LENGUAJE FIGURADO
Aquellas partes de las Santas
Escrituras escritas en lenguaje figurado exigen especial cuidado para
su interpretación. Cuando se emplea una palabra en otro sentido que
el que originariamente le pertenece o aplicándola a algún objeto
diferente de aquél en que se la usa comúnmente, se la designa con el
nombre de tropo. Las necesidades y propósitos del lenguaje humano
requieren el uso frecuente de palabras en ese sentido trópico.
Cuando a Santiago, Cefas y Juan, se les designan con el
nombre de columnas de la Iglesia (Gál. 2: 9) inmediatamente nos damos
cuenta de que la palabra "columna" está usada metafóricamente. Y
cuando de la Iglesia misma se dice que está "edificada sobre el
fundamento de los apóstoles y los profetas" (EL 2:20) sabemos que se
emplea un lenguaje figurado, presentando a la Iglesia como un casa o
templo.
Las operaciones naturales de la
mente humana impulsan al hombre a rastrear analogías y a hacer
comparaciones. Se excitan las emociones agradables y la imaginación
se gratifica con el empleo de metáforas y símiles. Aunque pudiéramos
concebir un idioma con abundante acopio de palabras como el necesario
para expresar todas las ideas posibles, la mente humana aún nos
exigiría el comparar y contrastar nuestros conceptos; y ese
procedimiento pronto necesitaría una variedad de figuras de lenguaje.
Es tan grande la parte de nuestros conocimientos que adquirimos por
medio de los sentidos, que todas nuestras ideas abstractas y nuestro
lenguaje espiritual tienen una base material. Es cosa notable la gran
cantidad de metáfora que existe en el lenguaje de la vida ordinaria;
metáforas cuyo origen hemos olvidado en gran parte, si no del todo.
Las fuentes principales
del
lenguaje figurativo de la Biblia las constituyen el aspecto
física de
la Tierra Santa, los hábitos y usos de sus antiguas tribus y
las
formas del culto israelita. Por consiguiente, deben estudiarse
con
esmero todas esas fuentes a fin de poder interpretar las
partes de las
Escrituras escritas en lenguaje figurado. Asi como discernimos
una
providencia divina en el uso del hebreo, el caldeo y el
griego, como
los idiomas de la revelación inspirada por Dios; y así como
creemos
que la progenie de Abraham, por la línea de Jacob, fue el
pueblo divinamente escogido para recibir y conservar los oráculos de
Dios;
así también es dable creer que la Tierra prometida constituyó
un
elemento .esencial en el proceso de desarrollar y
perfeccionar la
forma retórica de los registros sagrados. Dice un respetable
autor:
"No es ficción ni extravagancia calificar a esa tierra, de
microcosmo, ‑un pequeño mundo en sí misma, abarcando todo
aquello que
en el pensamiento del Creador sería necesario para desarrollar
el
lenguaje del reino de los cielos. Ni es fácil concebir cómo
pudiera
haberse alcanzado el fin propuesto sin una tierra semejante
provista y
adaptada, como ésta lo estaba, por la providencia de Dios.
Todo ello
era necesario,‑ montaña y valle, colina y llanura; lago y río,
mar y
horizonte, verano e invierno, siembra, cosecha, árboles,
arbustos y
flores, bestias y aves, hombres y mujeres, tribus y naciones,
gobiernos y religiones falsas y verdaderas, y otras
innumerables cosas,
sin ninguna de las cuales era posible pasarse. Imaginad, si
podéis,
una Biblia en la que se omitiera todo eso, o en la que se
substituyeran por otras algunas de las cosas esenciales que
contiene, una Biblia sin patriarcas ni peregrinaciones, sin la
esclavitud de
Egipto y la correspondiente liberación, sin Mar Rojo ni Sinaí,
sin el
Desierto con todas las escenas e incidentes del viaje de los
israelitas por él; sin un Jordán con un Canaán al lado
opuesto, o sin
un Mar Muerto con Sodoma abajo; sin el Moriah con su templo,
sin Sión
con sus palacios y en sus suburbios el Hinnom con el fuego y
el gusano
que nunca terminan. ¿De dónde habrían salido nuestros cánticos
y
salmos divinos si los poetas sagrados hubiesen vivido en un
país sin
montañas ni valles, donde no hubiese habido llanos cubiertos
de grano
ni campos ricos en verdor, ni colinas con olivos, higueras y
viñedos?
