Capítulo
II
La edad
patriarcal
El mundo de
los patriarcas ha sido el punto focal del intensivo estudio de las
recientes décadas. Nuevos descubrimientos han iluminado las
narraciones bíblicas, al suministrar un extenso conocimiento de las
culturas contemporáneas del Próximo Oriente.
Geográficamente, el mundo de los patriarcas está identificado como el
del Creciente Fértil. Extendiéndose hacia el norte desde el Golfo
Pérsico, a lo largo de las corrientes del Tigris y el Eufrates y sus
cuencas y después hacia el sudoeste a través de Canaán hacia el fértil
Nilo y su valle, esta zona fue la cuna de las civilizaciones
prehistóricas. Cuando los patriarcas surgen en escena en el segundo
milenio a. de C, las culturas de Mesopotamia y Egipto, ya ostentaban
de un pasado milenario. Con Canaán como el centro geográfico de los
comienzos de una nación, el relato del Génesis está interrelacionado
con el ambiente de dos tempranas civilizaciones que comienzan con
Abraham en Mesopotamia y terminando con José en Egipto (Gen. 12-50).
El mundo
de los patriarcas
Los comienzos de la historia coinciden con el desarrollo de la
escritura en, Egipto y en Mesopotamia (ca. 3500-3000 a. C). Los
descubrimientos arqueológicos nos han proporcionado una perspectiva
que atañe a las culturas que prevalecieron durante el tercer milenio
a. C. El período 4000-3000 a. C., o la llamada Edad Calcolítica, está
usualmente considerada como civilización precinta que descansa poco
en materiales escritos. Las ciudades estratificadas de tales tiempos
indican la existencia de una sociedad organizada. Consecuentemente, el
cuarto milenio a. C., que revela la primera creación de grandes
edificios, establece los límites de la historia en términos
aceptables para el historiador. Lo que se conoce de las
civilizaciones precedentes, es denominado, con frecuencia, como
prehistórico.
EL MUNDO DE LOS PATRIARCAS
Mesopotamia
Los súmenos,
un pueblo no semita, controlaba la zona más baja del Eufrates, o Sumer,
durante el período de la Primitiva Dinastía, 2800-2400 a. C. Estos
sumerios nos proporcionarían la primera literatura de Asia, ya que el
mundo cuneiforme sumerio se convirtió en la lengua clásica y floreció
en la escritura de las culturas de la totalidad de Babilonia y Asiría,
hasta aproximadamente el primer siglo a. C. si bien fue hablada de
forma discontinuada hasta aproximadamente 1800 a. C. El origen de la
escritura sumeria permanece todavía sumido en la oscuridad.
Pudo muy bien haber sido tomada en préstamo de un pueblo anterior, más
primitivo, aunque letrado, con respecto al cual, desafortunadamente,
no se dispone de textos inteligibles.
La avanzada
cultura sumeria de la Primera Dinastía de Ur, la última fase del
período de la Primitiva Dinastía, ha sido desenterrada en un
cementerio excavado por C. Leonard Woolley.
Los ataúdes de madera de las gentes comunes, en donde se encontraron
alimentos, bebidas, armas, utensilios, collares, objetos de adorno en
cajitas y brazaletes, sugiere la idea de que aquellas gentes, ya
anticipaban una vida después de la muerte. Las tumbas reales contenían
una amplia provisión de objetos para la ultratumba, incluyendo
instrumentos musicales, joyas, ropas, vehículos e incluso sirvientes,
que aparentemente bebieron sin violencia de la droga que se les
suministró al efecto, quedando sumidos en el último sueño. En la tumba
del Rey Abargi se encontraron sesenta y cinco víctimas. Evidentemente,
era considerado esencialmente religioso el sacrificar seres humanos
en el enterramiento de las personas sagradas, tales como reyes y
reinas, esperando, en consecuencia, el asegurarse la servidumbre en el
más allá.
En el campo
de la metalurgia, al igual que en las obras artesanas de los joyeros y
cortadores de piedras preciosas, los sumerios no tuvieron rival en la
antigüedad. Informes comerciales preservadas en las tablas de arcilla,
revelan un detallado análisis de su vida económica. Un panel de madera
(56x26 cms.) en una de las tumbas, representan escenas tanto de la
guerra como de la paz. Los carros guerreros ya estaban en uso para los
lanzadores de la jabalina durante el combate. La falange, que tan
efectivamente fue utilizada por Alejandro Magno, muchas centurias más
tarde, ya era conocida por los sumerios. Los principios básicos para
la construcción, utilizados por los arquitectos modernos, también les
resultaban familiares. Con éxito en los cultivos agrícolas y
prósperos en el comercio general, la civilización sumeria alcanzó un
avanzado estadio de cultura (2400 a. C.) e indudablemente fue
desarrollado a lo largo de un período de varios siglos. Su último gran
rey, Lugalzaggisi, extendió el poder sumerio lejos hacia el oeste y
alcanzó el Mediterráneo.
Mientras
tanto, un pueblo semítico, conocido como el acadio, fundó la ciudad de
Acad al norte de Ur sobre el Eufrates. Comenzando con Sargon, esta
dinastía semítica, sobrepasó a la sumeria y de esta forma mantuvieron
la supremacía por casi dos siglos.
Tras haber
derrocado a
Lugal-zaggisi, Sargon nombró a su propia hija como gran
sacerdotisa de Ur en reconocimiento de la diosa-luna Nannar. Así
extendió su dominio por toda Babilonia, de tal forma que Finegan habla
de él como el "más poderoso monarca" que jamás hubiese gobernado la
Mesopotamia.
Su dominio se
extendió hasta el Asia Menor.
Que los
acadios no tuviesen ninguna hostilidad cultural, parece estar
reflejado en el hecho de que adoptaron la cultura de los sumerios. Su
escritura fue adoptada por la lengua semítica babilónica. Tablillas
descubiertas en Gasur, que más tarde fue conocida como Nuzu en tiempo
de los humanos, los horcos bíblicos, indican que este antiguo período
acadio fue un tiempo de prosperidad, en el cual el plan de instalación
fue utilizado comercialmente por toda la extensión del imperio. Un
mapa de arcilla, entre lo extraído de las excavaciones, es el mapa más
antiguo conocido por el hombre.
Bajo la égida
de Naram-Sin, el nieto de Sargon, el poder acadio alcanzó su punto
culminante. Su estela de victorias puede admirarse en el Louvre de
Paris. Contiene el testimonio de sus triunfales campañas en las
Montañas Zagros. La supremacía de su gran reino semítico, declinó bajo
los gobernantes que le sucedieron.
