de ellos (26:1-28:19). Sidón, que era de
menor importancia, recibe sólo una breve consideración (28:20-23).
Por contraste, Israel será restaurada (28:24-26). La condenación de
Tiro es cierta, puesto que Dios está llevando a Nabucodonosor contra
ella.
La lamentación, de Tiro describe la pérdida de la gloria y la
supremacía que había gozado en su estratégica situación, en su belleza
arquitectónica, su fuerza militar y sobre todo, en su fabulosa riqueza
comercial. Tampoco
Sidón escapará a la destrucción (28:24-26).
Para hacer un paralelo de la caída
de Tiro, Ezequiel habla del destino del príncipe que gobierna la
ciudad y el reino de Tiro (28:1-10). Aunque bueno a sus propios ojos,
el rey de Tiro es solamente un hombre por lo que a Dios concierne. Por
sus vanas aspiraciones, será castigado.
Egipto, que usualmente juega una
parte vital en las relaciones internacionales de Judá, recibe una
extensa consideración en estas profecías (29-32). En su asociación con
Israel, la nación de Egipto ha sido como una caña, que se abandona al
enemigo cuando llega la conquista. Egipto y sus gobernantes también
están inculpados con orgullo—el faraón se jacta de que el no Nilo, del
cual depende la existencia de Egipto, estaba hecho por él.
La conquista y la rapiña aguardan
a Egipto. Aunque sea restaurada en un período de cuarenta años de
desolación, Egipto nunca llegará a adquirir su antigua posición. Nunca
proporcionará de nuevo una falsa segundad para Israel. Dios enviará a
Nabucodonosor a Egipto para que despoje su riqueza, ya que los malos
hombres poseen la tierra. Los divinos actos del juicio serán evidentes
en la destrucción de los ídolos en Menfis y la «erróla de las
multitudes en Tebas.
En forma de advertencia, Egipto es
comparado a Asiría, que sobresalía como un cedro del Líbano por encima
de todos los demás árboles (31:1-18).
Como el poderoso reino de Asiría, Egipto caerá. Ezequiel compara la
destrucción a su descenso en el Hades. Un año y dos meses más tarde,
tras haber sabido la caída de Jerusalén, se lamenta una vez más de la
humillación que pende sobre Egipto (32:1-16). El canto fúnebre del
funeral (32:17-32), tal vez fechado en el mismo mes[,
expande la lamentación, situando ya en la lista seis naciones para ir
al Hades. Egipto, en su destino, se unirá a poderes tan grandes como
Asiría, Elam, Mesec y Tubal, y las naciones vecinas tales como Edom,
los sidonios y los príncipes del norte-indudablemente, una referencia
a los gobernantes sirios. Todos esos darán la bienvenida a Egipto en
el Hades, en el día de la calamidad.
VIII.
Esperanzas para la restauración
33:1-39:29
El atalaya con una nueva comisión
33:1-33
Los pastores de Israel 34:1-31
Contraste entre Edom e Israel
35:1-36:38
Promesa de restauración y triunfo
37:1-39:29
El mensaje de Ezequiel está ligado
a los tiempos en que él vive. Desde el tiempo de su llamada, en el 593
a. C., ha conducido, por la palabra y por la acción simbólica, el
destino de Jerusalén. Durante el sitio de Jerusalén, se le dio un,
mensaje concerniente al lugar de las naciones extranjeras en la
economía del Dios de Israel. Con la destrucción de Jerusalén cumplida,
Ezequiel, una vez más, dirige su atención a las esperanzas nacionales
de Israel.
Un fugitivo procedente de
Jerusalén informa a Ezequiel y a los exiliados en enero del 585 a. C.
que la ciudad ha capitulado realmente ante el ejército de Babilonia.
Indudablemente, los informes oficiales en Babilonia habían anunciado
previamente la conquista de Judá. Probablemente, la fecha dada
(33:21-22) está íntimamente relacionada a la totalidad del contenido
de este capítulo.