Todo es necesario, y todo presta buen servicio, desde los
alcornoques
de Basán y los cedros del Líbano hasta el hisopo que brota en
los
muros. La diminuta semillita de mostaza tiene su moral y los
lirios
sus bellas lecciones. Las espinas y abrojos proclaman
amonestaciones
y avivan tristes recuerdos. Las ovejas y el aprisco, el pastor
y su
perro, el asno y su dueño, el buey y su aguijada, el camello y
su
carga, el caballo con' su cuello revestido de trueno; leones
rugientes,
lobos rapaces, zorros destructores, ciervos que braman por
arroyos,
corzos alimentándose entre los lirios, palomas en los huecos
de sus
palomares, gorriones en las azoteas, cigüeñas en el cielo,
águilas
apresurándose sobre sus presas; cosas grandes y cosas
pequeñas; la
industriosa abeja aprovechando toda hora solar y la precavida
hormiga almacenando durante la cosecha, nunca demasiado grande
para
su uso, aunque demasiado pequeña para prestar. Estas no son
más que
muestras, tomadas al azar, de entre un mundo de ricos
materiales; pero
no olvidemos que todos ellos se hallan en esta tierra, donde
había de
hallarse y enseñarse el dialecto del reino espiritual de
nuestro Dios".
Los mismos principios generales
mediante los cuales establecemos el sentido histórico‑gramático se
aplican también a la interpretación del lenguaje figurado y nunca
debiéramos olvidar que las porciones de la Biblia más llenas de
lenguaje figurado son tan ciertas y veraces como los capítulos más
prosaicos. Las metáforas, alegorías, parábolas, y símbolos son formas
divinamente escogidas para presentar los oráculos de Dios y no debemos
suponer que su significado sea tan vago e incierto que se haga
imposible el describirlo. En conjunto, creemos que las partes de
lenguaje figurado de las Escrituras no son tan difíciles de entender
como muchos se han imaginado. Mediante un discernimiento cuidadoso y
juicioso, el intérprete debe procurar determinar el carácter y
propósito de cada tropo particular y explicarlo en armonía con las
leyes ordinarias del lenguaje y el plan, objeto y contexto del autor.
Todas las figuras de lenguaje se
fundan sobre alguna semejanza o relación que diferentes objetos
guardan entre sí; y en los estilos que se distinguen por su rapidez y
brillantez a menudo acontece que se coloca a la causa en lugar del
objeto o viceversa; o se usa el nombre de un sujeto cuando sólo quiere
uno referirse a alguna circunstancia accesoria o asociada. Este
cambio y substitución de un nombre por otro (metonimia) da al lenguaje
una fuerza y potencia imposibles de alcanzar de otra manera. Así se
representa a Job, diciendo: "Mi saeta es gravosa" (Job 34:6). Es
evidente que por saeta quiere darse a entender la herida ocasionada
por una saeta y se hace alusión al capítulo 64, donde se representa a
las amargas aflicciones de Job como ocasionadas por las saetas del
Todopoderoso. Así también, en Lucas 16:29 y 24:27 se dice, Moisés y
los profetas para designar los escritos de los cuales ellos
fueron autores. A veces se usa el nombre de un patriarca para
significar su posteridad (Gén. 9:27; Amos 7: 9) .
Otro uso de esta figura ocurre
cuando se coloca alguna circunstancia o idea accesoria o asociada en
lugar del objeto principal, y viceversa. En Oseas 1:2, está escrito:
"La tierra se dará a fornicar", usándose la palabra "tierra" para dar
a entender el pueblo que la habitaba. En Mateo 3:6, se habla de
Jerusalén y Judea, queriendo decir con ello la gente que habitaba
esos lugares.
Los siguientes ejemplos ilustrarán
la manera cómo se usa lo abstracto por lo concreto: "Justificará por
la fe la circuncisión y por medio de la fe la incircuncisión", (Rom.