La invasión
gutiana procedente del norte (ca. 2080 a. C.), terminó con el
poder de la dinastía acadia. Aunque se conoce poco de estos invasores
caucásicos, estos ocuparon Babilonia por casi un siglo. Un gobernante
en Erech en Sumer, acabó con el poder de los gutianos y preparó el
camino para un resurgimiento de la cultura sumeria, que llegó a su
máximo esplendor bajo la Tercera Dinastía de Ur. El fundador de la
dinastía, Ur Nammu, erigió un gran ziggurat en Ur. Ladrillo tras
ladrillo, excavados de esta gran estructura (61 por 46 mts. en la base
y alcanzando una altura de 24 mts.), tienen escrito el nombre del Rey
Ur-Nammu con el título de "Rey de Sumer y Acad". Aquí, Nannar, el
dios-luna y su consorte Nin-Gal, la diosa luna, fueron adorados
durante la edad dorada de Ur.
Tras un siglo
de supremacía, esta dinastía neo-sumeria quedó colapsada y la tierra
de Sumer revirtió al viejo sistema de las ciudades-estados. Esto
permitió a los amoreos, o semitas occidentales, que se habían ido
gradualmente infiltrando en Mesopotamia, una oportunidad para ganar
ascendencia en la cuestión. Virtualmente toda la Mesopotamia fue
pronto absorbida por los semitas. Zimri-Lin, cuya capital era Mari
sobre el Eufrates, extendió su influencia (1750 a. C.) desde el curso
medio del Eufrates en Canaán, como el gobernante del estado más
importante. El magnífico palacio de Mari tuvo pronto casi trescientas
habitaciones construidas en una extensión de quince acres de terreno;
de los desperdicios, los arqueólogos han recobrado algo así como
20.000 tablillas cuneiformes. Estos documentos de arcilla que revelan
los intereses políticos y comerciales de los gobernantes amoreos,
demuestran una eficiente administración de un imperio de altos vuelos.
Sobre el 1700
(a. C.) Hamurabi, que había hecho desarrollar la pequeña ciudad de
Babilonia en un gran centro comercial, estuvo en condiciones de
conquistar Mari con sus extensos dominios.
No solo dominó el alto Eufrates, sino que también subyugó el reino de
Sami-Adad I, cuya capital estaba en Asur, sobre el río Tigris. Marduc,
el rey dios de Babilonia, ganó una prominente posición en el reino. Lo
más significativo de los logros de Hamurabi, fue su Código de la Ley
descubierto en 1901 en Susa, que había sido tomado por los elamitas
cuando cayó el reinado de Hamurabi. Puesto que las antiguas costumbres
sumerias estaban incorporadas en esas leyes, es muy verosímil que
ellas representen la cultura que prevaleció en Mesopotamia en los
tiempos patriarcales. Muchas de las cartas de Hamurabi que han sido
descubiertas, indican que fue un eficiente gobernante, emitiendo sus
órdenes con claridad y con atención al detalle. La Primera Dinastía de
Babilonia (1800-1500 a. C.) se hallaba en su cima, bajo el mando de
Hamurabi. Sus sucesores fueron perdiendo gradualmente prestigio hasta
la invasión de los casitas, que conquistaron Babilonia en 1500 (a. C.)
Egipto
Cuando
Abraham llegó a Egipto, esta tierra podía presumir de una cultura de
más de un milenio de antigüedad. El comienzo de la historia en
Egipto, se inicia usualmente por el rey Menes (3000 a. C.) quien unió
dos reinos, uno en el Delta del Nilo y otro en el Valle.
Los gobernantes del primero y segundo período dinástico, tuvieron su
capital en el Alto Egipto cerca de Tebas.
Las tumbas reales excavadas en Abydos, han mostrado vasos de piedra,
joyas, vasijas de cobre y otros objetos enterrados con los reyes,
reflejando así una alta civilización durante aquel primitivo período.
Fue la primera era de comercio internacional en tiempos históricos.
La edad
clásica de la civilización egipcia, conocida como el período del
Antiguo Reino (2700-2200 a. C.), y que comprende las dinastías
III-VI,
testifica un número de notables logros. Gigantescas
pirámides, las maravillas de los siglos que seguirían, proveen un
amplio testimonio de la avanzada cultura de esos primitivos
gobernantes. La Pirámide escalonada de Saqqara, la más primitiva gran
estructura hecha de piedra, fue construida como un mausoleo real por
Inhotep, un arquitecto que también ganó renombre como sacerdote, autor
de proverbios y mago. La Gran Pirámide en Gizeh alcanza un techo de
147 metros por una base de casi cuatro hectáreas de base. La
gigantesca esfinge que representa al Rey Kefrén de la Cuarta Dinastía,
es otra obra que no ha tenido parigual. Los "Textos de las Pirámides"
inscritos durante la Quinta y la Sexta Dinastía sobre los muros de las
cámaras y salones, indican que los egipcios en su adoración al sol se
anticiparon a la posteridad. Los proverbios de Pathotep, que sirvió
como Gran Visir bajo un Faraón de la Quinta Dinastía, son realmente
notables por sus consejos prácticos.
Las
siguientes cinco dinastías que gobernaron a Egipto (2200-2000 a. de
C.), surgieron en un período de decadencia. Decreció el gobierno
centralizado. La capital fue trasladada de Menfis a Herakleópolis. La
literatura clásica de este período refleja un gobierno débil y
cambiante. Hacia el fin de este período, la Undécima Dinastía, bajo el
agresivo Intefs y Mentuhoteps, se construyó un estado fuerte en Tebas.
El Reino
Medio (2000-1780 a. C.) marca la reaparición de un poderoso gobierno
centralizado. Aunque nativa para Tebas la Dinastía Duodécima
estableció su capital cerca de Menfis. La riqueza de Egipto aumentó de
valor por un proyecto de irrigación que abrió el fértil Fayum con su
valle para la agricultura. Simultáneamente una enorme actividad en
edificar grandes edificios se produjo en Karnak, cerca de Tebas y en
otros lugares del país. Además de promover operaciones de minería para
la extracción del cobre en la península del Sinaí, los gobernantes
también construyeron un canal que conectaba el Mar Rojo con el Nilo;
esto les capacitó para mantener mejores relaciones comerciales con la
costa somalí de África oriental. Hacia el Sur, Nubia fue anexionada
hasta la tercera catarata del Nilo y allí se mantuvo una colina
comercial fortificada. Los objetos egipcios encontrados por los
arqueólogos en Siria, Palestina y en Creta, atestiguan las poderosas
actividades comerciales de los egipcios en la esfera del Mediterráneo
oriental.
Mientras que
el Antiguo Reino se recuerda por su originalidad y su genio en el
arte, el Reino Medio hizo su contribución en la literatura clásica.