Dios, que había previamente revelado a Ezequiel el hecho de la caída
de Jerusalén, en la víspera de la llegada de este mensajero, entonces
invita al mensajero a que hable de nuevo. Esta terminación de su
período de sordera, es un signo de la divina confirmación (24:27).
Dios ya había condicionado a Ezequiel, al recordarle que él es un
atalaya de la casa de Israel (33:1-20). Dirigiéndose de nuevo como "hijo
del hombre", él es el responsable para advertir a su propio pueblo.
Tras de la llegada del fugitivo,
Ezequiel es preparado para el mensaje transicional (33:24-33). El
remanente no arrepentido que hay en Palestina, transfiere entonces su
confianza desde el templo arruinado al hecho de que ellos son la
semilla de Abraham.
Con. Jerusalén en ruinas, seguramente ninguno de los que se encuentran
entre el auditorio de Ezequiel es lo bastante estúpido para pensar
que puede intentar una rebelión con éxito frente a Nabucodonosor.
Ezequiel es advertido de que el pueblo será lo bastante curioso para
escuchar su mensaje; pero no lo obedecerá.
El tema de la esperanza comienza
con una discusión de los pastores de Israel (34-1:31). En contraste
con los falsos pastores, que están condenados por su egoísmo, Dios
aparece descrito como el verdadero Pastor de Israel.
Mirando en el futuro lejano de los
israelitas, se les asegura su restauración nacional. Haciendo un pacto
de paz con ellos, Dios les establecerá en su propia tierra para gozar
de bendiciones sin límites bajo el pastor, identificado como "mi
siervo David".
Puesto que la historia no tiene datos del cumplimiento de esta promesa
para Israel, parece razonable anticipar esta realización en el futuro.
La tesis de la restauración de
Israel está desarrollada en 35:1-36:38, en contraste a la antítesis de
la destrucción de Edom. Edom o monte de Seir está cargado con los
delitos de enemistad, odio sangriento, avidez y codicia de la tierra
de Israel e incluso de blasfemia contra Dios.
Edom, incluyendo a todas las naciones (36:5), está ya marcada para su
devastación. Por contraste, los israelitas serán reunidos desde todas
las naciones y una vez más gozarán del favor de Dios en su propia
tierra. Israel ha profanado el nombre de Dios entre las naciones; pero
El actuará trayéndoles de nuevo en gracia a Su nombre. Por una
transformación, Dios les impartirá un nuevo corazón y un nuevo
espíritu, purificándoles en la preparación para que sean Su pueblo.
Sin duda, tanto Ezequiel como su
auditorio tuvieron que haberse preguntado cómo sucedería tal cosa.
Con Jerusalén en ruinas y el pueblo en el exilio, las perspectivas no
podían ser más obscuras y sombrías. En 37:1-39:29, la restauración de
Israel en triunfo sobre todas las naciones, queda desarrollada y
dibujada. Por divina revelación, Ezequiel llega a la seguridad de que
todo esto tendrá su cumplimiento.
El Espíritu del Señor conduce a
Ezequiel en medio de un valle lleno con huesos secos. Dios invita al
profeta a que hable a aquellos huesos. Ante su asombro total, Ezequiel
ve cómo los huesos se animan con la vida. Esta resurrección de los
huesos muertos, significa la reavivación y la restauración de la
totalidad de la casa de Israel, incluyendo tanto al Reino del Norte
como al del Sur. Serán reunidos como los israelitas serán reagrupados
procedentes de entre las naciones con la específica promesa de que un
rey gobernará sobre ellos. El gobernante o "pastor", de nuevo
identificado como "mi siervo David", deberá ser el príncipe para
siempre en tanto el pueblo se conforma a los estatutos y ordenanzas de
Dios. En la tierra de Israel, Dios establecerá una vez más su
santuario de forma tal, que todas las
naciones
conocerán que El ha santificado y
purificado a su nación de Israel.