3: 30) . Aquí la palabra "circuncisión" designa a los judíos y "la
incircuncisión", a los gentiles. Y Pablo dice a los efesios
(5:8) con gran fuerza de lenguaje: "En otro tiempo erais tinieblas,
mas ahora sois luz en el Señor".
Existe otro empleo de esta figura
que puede llamarse metonimia del signo y la cosa significada. Así
leemos en Isaías 22:22: "Pondré la llave de la casa de David sobre su
hombro y abrirá y nadie cerrará y cerrará y nadie abrirá" Aquí se usa
la palabra "llave" como signo de contralor sobre la casa, de poder
para abrir o cerrar las puertas cuando le plazca; y el poner la llave
sobre el hombro ,denota que el poder simbolizado por la llave
será carga pesada para el que lo ejerza. Compar. Mat. 16:19. En el
cuadro refulgente con que Isaías representa la Era Mesiánica (24)
describe la completa cesación de las luchas y guerras nacionales con
las significativas palabras: "Volverán sus espadas en rejas de arado
y sus lanzas en hoces".
Otra clase de tropo, muy parecida
en su carácter a la metonimia, es aquella en que se pone la parte por
el todo o viceversa, un género por una especie o una especie por un
género, el singular por el plural y al revés. Así vemos que en Lucas
2:1 se dice: "toda la tierra", significando el Imperio Romano; y en
Mat. 12:40 se dice "tres días y tres noches" para expresar sólo una
parte de ese tiempo. Se habla a veces del alma, para indicar la
persona; (Act. 27:37) de Jefté se dice que fue sepultado "en las
ciudades de Galaad", significando, sin embargo, una sola de esas
ciudades (Juec. 12:7) . En el Salmo 46:9, se representa al Señor como
"que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra, quiebra el
arco, corta la lanza y quema los carros de guerra". Aquí, al
especificar arco,' lanza y carro de guerra, es indudable que el
Salmista quería representar el triunfo de Jehová como una destrucción
completa de todo elemento de guerra.
Cosa característica de la mente
hebrea era el formarse y expresar vividos conceptos del mundo externo.
Todos los objetos de la naturaleza, cosas inanimadas y hasta ideas
abstractas se les miraba como si estuviesen animados de vida y se
hablaba de ellos aplicándoles el género masculino o el femenino. Y
esta tendencia se nota en todos los idiomas y produce la figura de
lenguaje que llamamos "personificación". La declaración de Números
16:32, de que "la tierra abrió la boca y tragó" a Coré y los suyos,
es un ejemplo de personificación; y casos como éste ocurren en las
narraciones en prosa. Ejemplos muy notables de personificación se
hallan en pasajes tales como el Salmo 114:34: "La mar vio y huyó; el
Jordán se volvió atrás. Los montes saltaron como carneros, los
collados como los corderitos". También leemos en Habacuc 3:10:
"Viéronte y tuvieron temor los montes; pasó la inundación de las aguas;
el abismo dio su voz y levantó en alto sus manos". Aquí se nos
presentan los collados, los ríos y la mar como seres animados de vida.
Se les supone conscientes y con facultad de pensar, sentir y moverse;
y sin embargo, sólo se trata del lenguaje conmovedor de la
imaginación y del fervor poético y todo ello tiene su origen en una
intuición intensa y vívida de la naturaleza.
Hay otra figura muy emparentada con la
personificación, a la cual llamamos apóstrofe; se deriva
de las palabras griegas apó (desde) y stref o (volver)
y denota especialmente el hecho de que el que habla se vuelve de sus
oyentes hacia otro lado y dirige la palabra a una persona o cosa
ausentes o imaginarias. Cuando el discurso se dirige a un objeto
inanimado, las figuras de personificación y de apóstrofe se combinan
en un mismo pasaje. Así pasa con el pasaje citado del Salmo 1:14.