Las escuelas de Palacio entrenaban oficiales en leer y escribir
durante el próspero reinado de los Amenhemets y Senuserts de la
Duodécima Dinastía. Aunque la masa permanecía en la pobreza, resultaba
posible para el individuo medio en aquella época de feudalismo entrar
al servicio del gobierno por medio de la educación, entrenamiento, y
especial capacidad. Los textos de instrucción inscritos en los ataúdes
de personas ajenas a la realeza, indican que muchas personas entonces
gozaban, de la posibilidad de entrar en "la otra vida". "La historia
de Sinuhé" es el más fino ejemplo de la literatura procedente del
antiguo Egipcio destinado a entretener. "The Song of Harper" (El Canto
del Arpista) es otra obra maestra del Reino Medio, enriquece a los
hombres para que gocen de los placeres de la vida.
Dos siglos de
desintegración, declive e invasión, siguieron al Reino Medio;
consecuentemente este período es bastante oscuro para el historiador.
Las débiles dinastías
XIII
y
XIV
dieron paso a los hicsos o pueblo amurito. estos
intrusos, que probablemente llegaron desde el Asia Menor, destruyeron
a los egipcios por medio de carros guerreros tirados por caballos y
del arco compuesto, ambas armas desconocidas para las tropas egipcias.
Los hicsos establecieron
Avaris en el Delta como su capital. Sin embargo, ios egipcios quedaron
autorizados para mantener una especie de autoridad en, lebas. Poco
después de 1600 a. C., los gobernantes de Tebas se hicieron poderosos,
lo bastante como para expulsar a aquel poder extraño y establecer la
Dinastía
XVIII,
introduciendo
así el Nuevo Reino.
Canaán
El nombre de
"Canaán" se aplica a la tierra que existe entre Gaza en el sur y Hamat
en el norte, a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo (Gen.
10:15-19). Los griegos, en su comercio con Canaán, durante el primer
milenio a. C. se refieren a sus habitantes como fenicios, un nombre
que probablemente tiene en origen en la palabra griega para designar
la "púrpura" designando el color rojizo de un tinte textil
desarrollado en Canaán. Ya en el siglo
XV
a. C.
el nombre "Canaán" se aplicaba en general la provincia egipcia en
Siria o al menos a la costa fenicia, un centro de la industria de la
púrpura.
Consecuentemente, las palabras "cananeo" y "fenicio" tienen el mismo
origen cultural geográfico e histórico. Más tarde, esta zona se
conoció como Siria y Palestina. La designación "Palestina" tiene su
origen en el nombre "Filisteo".
Con la
emigración, de Abraham hacia Canaán, esta tierra llegó a ser el punto
focal de interés en el desarrollo histórico y geográfico de los
tiempos de la Biblia. Estando estratégicamente localizado entre los
dos grandes centros que acunaban las primitivas civilizaciones, Canaán
sirvió como un puente natural que eslabonaba Egipto a la Mesopotamia.
Consecuentemente, no es sorprendente encontrar una población mezclada
en aquella tierra.
Ciudades de Canaán, tales como Jericó, Dotan y otras, fueron ocupadas
siglos antes de los tiempos patriarcales.
Con el primer gran movimiento semítico (amoreo) en Mesopotamia, parece
probable que los amoreos extendieron sus establecimientos hacia la
Palestina. Durante el Reino Medio los egipcios avanzaron sus intereses
políticos y comerciales hasta llegar a Siria por el norte.
Mucho antes de 1500 a. C. el pueblo de Caftor quedó establecido sobre
la Llanura Marítima. No menos entre los invasores, fueron los hititas,
que penetraron en Canaán procedentes del norte y aparecieron como
ciudadanos bien establecidos cuando Abraham compró la cueva de Macpela
(Gen. 23). Los refaítas, un pueblo algo obscuro más allá de las
referencias escritúrales, han sido recientemente identificados en la
literatura Urgarítica.
Se conoce muy poco respecto a otros habitantes que se anotan en el
relato del Génesis. La designación "cananea", muy verosímilmente
abraza la mixtura compuesta de gentes que ocupaban la tierra en la
época patriarcal.
Geografía
Extendiéndose
en una longitud de 241 kilómetros desde Beerseba por el norte hacia
Dan, Palestina tiene un área de 9.656 kilómetros cuadrados entre el
mar Mediterráneo y el río Jordán. La anchura media es de 64 kilómetros
con un máximo de 87 desde Gaza hasta el mar Muerto, estrechándose
hasta los 45 kms. en el mar de Galilea. Con la adición de 6.437 kms.
Cuadrados al este del Jordán cuya zona es llamada con frecuencia
TransJordania, esta tierra comprende aproximadamente 16.093 kms.
cuadrados.
Además de
tener una situación central y estratégica relativa a los centros de
civilización y grandes naciones de los tiempos del Antiguo Testamento,
Palestina tiene también una variada topográfica que tuvo un efecto
significativo sobre el desarrollo histórico de los acontecimientos.
Por causa de esa situación Palestina estuvo sujeta a los invasores y
su neutralidad en manos del poder más fuerte. Los acontecimientos
locales con frecuencia surgen de factores de topografía.
Para un
análisis de estas características físicas, Palestina puede ser
dividida en cuatro áreas principales: La llanura Marítima, el País de
las Colmas, el Valle del Jordán y la Meseta Oriental.
La llanura
Marítima costera consiste en la zona costera del mar Mediterráneo. La
línea de la costa es poco aprovechable para facilidades portuarias;
consecuentemente el comercio, en su totalidad, era dirigido hacia
Sidón y Tiro, en el Norte. Incluso Gaza, que fue uno de los más
grandes centros de comercio de la antigua Palestina y situada solo a
cinco kms. del Mediterráneo, no tuvo tampoco facilidades portuarias.
Esta rica tierra a lo largo de la costa, puede fácilmente ser dividida
en tres áreas: La llanura de Acó, o Acre, que se
extiende al norte desde el pie de las colinas de monte Carmelo por
casi 32 kms. con una anchura que varía de 3 a 16 kms. Al sur del monte
Carmelo, está la llanura de Sarán, de aproximadamente 80 kms.
de longitud, alcanzando un máximo de anchura de 19 kms. La llanura
Filistea, comienza a 8 kms. al norte de Joppa, se alarga 113 kms.,
hacia el sur y se expande hacia unos 40 kms. de anchura en dirección a
Beerseba.
El País de
las Colinas, o la Comarca Montañosa, situada entre el
Jordán y su valle y la llanura Marítima, es la más importante sección
de Palestina. Las tres zonas más importantes, Galilea, Samaría
y Judea, tienen una elevación aproximada que varía desde 610 a 1.220
metros sobre el nivel del mar. Galilea se extiende al sur desde el río
Orantes, inmediatamente al este de Fenicia y a la llanura de Acre.