El establecimiento de Israel no
permanecerá oculto ni sin desafío. Naciones procedentes de las partes
del norte, especialmente Gog y Magog, reunirán en masa sus ejércitos
para luchar contra Israel en los postreros días. Viviendo en ciudades
sin vallar y gozando de una prosperidad sin precedentes, Israel se
convertirá en el objeto codiciado de los enemigos invasores
procedentes del norte. Esto, sin embargo, será un día de divina
vindicación. Las fuerzas de la naturaleza en forma de terremotos,
lluvia granizo, fuego y azufre serán dejadas sueltas contra el feroz
invasor. La confusión, el derramamiento de sangre y la pestilencia
prevalecerán mientras luchan el uno con el otro. Ave de presa y
bestias salvajes devorarán los ejércitos de Gog y Magog y el enemigo
quedará sin ayuda, permitiendo así que Israel tome todos sus despojos
de guerra. Durante siete meses, enterrarán a los muertos y
purificarán la tierra.
Con todas las naciones conscientes
de los juicios de Dios, a Israel se le asegura la restauración de su
buena fortuna. Ellos vivirán con seguridad en la tierra donde nadie
tendrá miedo. No quedará nadie entre las naciones, cuando Dios vierta
su Espíritu sobre ellas.
IX.
El estado restaurado 40:1-48:35
El nuevo templo 40:1-43:12
Regulaciones para el culto
43:13-46:24
La tierra de las bendiciones
47:1-48:35
El tiempo de la pascua durante el
mes de Nisan (573), indudablemente, recuerda a los exiliados el más
grande milagro que Dios hubo llevado a cabo en nombre de Israel a
quien liberó del cautiverio de Egipto. Durante los catorce años que
habían transcurrido desde la destrucción de Jerusalén, los exilados,
probablemente, adaptados a su nuevo entorno, no hubieron tenido
ninguna esperanza de un inmediato retorno. Como mucho, si creyeron en
la predicción de Jeremías concerniente a un período de exilio de
setenta años, sólo unos pocos de los que habían sido tomados en
Jerusalén, podrían haber retornado. Sin duda, la promesa de Ezequiel
de la definitiva restauración les aseguró del amor de Dios y de Su
cuidado por la nación de Israel.
Ezequiel tuvo otra visión. Similar
a la revelación de los capítulos Salí, el profeta ve la realidad de la
restauración. De nuevo, el punto focal es el templo de Jerusalén, que
simboliza la presencia real de Dios con su pueblo. Un hombre inominado,
lo más probable un ángel del Señor, toma a Ezequiel para hacer una
visita del templo, sus alrededores y la tierra de Palestina. La
gloria de Dios, que primeramente abandonó al templo a su condenación,
entonces retorna a su sagrado santuario. Una vez más, Dios habita allí
entre su pueblo. A Ezequiel se le instruye para que observe bien aquel
viaje de la restaurada Israel. Todo lo que ve y oye, lo comparte con
sus compañeros en el exilio (40:4).
Desde el ventajoso punto de la
cima de una alta montaña, Ezequiel ve una estructura parecida a una
ciudad representando el templo y su entorno.
El guía, con una vara de medir en la mano,
inspecciona cuidadosamente las murallas del área del templo y la de
varios edificios, mientras que conduce a Ezequiel en aquel
espectacular viaje. Lo más extraordinario del viaje por el templo es
la reparación de la gloria de Dios, que Ezequiel identifica con la
revelación que tuvo en el canal de Quebar (ver 1 y 8-11). A Ezequiel
se le asegura entonces que aquel es el nuevo templo que Dios
establecerá para su eterno habitar con su pueblo. Nunca más se
despreciará el nombre de Dios con la idolatría. A los penitentes y
contritos, que hay entre el auditorio de Ezequiel, este mensaje del
templo restaurado les ofrece la esperanza. Y son alentados a conformar
sus vidas en obediencia a los requerimientos de Dios (43:10-13).