Después de personificar al mar, al Jordán y a las montañas, el
salmista, repentinamente, vuelve directamente hacia ellos su discurso
y les dice: "¿Qué tuviste, oh mar, que huiste? ¿Y tú, oh Jordán, que
te volviste atrás? ¡Oh, montes! ¿Por qué saltasteis como carneros y
vosotros collados, como corderitos? "El apóstrofe dirigido al caído
rey de Babilonia (Isaías 11:9‑20) es uno de los ejemplos más atrevidos
y sublimes de su especie, en cualquier idioma. Abundan en los
profetas ejemplos análogos de discursos atrevidos y apasionados y,
como hemos visto, la mente oriental era muy dada a expresar sus
pensamientos y sentimientos en este estilo conmovedor.
Con frecuencia las formas
interrogativas de impresión suelen ser la manera más vigorosa de
enunciar verdades de importancia, como cuando leemos en Hebr. 1: 14,
acerca de los ángeles: "¿No son todos espíritus ministradores,
enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salvación?"
Aquí, como por implicación, se considera como creencia indisputada la
doctrina del ministerio de ángeles en tan noble servicio. Las
interrogaciones en Rom. 8:33‑35 nos suministran un estilo sumamente
impresionante de presentar el triunfo de los creyentes en las
benditas provisiones de la redención. "¿Quién acusará a los escogidos
de Dios?..." (En la traducción inglesa, este pasaje es aún más
enfático que en castellano y, por lo tanto, más hermosa. Recomendamos
leerlo en ese idioma). Muy frecuentes y notables son, también, las
formas interrogatorias de lenguaje en el libro de Job. "¿No sabes esto
que fue siempre desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la
tierra, que la alegría de los impíos es breve y el gozo del hipócrita,
por un momento?" (20:4i). "¿Alcanzarás tu el rastro de Dios? ¿Llegarás
tú a describir la perfección del Todopoderoso?" (11:7) . La respuesta
de Jehová desde el torbellino (caps. XXXVIII al XLI en muy gran parte,
tiene esa forma.
La hipérbole es una figura
retórica que consiste en exagerar ‑o magnificar un objeto más allá de
la realidad. Su origen natural se halla en la tendencia propia de las
mentes jóvenes e imaginativas, a describir los hechos con los colores
más vivos. Es cosa muy natural para una fantasía ardiente el
describir la apariencia dé los muchos campos de los madianitas y los
amalecitas, tal como se la describe en Jueces 7:12: "Tendidos en el
valle, como langostas en muchedumbre y sus camellos eran innumerables,
como la arena que está a la ribera de la mar, en multitud". Otros
ejemplos bíblicos de esta figura son los siguientes: "Toda la noche
inundo mi lecho, riego mi estrado con mis lágrimas". (Salmo 6:6).
"¡Oh, si mi cabeza se tornase aguas y mis ojos fuentes de aguas para
que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! (Jerem.
9:1). "Y hay también, otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se
escribiesen cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los
libros que se habrían de escribir". (Juan 21:25). Esas expresiones
exageradas, cuando no se las multiplica, usándolas con indebida
frecuencia, atraen poderosamente la atención y hacen una impresión
agradable.
Otra forma peculiar de lenguaje
que mencionaremos sólo de paso, es la ironía, por medio de la cual el
que habla, o escribe, expresa lo contrario de lo que quiere decir.
Las palabras de Elías a los adoradores de Baal constituyen un ejemplo
de la más completa ironía ( Rey. 18:27) . Otro ejemplo lo hallamos en
Job 12:1: "Ciertamente que vosotros sois el pueblo y que con vosotros
morirá la sabiduría". En 1 Cor. 4:8, San Pablo se permite la siguiente
ironía: "¡Ya estáis hartos, a estáis ricos, sin nosotros reináis! ¡Y
ojalá reinéis, pra que nosotros reinemos también juntamente con
vosotros". La designación de las treinta piezas de plata en Zacar.
11:13, como "hermoso precio", es ‑un ejemplo de sarcasmo. Las palabras
de burla y de befa de los soldados (Mat. 27: 30) y las de los
sacerdotes y escribas (Marc. 15:32) "... baje ahora de la cruz para
que veamos y creamos", no son ejemplos apropiados de ironía, sino de
perverso escarnio y mofa.
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