Está dotada de un suelo fértil, donde se cultivan las uvas, los olivos,
las nueces y otras cosechas, al igual que algunas áreas de pastoreo.
Uno de os valles más pintorescos y productivos para el cultivo de las
tierras en Palestina separa las colinas de Galilea y Samaría. Conocido
como el valle de Jezreel, o Esdraelón, esta zona es vitalmente
importante en su localización estratégica a través de los tiempos de
la Biblia, igual que sucede hoy en nuestros días. Al sudeste del monte
Carmelo, esta fértil llanura se extiende aproximadamente por 64 kms.,
en longitud hacia monte More, desde donde se divide en dos valles y
continúa hasta el Jordán. En los tiempos del Antiguo Testamento, los
hebreos distinguían entre las zonas oriental y occidental, conocidas
respectivamente como los valles de Jezreel y Esdraelón. La ciudad de
Jezreel, a unos veinticuatro kms. del río Jordán, marcaba la entrada a
este famoso valle. La sección occidental era también conocida por la
llanura de Meguido, puesto que el famoso paso entre montañas de
Meguido era de crucial importancia para los invasores. Desde la colina
de More en el valle de Jezreel, esta fértil llanura puede verse con el
monte Carmelo en el oeste, monte Tabor hacia el norte y monte Gilboa
hacia el sur. El centro geográfico de Palestina, la ciudad colina de
Samaría, surge abruptamente, comenzando con monte Gilboa y continúa al
sur hacia Betel. Las quebradas colinas y valles de esta fértil
elevación, ofrecían un paraíso a los pastores lo mismo que a los que
trabajan la tierra en la agricultura. Siquem, Dotan, Betel y otras
poblaciones de esta zona eran frecuentadas por los patriarcas. Las
tierras altas de Judea se extienden al sur desde Betel aproximadamente
a 97 kms. hacia Beerseba con una elevación de unos 762 metros en
Jerusalén, alcanzando un pico más elevado de casi 914 metros cerca de
Hebrón. Comenzando en la vecindad de Beerseba, las colinas de Judea se
extienden y desparraman en ondulentas llanuras en el gran desierto,
con frecuencia mencionado, del Neguev, o tierras del Sur, con Cades-barnea
marcando el extremo sur. Hacia el este de las colinas de Judea, está
la gran extensión que se designa como "el desierto de Judá". Hacia el
oeste de este occidente geográfico está el Siquem, conocido también
por las tierras bajas. En esta área estratégicamente importante para
la defensa y valiosa económicamente para los cultivos agrícolas
estaban situadas las ciudades fortificadas de Laquis, Debir y Libna.
El valle del
Jordán representa una de las más fascinantes zonas del mundo. Más allá,
a unos 64 kms. hacia el norte del mar de Galilea, se cierne en la
altura monte Hermón con una altitud de 2.793 metros. Hacia el sur, el
valle del Jordán alcanza su punto más bajo en el mar Muerto, a unos
389 metros por debajo del nivel del mar. Cuatro corrientes de agua,
una procedente de la llanura occidental y tres de monte Hermón, se
combinan para formar el río Jordán a unos dieciséis kms., al norte del
lago Hule. Desde el lago Hule,
que estaba a unos seis kms. de longitud y a dos metros por encima del
nivel del mar, el río Jordán desciende en un curso de 32 kms. a 209
metros por debajo del nivel del mar hacia el mar de Galilea. Esta masa
líquida de aproximadamente 24 kms. de longitud, era también conocida
como el mar de Cineret en tiempos del Antiguo Testamento. En una
distancia de 97 kms. el Jordán, con una anchura media de 27 a 30
metros., zigzaguea hacia el sur en un curso de 322 metros hacia el mar
Muerto, cayendo 183 metros más por debajo del nivel marítimo. La zona
del valle, que es actualmente un gran paso natural entre dos filas de
montañas, es a veces conocida como Ghor. Comenzando con una anchura de
seis kms. en el mar de Galilea, se abre hasta once kms. en Betsán,
estrechándose hasta unos tres kms. antes de expandirse a veintitrés
kms. en Jericó, dentro de ocho kms. del mar Muerto. En los tiempos
bíblicos este lago llamado el "Mar Salado" puesto que sus aguas tienen
un contenido de un 25 por ciento de sal. Muy verosímilmente el valle
de Sidim en el extremo meridional de este mar de 74 kms. de longitud,
era el lugar en que estaban ubicadas las ciudades de Sodoma y Gomorra
en los días de Abraham.
Al sur de mar Muerto, se extiende la región desolada y desértica
conocida por el Araba. En los 105 kms. de distancia hasta Petra, este
desierto se eleva a 600 metros descendiendo después hasta el nivel del
mar a 80 kms. de distancia en el Golfo de Acaba.
La Meseta
Oriental, o de TransJordania, puede generalmente ser dividida en
cuatro áreas principales: Basan, Galaad, Amón y Moab. Basan, con su
rico suelo, se extiende al sur de monte Hermón hacia el río Yarmuk en
una anchura de 72 kms. y a una elevación de casi 610 metros por encima
del nivel del mar. Bajo él, está el bien conocido territorio llamado
Galaad, con su principal río, el Jaboc. Extendiéndose al nordeste del
mar Muerto y hasta donde Jaboc alcanza su máxima altura, está el
territorio de Amón. Directamente al este del mar Muerto y al sur del
río Arnón, está Moab, cuyos dominios se extendieron mucho hacia el
norte en varias ocasiones.
El relato
bíblico—Génesis 12-50
El actual
consenso de los eruditos conceda a los patriarcas un lugar en la
historia del Creciente Fértil, en la primera mitad del segundo milenio
a. C. La aserción de que el relato bíblico consiste en nada más que
una leyenda fabricada, ha sido reemplazada por un respeto general para
la calidad histórica del Génesis 12-50.
En gran parte responsables para este revolucionario cambio, fue el
descubrimiento y publicación de las tablillas Nuzu, lo mismo que otras
informaciones arqueológicas que se han dado a la luz pública desde
1925. Aunque no hay una evidencia concreta para identificar cualquier
nombre específico o sucesos procedentes de fuentes externas a lo
mencionado en los relatos del Génesis, es fácil reconocer que el medio
cultural es el mismo para ambos. La sola evidencia para la existencia
de Abraham procede de la narrativa hebrea, pero muchos eruditos del
Antiguo Testamento reconocen ahora su persona por el lugar que ocupa
en los principios de la historia hebrea.
La cronología
de los patriarcas todavía permanece como un punto discutible. Dentro
de este período general, la fecha abogada para Abraham varía desde el
siglo
XXI
al
XV.
Con las cronologías para esta era en un estado de flujo,
será preciso tomar nota de varias apreciaciones respecto a la fecha de
los patriarcas.
Sobre la base
de ciertas notaciones cronológicas dadas en las Escrituras, la entrada
de Abraham en Canaán, se calcula que tuvo lugar en el año 2091 a. C.
Esto permite 215 años para la vida patriarcal en Canaán, 430 años para
el cautiverio de Egipto y una temprana fecha para el éxodo de Egipto
(1447 a. C.).
La correlación entre los acontecimientos seculares y bíblicos basados
sobre esta cronología ha sido sujeta a nuevo ajuste en el cálculo. La
teoría, identificando a Amrafel (Gen. 14) con Hamurabi, exige una
reinterpretación de los datos bíblicos con la aceptación de una
cronología babilónica más baja.
Aunque Gordon
sugiere una fecha más tardía, la Edad Patriarcal parece encajar mejor
en el período aproximado de 2000-1750 a. C., de acuerdo con Kenneth A.
Kitchen.
Resalta que los principales acontecimientos e historia externa tales
como la densidad de la población, los nombres de los Reyes Orientales
(ver Gen. 14) y el sistema de las alianzas mesopotámicas se comparan
favorablemente con los nombres existentes en documentos mesopotámicos
y egipcios de este período. Fue también durante ese tiempo en que el
Neguev fue ocupado temporalmente.
Una fecha
razonable para la emigración de Abraham a Canaán es a principios del
siglo
XIX
a. C. A la vista de la
cronología reajustada recientemente para el Creciente Fértil, esta
fecha parece permitir una mejor correlación entre los sucesos bíblicos
y los seculares. Esto igualaría la entrada de Jacob y José en Egipto
con el período de los hicsos y llevar el tiempo de Abraham, Isaac y
Jacob a una más cercana asociación con la era de Hamurabi y la cultura
reflejada en el Nuzu y en los documentos Mari. Los documentos Mari
revelan la situación política en Mesopotamia alrededor de 1750-1700 a.
C. Mientras que las tablillas de Nuzu reflejan las instituciones
sociales entre los humanos (los horeos bíblicos), alrededor de 1500 a.
C., se conoce que algunas de esas costumbres probablemente
prevalecieron en la cultura de la Mesopotamia del norte, ya por el año
2000 a. C. La presencia de una colonia hitita en los días de Abraham,
también apunta a una fecha después de 1900 a. C. (Gen. 23).
Aunque no se halla respuesta a ningún problema en la fecha del siglo
XIX
para Abraham,
esta perspectiva parece tener lo más importante a su favor.
Sobre la base
de los personajes importantes de la narrativa de la edad patriarcal,
puede convenientemente ser dividida como sigue: Abraham, Gen.
12:1-25:18; Isaac y Jacob, Gen. 25:19-36:43; José, Gen. 37:1-50:26.
Abraham (Gen.
12:1-26:18)
Mesopotamia,
la tierra entre dos ríos, fue el hogar y la patria de Abraham (Gen.
12:6; 24:10, y Hechos 7:2). Situada sobre el río Balikh, un tributario
del río Eufrates, Harán constituyó el centro de cultura donde vivió
con sus parientes. Los nombres de la parentela de Abraham, Taré, Nacor,
Peleg, Serug y otros, están atestiguados en los documentos Mari y
asirios como nombres de ciudades en esta zona.
En obediencia al mandato de Dios, de dejar la tierra y parentesco,
Abraham dejó Harán para establecerse con un nuevo hogar en la tierra
de Canaán.
Abraham había
vivido en Ur de los caldeos antes de llegar a Harán (Gen. 11:28-31).
La identificación más generalmente aceptada de Ur es la moderna Tell
el-Muqayyar, que está situada a catorce kms. al oeste de Nasiriyeh,
sobre el río Eufrates al sur de Iraq. Se han dado algunas
consideraciones a las notaciones geográficas modernas en los tiempos
de Abraham a una ciudad llamada Ur, ubicada al norte de la
Mesopotamia.
El lugar meridional de Ur (Uri) fue excavado en 1922-34,
conjuntamente por el Museo Británico y el Museo de la Universidad de
Filadelfia, bajo la dirección de Sir Leonard Woolley. Trazó la
historia de Ur desde el cuarto milenio a. C. hasta el año 3000 a. C.
cuando esta ciudad fue abandonada. En este
lugar fueron encontradas las ruinas del ziggurat que
había sido construido por el próspero rey sumerio Ur Nammu, quien
gobernó por poco tiempo antes del 2000 a. C. Esta ciudad continuó
siendo la gran capital de la Tercera Dinastía de Ur. La diosa-luna
Nannar que fue adorada en Ur fue también la principal deidad en Harán.
La vida de
Abraham conduce por sí misma a una variedad de tratamientos.
Geográficamente se pueden trazar sus movimientos comenzando con la
ciudad altamente civilizada de Harán. Dejando a sus parientes, aunque
acompañado por Lot, su sobrino, viajó cosa de 647 kms., hacia la
tierra de Canaán, donde se detuvo en Siquem aproximadamente a 48 kms.
al norte de Jerusalén. Además de una excursión a Egipto obligado por
el hambre, Abraham se detuvo en lugares tan bien conocidos como Betel,
Hebrón, Gerar y Beerseba. Sodoma y Gomorra, las ciudades de la llanura
hacia las cuales emigró Lot, estaban directamente esparcidas al este
del País del Sur o Neguev, donde se estableció Abraham.
Frecuentes
referencias indican que Abraham fue un hombre de considerable riqueza
y prestigio. Lejos de ser un nómada errabundo en el sentido beduino,
Abraham disponía de intereses mercantiles. Aunque la valoración de sus
posesiones está modestamente resumida y expresada en una sencilla
declaración "todas las cosas que habían reunido y las almas que habían
conseguido en Harán" (12:5) es muy verosímil que esta riqueza suya
estuviese representada por una gran caravana cuando emigró a Palestina.
Una fuerza de 318 sirvientes utilizada para libertar a Lot (14:14) y
una caravana de diez camellos (24:10) no significa sino una indicación
de los recursos con que contaba Abraham.
Los sirvientes estaban acumulados por compra, donación y nacimiento
(16:1; 17:23; 20:14). Sus rebaños y manadas de ganado en, constante
crecimiento, la plata y el oro, y los sirvientes para cuidar tan
extensas posesiones, indican que Abraham fue un hombre de grandes
medios. Los caudillos palestinos reconocieron a Abraham como a un
príncipe con quien podían hacer alianzas y concluir tratados (Gen.
14:13; 21:22; 23:6).
Desde el
punto de vista de las instituciones sociales, el relato del Génesis de
Abraham resulta un estudio fascinante. Los planes de Abraham para
hacer de Eliezer heredero de sus posesiones, puesto que no tuvo un
hijo (Gen. 15:2) reflejan las leyes de Nuzu, que determinaban que una
pareja sin hijos podía adoptar como hijo a un sirviente fiel, que
pudiera ostentar derechos legales y quien podía ser recompensado con
la herencia, como pago por sus cuidados constantes y el entierro en
caso de fallecimiento. Las costumbres maritales de Nuzu, lo mismo que
el código de Hamurabi, proveían que, si la esposa de un hombre casado
no tenía hijos, el hijo de una criada podía ser reconocido como
legítimo heredero. La relación de Agar con Abraham y Sara es algo
típico de las costumbres que prevalecían en Mesopotamia. La
preocupación de Abraham por el bienestar de Agar puede también ser
explicada por el hecho de que legalmente una criada que pariese un
hijo no podía ser vendida para la esclavitud.
Un estudio
devocional de Abraham puede resultar altamente provechoso. La promesa
séxtuple hecha al patriarca tiene un gran alcance en las implicaciones
de la historia. La promesa de Dios de hacer con él una gran nación se
realiza subsiguientemente en los acontecimientos del Antiguo
Testamento. "Yo te bendeciré", pronto se hizo una realidad en su
experiencia personal. El nombre de Abraham se hizo grande, no solo
como padre de los israelitas y mahometanos, sino también como el gran
ejemplo de fe para los creyentes cristianos, según los escritos del
Nuevo Testamento, en Romanos,
Galatas,
Hebreos y Santiago. Por añadidura, la actitud del hombre hacia Abraham
y sus descendientes habría tenido una directa influencia en la
bendición o maldición sobre el género humano; esto aseguró a Abraham
un lugar único en el designio providencial para la raza humana.
Ciertamente, la promesa de que Abraham sería bendito, fue literalmente
cumplida durante su vida, lo mismo que en los tiempos subsiguientes.
Finalmente, la promesa de bendecir todas las familias de la tierra se
descubre en su alcance a escala mundial cuando Mateo comienza su
relato de la vida de Jesucristo, estableciendo que él es el "hijo de
Abraham".
La alianza
juega un papel importante en la experiencia de Abraham. Nótense las
sucesivas revelaciones de Dios tras la promesa inicial a la cual
Abraham responde con obediencia. A medida que Dios hace mayor su
promesa, Abraham ejerció la fe, que se le reconoce como justicia en
Génesis 15. En esta alianza, la tierra de Canaán fue específicamente
dada en prenda a los descendientes de Abraham. Con la promesa del hijo,
la circuncisión se convierte en el signo del pacto (Gen. 17). Esta
promesa de la alianza fue sellada finalmente en el acto de obediencia
de Abraham, cuando estuvo dispuesto a llevar a cabo el sacrificio de
su único hijo Isaac (Gen. 22).
La religión
de Abraham es un tema vital en los relatos bíblicos, patriarcales.
Procedente de un fondo politeísta donde la diosa-luna Nannar era
reconocida como el dios principal en la cultura de Babilonia, Abraham
llega a Canaán. Que su familia sirvió a otros dioses queda claramente
establecido en Josué 24:2. En Canaán, y en medio de un entorno
idólatra y pagano, la meta de Abraham fue la de "construir un altar al
Señor". Tras que hubo rescatado a Lot y el rey de Sodoma, rehusó una
recompensa, reconociendo que él se hallaba por completo dedicado por
devoción única a Dios, el "hacedor de los cielos y la tierra". La
íntima comunión y camaradería existente entre Dios y Abraham está
bellamente retratada en el capítulo 18 donde él intercede por Sodoma y
Gomorra. Tal vez es sobre la base de Is. 41:8 y Santiago 2:23 que la
Septuaginta insertó las palabras "mi amigo" en 18:17. Al paso de los
siglos la puerta meridional de Jerusalén, que conduce hacia Hebrón y
Beerseba, ha sido citada siempre como la "puerta de la amistad" en
memoria de la relación íntima entre Dios y Abraham.
Isaac, el
hijo prometido, fue el heredero de todo lo que Abraham poseía. Otros
hijos de Abraham, tal como Ismael, de donde descienden los árabes y
Madián, el padre de los madianitas, recibieron regalos cuando
partieron de Canaán, dejando el territorio a Isaac. Antes de su muerte,
Abraham dejó a Rebeca por esposa de Isaac. Abraham también compró la
cueva de Macpela,
que se convirtió en el sepulcro de Abraham, Isaac y Jacob, así como el
de sus esposas.
Isaac y
Jacob (Gen. 25:19-36:43)
El carácter de Isaac, según se describe en el Génesis,
está en, cierta forma obscurecido por los acontecimientos de la vida
tanto del padre como del hijo. Con el anuncio de la muerte de Abraham,
el lector queda inmediatamente presentado a Jacob, quien emerge como
el eslabón de la sucesión patriarcal. Puede ser que muchas de las
experiencias de Isaac fuesen similares a las de Abraham, por lo que
haya poco que narrar al respecto.
Aunque Isaac heredó la riqueza de su padre y continuó la misma pauta
de vida, es interesante notar que se comprometió en cuestiones de
agricultura cerca de Gerar (26:12). Abraham en cierta ocasión se había
detenido en Gerar, en territorio filisteo, pero pasó mucho tiempo en
los alrededores de Hebrón. Cuando Isaac comenzó a cultivar la tierra,
obtuvo cosechas que le proporcionaron el ciento por uno. Aquel éxito
tan poco corriente en las labores del campo, excitó la envidia de los
filisteos de Gerar de forma que Isaac tuvo que desplazarse, por
considerarlo necesario, hacia Beerseba con objeto de mantener
relaciones pacíficas.
La presencia de los filisteos en Canaán durante los tiempos
patriarcales, ha sido considerada un anacronismo. El establecimiento
caftoriano en Canaán alrededor de 1200 a. C. representó una migración
tardía del Pueblo del mar que previamente se había establecido en
otras ocasiones durante un largo período de tiempo. Los filisteos se
habían establecido en pequeños
grupos mucho antes de 1500 a. C. Con el tiempo se
mezclaron con otros habitantes de Canaán, pero el nombre de "Palestina"
(Filistia) continúa llevando el testimonio de su presencia en Canaán.
La cerámica caftoriana por todo el sur y la parte central de Palestina,
al igual que las referencias literarias, testifican la superioridad de
los filisteos en las artes y habilidades manuales. En los días de Saúl
monopolizaron los trabajos metalúrgicos en Palestina.
Polémico en conducta, Jacob surgió como el heredero de la alianza. De
acuerdo con las costumbres de Nuzu, negoció con Esaú para asegurarse
la herencia y sus derechos. Su capacidad de negociador se hace pronto
aparente en su adquisición de los derechos de primogenitura por el
escaso precio de un plato de lentejas. El irreal sentido de Esaú del
valor de las cosas, pudo haber sido a la fatiga temporal y al
agotamiento de una expedición de caza que no tuvo ninguna recompensa.
Por añadidura, Jacob ganó la bendición en el lecho de muerte
valiéndose de algún truco y la decepción, instigado por Rebeca, su
madre. El significado de esta adquisición se comprende mejor por
comparación con las leyes contemporáneas que hacían tales bendiciones
orales legalmente valederas. Es de notar, sin embargo, el hecho de que
el relato bíblico recargue el énfasis del lugar que ocupa la jefatura
familiar por encima de las bendiciones materiales.
Temiendo el probable matrimonio de Jacob con mujeres hititas lo mismo
que la venganza de Esaú, Rebeca concibió e instrumentó un plan para
enviar a su hijo favorito a Padan-aram. De camino, Jacob responde a un
sueño en, Betel con una promesa condicional para servir a Dios y una
tentativa de dar el diezmo de sus rentas. Habiendo recibido una
cordial acogida en su hogar ancestral, Jacob entra en un acuerdo con
Labán, hermano de Rebeca. De acuerdo con las costumbres de Nuzu, esto
podía haber sido más que una simple labor de contrato para el
matrimonio. Aparentemente, Labán no tenía un hijo en aquella época,
por lo que Jacob fue constituido como heredero legal. Típico de los
tiempos, fue el regalo de Labán de una criada a cada una de sus hijas,
Raquel y Lea. La esposa de Labán dio a luz más tarde otros hijos, por
lo que Jacob dejó de ser el heredero principal. Aquel giro de los
asuntos no fue del agrado de Jacob; deseó marcharse, pero fue
disuadido por un nuevo contrato que le abría la posibilidad de obtener
riqueza mediante los rebaños de Labán. En el transcurso del tiempo,
Jacob llegó a ser tan próspero, a pesar del reajuste del contrato de
Labán, que la relación existente entre el padre y el yerno se alteró.
Alentado por Dios para volver a la tierra de sus padres, Jacob reunió
todas sus posesiones y partió en el momento oportuno cuando Labán se
hallaba ausente en un negocio de ganado. Tres días más tarde Labán se
enteró de la marcha de Jacob y envió en, su busca. Tras siete días le
dio alcance en las colinas de Galaad. Labán estaba grandemente
perturbado por la desaparición de sus dioses lares. El terafín, que
Raquel había escondido con éxito mientras Labán buscaba las posesiones
de Jacob, pudo haber sido más legal que de significación religiosa
para Labán.
De acuerdo con la ley Nuzu, un yerno que tuviese en su poder los
dioses lares podía reclamar la herencia de la familia ante un
tribunal. De esa forma Raquel intentaba obtener cierta ventaja de su
marido, al robarle los ídolos. Pero Labán había anulado cualquier
beneficio de esa índole por un convenio con Jacob antes de que se
separasen.
Continuando hacia Canaán, Jacob anticipó el terrible encuentro con
Esaú. El temor le venció aunque en toda crisis del pasado había
terminado con ventaja para él. A punto de no volver Jacob se encaró en
una crucial experiencia (32:1-32). Dividiendo todas sus posesiones en
el río Jacob, en preparación para el encuentro con Esaú, se volvió
hacia Dios en oración. Reconoció humildemente que era inmerecedor de
todas las bendiciones que Dios le había otorgado. Pero de cara al
peligro, suplicó por su liberación. Durante la soledad de la noche,
luchó a brazo partido con un hombre. En esta extraña experiencia, en
la cual reconoció un encuentro divino, su nombre fue cambiado por el
de "Israel" en lugar de seguir llamándose Jacob. Después de eso, Jacob
no fue el impostor; en su lugar estuvo sujeto a la decepción y a los
sufrimientos por sus propios hijos.
Cuando llegó Esaú, Jacob se postró siete veces —otra vieja costumbre
mencionada en los documentos Ugarísticos y de Amarna— y recibió la
seguridad del perdón por su hermano. Declinando cortésmente la
generosa ayuda ofrecida por Esaú, Jacob continuó lentamente hacia
Sucot mientras que Esaú volvió a Seir.
En ruta hacia el Hebrón, Jacob acampó en Siquem, Betel, y Belén.
Aunque adquirió algunas tierras en Siquem, el escándalo y la perfidia
de Leví y Simeón le hicieron imposible el continuar viviendo en
aquella región (34: 1-31). Este incidente, lo mismo que el ofensivo de
Rubén (35:22), tuvo que ver con la bendición de Jacob por sus hijos
(49).
Cuando recibió instrucciones de Dios para trasladarse a Betel, Jacob
preparó para su vuelta a aquel lugar sagrado al suprimir la idolatría
de su hogar. En Betel erigió un altar. Allí, Dios renovó la alianza
con la seguridad de que no solo una nación, sino un grupo de naciones
y reyes surgirían de Israel (35:9-15).
Mientras viajaban hacia el sur, Raquel murió al dar a luz a Benjamín.
Fue enterrada en la vecindad de Belén en un lugar llamado Efrata.
Siguiendo su viaje con sus hijos y posesiones, Jacob llegó finalmente
al Hebrón, el hogar de su padre Isaac. Cuando murió Isaac, Esaú volvió
desde Seir para reunirse con Jacob en el entierro de su padre.
Los edomitas, aparentemente, contaban con una ilustrativa historia.
Poco es lo conocido respecto a ellos, más allá del relato somero
relatado en Gen. 36:1-43, lo que indica que tenían diversos reyes
incluso antes de que cualquier rey reinase en Israel. En este aspecto,
la narrativa del Génesis dispone de líneas colaterales antes de
resumir el relato patriarcal.
En una de las más dramáticas narraciones de la
literatura mundial, las experiencias de José entreteja la vida
patriarcal en Egipto. Mientras que los contactos anteriores habían
sido primariamente con el ambiente de Mesopotamia, la transición a
Egipto resultó en una mezcla de costumbres consecuencia de aquellas
dos formas tan adelantadas de civilización. En esta narrativa, notamos
la continuidad de la antigua influencia, la adaptación al ambiente
egipcio y por encima de todo, toda la guía protectora y de control de
Dios en las fascinantes fortunas de José y su pueblo.
José, el hijo de Raquel, fue el orgullo y la alegría de Jacob. Para
mostrar su favoritismo, Jacob le engalanó con una túnica,
aparentemente la marca exterior de un jefe de tribu.
Sus hermanos, que ya estaban resentidos contra José por los malos
informes que les concernían, fueron incitados por este hecho a un odio
extremo. La cuestión llegó a su punto álgido cuando José les relató
haber tenido dos sueños pronosticando su exaltación.
Los hermanos mayores dieron suelta a su rencor jurando quitarse de
encima a José a la primera ocasión.
Enviado por su padre a Siquem, José no pudo encontrar a sus hermanos
hasta que llegó a Dotan, aproximadamente a 130 kms. al norte del
Hebrón.
Tras someterle al ridículo y al abuso, los hermanos le vendieron a los
mercaderes madianitas e ismaelitas, quienes en consecuencia,
dispusieron de él como de un esclavo para Potifar en Egipto. Al
mostrársele ensangrentado la capa que vestía José, Jacob lloró y se
enlutó por la pérdida de su hijo favorito en la creencia de que había
sido muerto por las bestias salvajes (37:1-36).
El lector queda en suspenso por el bienestar de José con el episodio
de Judá y Tamar (38:1-30). Este relato tiene significación histórica,
por lo que suministra en pasado genealógico de la línea davídica (Gen.
38:29; Rut 4:18-22; Mateo 1:1). Además de esto, a despecho de la
conducta poco ejemplar de Judá, la práctica del levirato es mantenida
en el matrimonio. La demanda de Judá de que Tamar fuese quemada por el
delito de prostitución, puede reflejar una costumbre llevada a Canaán
por los indo-europeos, tales como los hititas y los filisteos. Las
fuentes ugaríticas y mesopotámicas atestiguan el uso de tres artículos
para significar la identificación personal. Tamar estableció la
culpabilidad de Judá por su impregnación al utilizar su sello, su
cinturón y el báculo como prueba. Puesto que la ley hitiía permitía a
un padre hacer cumplir las obligaciones del levirato al casar a una
nuera viuda, Tamar no fue sometida al castigo bajo la ley local por su
estratagema en embrollar el plan de Judas al ignorar sus derechos de
matrimonio. En la legislación mosaica, la estipulación fue hecha para
el matrimonio del levirato (Deut. 25).
El establecimiento de las experiencias de José en la tierra del Nilo,
han quedado mostradas como auténticas en muchos detalles (39-50). Los
nombres egipcios y títulos ocurrieron, como podía esperarse. Potifar
es designado como "capitán de la guardia" o "jefe de los ejecutores"
que era usado como el título que se daba a la guardia personal del rey.
Asenat (nombre egipcio), la hija de un sacerdote de On (Heliópolis),
se convirtió en la esposa de José. Oficiales importantes de la corte
egipcia están apropiadamente identificados como "jefe de mayordomos" y
"jefe de los panaderos". Las costumbres egipcias están asimismo
reflejadas. Siendo José un semita, llevaba barba; pero para su
presencia ante el Faraón, tuvo que ser afeitado de conformidad con las
formas egipcias. La fina ropa de lino, el collar de oro y el anillo
con el sello adornaron a José en la típica forma egipcia cuando asumió
el mando administrativo bajo la divina autoridad del Faraón. "Abrech",
probablemente una palabra egipcia que significa "tomar nota", es la
orden para todos los egipcios al producirse el nombramiento de José
(Gen. 41:43). El embalsamiento de Jacob y la momificación de José,
también seguían las normas egipcias del cuidado propio de los
fallecidos.
Son también de gran valor los paralelos en la vida de José y en la
literatura egipcia. La transición de José desde ser un esclavo a
convertirse en un gobernante, tiene un gran parecido con el clásico
egipcio, "El campesino elocuente". Los siete años de abundancia, en
los sueños del Faraón, comportan igualmente una gran similitud con una
vieja tradición egipcia.
A
todo lo largo de esos años de adversidad, sufrimientos y éxito, la
relación humano-divina es claramente aparente. Tentado por la esposa
de Potifar, José no cedió. No quería pecar contra Dios (Gen. 39:9). En
prisión, José confesó francamente que la interpretación de los sueños
solo correspondía a Dios (40:8). Cuando apareció frente al Faraón,
José reconoció que Dios se valía de los sueños para revelar el futuro
(41:25-36). Incluso en el hecho de ponerle nombre a su hijo, Manases,
José reconoció a Dios como la fuente de su promoción y el alivio de
los dolores (41:51). También tomó a Dios en consideración en su
interpretación de la historia: al revelar su identidad a sus hermanos,
humildemente dio crédito a Dios por llevarle a él a Egipto. No dijo de
ningún modo que ellos le habían vendido como esclavo (41:4-15).
Después de la muerte de Jacob, José les volvió a dar la seguridad una
vez más de que no buscaría venganza alguna. Dios había ordenado los
eventos de la historia por el bien de todos (50:15-21).
La magnificación hecha de Dios por José a través de muchas vicisitudes,
fue recompensada por su propia elevación. En la casa de Potifar, fue
tan fiel y tan notable y eficiente que fue elevado a la categoría de
superintendente. Metido en prisión por falsas acusaciones, José pronto
fue considerado con responsabilidades de supervisión que utilizó
sabiamente para ayudar a sus compañeros de encarcelamiento. A través
del mayordomo, quien por dos años falló en recordar su ayuda, José fue
llevado súbitamente a la presencia del Faraón para interpretar los
sueños del rey. Fue ciertamente un momento oportuno: el gobernante de
Egipto tenía la necesidad de contar con un hombre como José, que probó
su valía. Como jefe administrador, no solamente guió a Egipto a través
de los años cruciales de la abundancia y del hambre, sino que fue el
instrumento adecuado para salvar a su propia familia. La posición de
José y su prestigio hicieron posible el distribuir la tierra de Gosén
a los israelitas cuando emigraron a Egipto. Aquello fue de una enorme
ventaja para ellos, a causa de sus intereses como pastores.
Las bendiciones de Jacob forman una conclusión que encaja en la edad
patriarcal del relato del Génesis. En su lecho de muerte, pronunció su
última voluntad y su testamento. Aunque se hallaba en Egipto, sus
bendiciones reflejan la costumbre de la Mesopotamia, el hogar
original, donde los pronunciamientos orales eran reconocidos como fiel
testimonio de fe ante un tribunal. Manteniendo las promesas divinas
hechas a los patriarcas, las bendiciones de Jacob, dadas en, forma
poética, tuvieron una significación profética.
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