Las nuevas regulaciones para un
culto aceptable están cuidadosamente prescritas (43:13-46:24).
Ezequiel ve el altar y toma nota de las ofrendas y sacrificios que
proporcionan al pueblo una base aceptable para su aproximación a Dios.
Al entrar en el templo, se postra en reconocimiento de la gloria de
Dios que llena todo aquel santuario. Una vez más, recibe
instrucciones para marcar bien las ordenanzas y detalles para
aquellos a quienes se les permita oficiar en el nuevo templo. Por
romper la alianza y profanar el templo con la idolatría, el sacerdote
está sujeto a grave castigo. Dios bendecirá a Israel con una clase
sacerdotal restaurada y un príncipe que enseñará al pueblo,
establecerá la justicia y observará las fiestas y las estaciones.
La visión culmina en los viajes de
Ezequiel por la tierra de Israel (47:1-48:35). Comenzando en las
puertas del templo, el profeta ve un río que sale hacia el sur desde
debajo del umbral hasta Arabia, suministrando agua fresca para la
abundante vida del mar y para la irrigación de la tierra en la
producción de frutos. La totalidad de la zona, resurge con una nueva
vida y la industria de la pesca florece, abundando la vida en las
granjas en toda la tierra. La tierra de Canaán está cuidadosamente
dividida en parcelas para cada tribu, desde la entrada de Hamat en el
norte hasta el río de Egipto, en el sur. El príncipe y los levitas
recibirán una parcela próxima a la ciudad en donde el templo está
situado.
Esta ciudad, en la cual se manifiesta la divina presencia de Dios, es
identificada como "El Señor está allí".
Israel restaurado a la tierra
prometida—esta es la esperanza que Ezequiel tiene para su generación
en la tierra del exilio. Dios reagrupará a su pueblo en triunfo y lo
bendecirá una vez más.
Esquema VIII
cronología para ezequiel
621. Nacimiento de Ezequiel.
Reformas de Josías—Ministerio
de Jeremías.
612. Caída de Nínive.
609. Muerte de Josías.
Joacaz gobierna tres meses—Joacim
hecho rey
605. Batalla de Carquemis.
Rehenes tomados de Jerusalén a
Babilonia
601. Batalla egipcio-babilónica en
las fronteras de Egipto.
598. Joacim se rebela contra
Babilonia.
597. Joaquín y cerca de 10.000
personas incluido Ezequiel hechos cautivos.
594. Embajada enviada por
Sedequías a Babilonia—Jer. 29:3.
Sedequías aparece en Babilonia—Jer.
51:59.
593. Llamamiento de Ezequiel—1:1 y
3:16.
592. Tableta asignando raciones
para Joaquín.
Los ancianos conferencian con
Ezequiel—8:1-11:25.
591. Los ancianos conferencian con
Ezequiel—20:1
588. El asedio a Jerusalén
comienza en enero.
Mensaje de Ezequiel—24:1.
587. Profecías de Ezequiel—29:1,
30:20; 31:1.
586. Los babilonios entran en
Jerusalén—Sedequías huye—19 de julio
El templo es incendiado: 15 de
agosto
Profecía contra Tiro—26:1
585. Llegan los fugitivos—8 de
enero—Ezeq. 33:21
Lamentación sobre Egipto—32:1 y 17
573. Visión de Ezequiel—40:1.
571. La última profecía fechada de
Ezequiel—29:17
561.
Joaquín liberado de la prisión, 26 marzo del 561 a. C.—II
Reyes 25: 27. (De acuerdo con Thiele, un cálculo de
Nisan a Nisan es utilizado en Ezequiel, mientras Reyes utiliza Tishri
a Tishri; el primero comienza en abril y el segundo en octubre).--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario