Los Relatos
Patriarcales
“Al principio hubo una única familia que tenía una relación especial
con Dios. Con el tiempo esta familia fue fecunda y se multiplicó
mucho, y creció hasta llegar a ser el pueblo de Israel. Esta es la
primera gran saga de la Biblia, un cuento de sueños de inmigrantes y
de promesas divinas que sirve como obertura colorista e inspiradora a
la historia subsiguiente de la nación de Israel…
El relato bíblico de la vida de los patriarcas es una historia
brillante de la familia y de la nación. Su poder emocional deriva del
hecho de ser el relato de las profundas luchas humanas de padres,
madres, maridos. Mujeres, hijas e hijos. En cierto modo es una
historia de familia típica, con todos sus gozos y tristezas, amor y
odio, engaño y astucias, hambre y prosperidad. Es también una historia
universal y filosófica sobre la relación de Dios con la humanidad,
sobre la devoción y la obediencia, sobre el bien y el mal, sobre la fe,
la piedad y la inmoralidad. Es la historia de Dios que se escoge una
nación, de la promesa eterna que Dios hace de tierra, prosperidad y
crecimiento.
Desde cualquier punto de vista –histórico, psicológico, espiritual-
las narraciones patriarcales son impresionantes logros literarios.
¿Son también anales fidedignos sobre el nacimiento del pueblo de
Israel? ¿Hay alguna evidencia de que los patriarcas Abrahán, Isaac y
Jacob –y las matriarcas Sara, Rebeca, Raquel y Lía- existieron?”
A. Planteamiento
del problema
Desde el conocimiento que hemos alcanzado en el capítulo precedente
sobre el asentamiento de Israel en Canaán, volvemos ahora la mirada
hacia atrás. Este pueblo que se asienta en la tierra tiene unas
tradiciones sobre sus orígenes que se remontan más allá del tiempo de
su asentamiento. Son tradiciones que hacen alusión a cuando llevaban
todavía una vida seminómada, o tradiciones referentes a un tiempo en
que habían vivido como esclavos en un país extranjero. Dada la
tendencia ya analizada a simplificar, secuenciar y unificar las
tradiciones, ambas tradiciones, la patriarcal y la egipcia, aparecen
ya sincronizadas en una secuencia que sitúa primero la vida seminómada,
y deja para una segunda etapa cronológicamente posterior todo lo
referente a la cautividad y el éxodo.
Ya hemos visto que estas tradiciones pueden pertenecer a distintos
grupos de entre aquellos que llegaron a federarse, por eso no hay por
qué tratar de establecer una secuencia cronológica única entre ambas
tradiciones. Bien pudiera ser que fueran contemporáneas. Mientras los
antepasados de unas tribus estaban en Egipto, los de otras podían
estar llevando una vida patriarcal seminomádica en la zona periférica
de Canaán, y los de otras haber ya iniciado su proceso de asentamiento,
revolución o conquista.
Pero nosotros metodológicamente trataremos por separado en éste y en
el próximo capítulo ambas tradiciones, las patriarcales y las
referentes a Egipto, aunque hayan podido coincidir en el tiempo.
Buscaremos primeramente en las tradiciones patriarcales la existencia
de un núcleo histórico, si no cierto, sí al menos verosímil o
encajable dentro del marco geográfico, social y cultural de Canaán en
los siglos previos al asen-tamiento.
Como sabemos, las fuentes escritas para estas tradiciones pertenecen a
siglos muy posteriores, ya en plena etapa monárquica. La más antigua
de ellas, la yahvista, puede remontarse al siglo VIII o VII a.C. La
pregunta que nos hacemos es si estas fuentes recogen tradiciones
anteriores que traslucen un marco arcaico coherente y verosímil, o más
bien se trata de relatos inventados. En caso de carácter ficticio,
cabe esperar la continua presencia de anacronismos, inverosimilitudes,
tendenciosidad, apologética, profecías post eventum, y en general todo
lo que es típico de los relatos inventados que pretenden reflejar
acontecimientos situados ficticiamente en siglos anteriores.
El hecho de que no encontremos otras fuentes escritas de la supuesta
época en que sucedieron los relatos, nos priva de una posible prueba
para confirmar su historicidad, pero esta ausencia de fuentes tampoco
puede ser interpretada como evidencia en contra. La ausencia de
evidencia no es evidencia de ausencia. Los patriarcas fueron personas
insignificantes en su medio histórico, y no es de esperar a priori que
sus nombres o sus aventuras quedasen registradas en los archivos o
crónicas de aquella época.
El argumento que han presentado autores como Bright, defensores de un
núcleo histórico en esas tradiciones, ha sido la adecuación entre el
medio que se refleja en los relatos patriarcales, y el medio histórico
que conocemos por otras fuentes literarias o arqueológicas de la época.
Para determinar cuál era este medio de Canaán en la época
preasentamiento se han venido utilizando los descubrimientos de Mari,
Nuzi y Ras Shamra.
Pero la dificultad básica es datar la época de los patriarcas, porque
ninguno de los períodos que se han sugerido parece ser convincente.
Albright los situaba en el contexto de las migraciones de los pueblos
amorreos al principio del segundo milenio a.C. De Vaux hablaba del
Bronce Medio, en los siglos XVIII-XV. Mazar los colocaba ya en plena
edad del Hierro, en el siglo XII. En esta última hipótesis los
patriarcas serían contemporáneos de la época de la conquista y de los
jueces, con lo cual se haría imposible una secuencia cronológica
Patriarcas-Egipto-Éxodo-Asentamiento.
Según Bright y los partidarios de su escuela, las historias
patriarcales tienen un aire de verosimilitud. Su medio de vida refleja
mucho más el de las circunstancias de Canaán en la época del Bronce
Medio o Reciente, que el de la edad del Hierro de la monarquía, cuando
los relatos bíblicos se escribieron. Además ese medio concuerda mejor
con el de la Mesopotamia noroccidental, de donde se supone que venían
los patriarcas, que con las condiciones de vida del país de Canaán, en
donde se asentaron las tribus. Estas semejanzas con culturas no
cananeas serían una prueba más de al antigüedad de estas tradiciones
que serían anteriores al asentamiento en Canaán.
Ese es el núcleo de la disputa: “¿El medio de las tradiciones
patriarcales refleja el existente en la edad del Bronce, o más bien
refleja un medio mucho más tardío de la edad del Hierro? Según sea la
respuesta que demos a esta pregunta concluiremos si esos relatos
conservan recuerdos históricos auténticos o han sido forjados en una
época posterior.
B. Razones a
favor de un contexto del Bronce
Veamos algunas de las costumbres patriarcales que encajan mejor en el
segundo milenio que en el primero, y que tienen además un trasfondo no
cananeo, sino de la alta Mesopotamia, de donde se afirma que venían
los patriarcas.
1.-
Los nombres de los patriarcas son corrientes entre los amorritas de
los siglos XVIII y XVII. El nombre de Jacob aparece en un texto de
Mesopotamia, el de Abrahán en un texto babilónico del s. XVI, Nahor es
el nombre de una ciudad cercana a Harrán. Benjamín es conocido en Mari
como nombre de una tribu. Leví e Ismael se encuentran en Mari.
2.-
Un texto de Nuzi, capital de Mitani, señala que las mujeres estériles
podían dar una esclava a su marido, como hizo Sara con Agar. El temor
de Abrahán de que su esclavo Eliezer pudiese llegar a ser heredero (Gn
15,1-4) se explica a la luz de costumbres de Mari. Los matrimonios sin
hijos podían adoptar a un esclavo. Pero si después nacía un hijo, el
esclavo perdía los derechos a la herencia. La compra de la cueva de
Macpela (Gn 23) presenta paralelos con el derecho hitita, según el
cual no se podía comprar una cueva sin comprar también el campo y
contar los árboles. La triple historia de patriarcas haciendo pasar su
mujer como si fuese su hermana (Gn 12,13-20; 20,1-18; 28,1-11) puede
tener su paralelo en una costumbre hurrita de que el marido adopte a
su mujer como hermana para enaltecer su status y su seguridad
3.-
Asimismo las leyendas del Génesis sobre la creación, diluvio, torre de
Babel, encuentran muchos más paralelos en la literatura mesopotámica
que en la cananea, y muestran que proceden de un tiempo previo al
asentamiento en Canaán, cuando los patriarcas habían estado sometidos
a ese medio cultural mesopotámico.
4.-
El estilo de vida patriarcal suena muy auténtico. Según Bright, "los
patriarcas se nos presentan como seminómadas, que viven en tiendas,
vagando de una parte a otra en los bordes de Palestina, en busca de
pastos estacionales para sus rebaños, y ocasionalmente viajando a
Mesopotamia o Egipto. No eran verdaderos beduinos… No se asentaban en
ciudades (excepto Lot), no practicaban la agricultura, salvo quizás de
una forma limitada… En otras palabras, los patriarcas son descritos no
como nómadas de camellos, sino como nómadas de asnos, que limitaban
sus desplazamientos a la tierra asentada y sus bordes..." Esto
encajaría en el medio del segundo milenio. Además este tipo de
desplazamientos es verosímil en el Canaán del Bronce Medio.
Posteriormente en el Bronce Reciente, tras los enfrentamientos de
hititas y Mitani con Egipto ya no serían fáciles estos desplazamientos.
Las ciudades mencionadas en los relatos patriarcales existían ya en el
Bronce Medio. A lo largo de los relatos no hay huella de presencia
egipcia en Canaán, cosa que no podría darse en el Bronce Reciente,
donde los egipcios dominaban y tenían gobernadores en las principales
ciudades cananeas. Los patriarcas nos son descritos como trashumantes
en la montaña y en la Transjordania, zona que nos consta que en
aquella época estaba muy escasamente poblada.
5.
Si identificamos a los hebreos con los hapiru de los textos egipcios
del Bronce Medio y Nuevo, tendríamos otro dato más para postular una
fecha antigua para los relatos patriarcales. Efectivamente, el nombre
"hebreo" sólo se aplica a los israelitas, no cuando nos hablan de sí
mismos, sino cuando nos hablan de sus relaciones con los extranjeros (Gn
39,14.17; Ex 2,6; 1S 4,6.9; Gn 40,15; Ex 3,18; 5,3). Este parece ser
el nombre que los extranjeros les daban. Los patriarcas podrían ser
contados entre esos pueblos semíticos sin ciudadanía, que no reflejan
una etnia concreta, sino una situación de marginalidad social.
6.
Una de las razones más poderosas para postular que estas tradiciones
no han sido inventadas en la época monárquica, es que se trata de
tradiciones de "antepasados". Y como dice A. de Pury, sería
inverosímil que los "antepasados" sólo hubieran sido dibujados varios
siglos después de la constitución histórica del pueblo.
7.
La religión de los patriarcas es netamente diversa de la religión
mosaica, y es descrita como el culto a manifestaciones de El, que era
típica del Bronce Reciente en Canaán. Si como arguyen los críticos,
las fuentes escritas retropoyectaron a los patriarcas costumbres
contemporáneas de las mismas fuentes, ¿por qué hicieron lo mismo con
la religión, retroproyectando a los patriarcas los rasgos de la
religión mosaica? El que no hayan hecho una retroproyección en el caso
religioso nos lleva a suponer que tampoco lo han hecho en los otros
casos.
8.
¿Por qué en una época de hostilidad intensa con los arameos, habrían
inventado una buenas relaciones entre Jacob y Labán el arameo,
presentándoles como parientes muy próximos?
C. Razones en
contra de un contexto del Bronce
Con todo, a partir de las obras de Thompson y Van Seters, estos 8
argumentos a favor de la antigüedad de las tradiciones han sido
fuertemente puestos en discusión y rechazados uno por uno.
1)
El argumento de las semejanzas con documentos de Nuzi y Mari se ve muy
forzado, y no parece que las semejanzas sean tan grandes. Además estos
documentos no pertenecen a una época concreta, sino que se extienden
durante muchos siglos desde el XX al XII, por lo cual no ayudan a
fijar un marco concreto.
2)
Algunos de los lugares de culto relacionados con los relatos
patriarcales no existieron antes de la época de los Jueces. Beersheva,
por ejemplo, no tiene indicios de habitación antes del s. XI.
3)
Los relatos tienen grandes anacronismos si pretendemos situarlos antes
del s. XII. Es anacrónica la mención a los filisteos en Gn 26,1; o la
mención a los camellos en Gn 24,10 (El camello no fue domesticado
hasta el XII), o la mención a Dan que sólo recibió este nombre mucho
después, o a Guerar, o a los edomitas (Gn 36). Estos anacronismos
quedarían inmediatamente resueltos si situáramos a Abrahán en una
época posterior al XII. Las relaciones de patriarcas con cananeos y
filisteos son muy parecidas a las que de hecho mantenían las tribus
con sus vecinos en los años del asentamiento. (Ver parecido entre Gn
34 -Leví y Simeón- y Jc 9 -revolución de siquemitas).
4)
Muchos elementos de los relatos pueden ser leídos desde la
problemática de la época monárquica, como una justificación en la vida
de los antepasados de práctica monárquicas que necesitaban ser
legitimadas (Conquista de los filisteos por David y relaciones de
Isaac con Abimelej; relaciones de Abrahán con moabitas y edomitas y
relaciones de éstos mismos con David; superioridad de David sobre
edomitas y superioridad de Jacob sobre Esaú; manejos de Betsabé para
conseguir el trono para su hijo Salomón y manejos de Rebeca para
conseguir la primogenitura para Jacob...).
D. ¿Un contexto
de la época final de la monarquía?
Nos referiremos más adelante a las nuevas hipótesis que hemos dado en
llamar minimalistas, según las cuales la época de fijación por escrito
de los textos bíblicos tiene lugar al final de la monarquía, en el
reinado de Josías (cf. p. 47).
Estos autores subrayan que las sagas patriarcales pretenden justificar
la primacía que Judá había obtenido en la época de Josías, y su
proyecto de constituirse en el legítimo heredero del pueblo de las
Doce Tribus. Este proyecto político e ideológico habría contribuido a
prestigiar la figura de Abrahán, el patriarca del Sur, frente a la de
Jacob, el patriarca del Norte. Las narraciones del Génesis nos
presentan a Abrahán en Salem, la futura Jerusalén, en Hebrón donde
está su tumba, en Beersheva.
Las sagas patriarcales componen un cuadro
genealógico de los epónimos de las diversas tribus, de manera que
todas desciendan de un único antepasado, el patriarca de Judá,
fortaleciendo así el programa de Josías de hacer de Judá el eje en
torno al cual pivota toda la nación israelita.
Sin embargo las tradiciones no desdeñan del todo el papel de los
patriarcas del norte, una vez que ya han sido encajados dentro de un
relato unificado que prima el papel de Abrahán. Así por ejemplo, se
nos dice que el propio Abrahán también había estado en Siquén y Betel,
donde construyó altares. El reino de Judá se siente también heredero
de Jacob-Israel, el patriarca del Norte.
Este contexto tardío explicaría muchos de los detalles de las
historias patriarcales que sólo encajan en la época del final de la
monarquía (siglo VII). Sólo entonces Edom es un rival de Israel,
rivalidad que es el ambiente de los ciclos sobre Esaú (Edom) y Jacob.
Sólo entonces hay un intento por parte de Judá de recuperar los
territorios de las tribus del Norte que habían sido conquistados por
Asiria. Este sería el marco de la épica de la conquista proyectada
hacia el pasado distante de Josué.
Los minimalistas no pretenden decir que las sagas del Génesis hayan
sido creadas
ab ovo
en la época de Josías, pero sí afirman que sólo entonces fueron
puestas por escrito, y que la problemática del siglo VII y los
intereses apologéticos del programa de Josías influyeron decisivamente
en su redacción.
E. Conclusiones
Como vemos, aunque hay fuertes razones que muestran que los relatos
patriarcales encajan en un medio antiguo, y eso les da verosimilitud
histórica, sin embargo estos argumentos no son conclusivos, y además
tienen que hacer frente a otros argumentos en contra que subrayan
algunos paralelismos con los relatos y las circunstancias de vida de
la época monárquica. Además, aunque estableciéramos una adecuación
cronológica o una verosimilitud, no habríamos probado todavía que no
se trate de relatos de ficción. Lo más que habríamos probado es que la
ficción no tuvo lugar en la época monárquica, sino en épocas
anteriores.
Por otra parte la significación que los patriarcas tienen para la vida
religiosa no depende de su historicidad, sino más bien de su valor
expresivo a la hora de reflejar las relaciones del hombre con Dios en
la vida de estos hombres ejemplares. El valor religioso de estos
relatos no depende de que sean historias o parábolas, como tampoco el
valor religioso de la parábola del hijo pródigo depende de que sea un
hecho real o un mero cuento.
Suponiendo que llegásemos a encontrar un núcleo histórico detrás de
Abrahán o de Jacob, lo que verdaderamente nos interesa de sus vidas no
es el núcleo histórico mínimo, que dejaría ya de tener interés
religioso, sino precisamente el personaje tal como aparece en el
relato, con todas sus circunstancias, con todas sus relaciones, en la
misma secuencia cronológica del relato.
No es el posible substrato de un Abrahán histórico existente o de un
Jacob histórico el que nos interesa como creyentes, sino el Abrahán y
el Jacob de los relatos, en cuanto ejemplifican la manera de
relacionarse el hombre con Dios, y la manera de relacionarse Dios con
el hombre. Y este valor religioso de estos personajes para iluminar
nuestras vidas es independiente del hecho de que existieran o no.
Prefiero el Abrahán del relato con toda su carga espiritual, que el
substrato histórico de un Abrahán, del que se puedan decir pocas cosas
con certeza, salvo que existió.
1. Dan (Lais) Jeroboam mandó construir un
becerro de oro para que el reino del norte lo adorara (1 Rey.
12:26–33). Dan era el límite norte del antiguo Israel.
2. Monte Carmelo Elías el profeta desafió
a los sacerdotes de Baal e hizo descender lluvia del cielo (1 Rey.
18:17–40).
3. Meguido Un lugar de muchas batallas (Jue.
4:13–16; 5:19; 2 Cró. 35:20–23; 2 Rey. 23:29). Salomón
decretó una leva para edificar Meguido (1 Rey. 9:15). El rey Josías,
rey de Judá, resultó mortalmente herido en una batalla contra el
faraón Necao, de Egipto (2 Rey. 23:29–30). En el tiempo de la
Segunda Venida del Señor, tendrá lugar un gran conflicto final
en el valle de Jezreel, que será parte de la batalla de Armagedón
(Joel 3:14; Apoc. 16:16; 19:11–21). El nombre Armagedón
es una transliteración griega del hebreo Har Megiddon, que
significa montaña de Meguido.
4. Jezreel Nombre de una ciudad situada en
el valle del mismo nombre, el más grande y más fértil de
Israel. Los reyes del reino del norte construyeron un palacio allí
(2 Sam. 2:8–9; 1 Rey. 21:1–2). La inicua reina Jezabel vivió
y murió en este sitio (1 Rey. 21; 2 Rey. 9:30).
5. Bet-sán Israel enfrentó a los cananeos
en este lugar (Josué 17:12–16). En el muro de este fuerte se
colgó el cuerpo de Saúl (1 Sam. 31:10–13).
6. Dotán José fue vendido como esclavo por
sus hermanos (Gén. 37:17, 28; 45:4). Eliseo tuvo una visión de
la montaña llena de gente a caballo y de carros de fuego (2 Rey.
6:12–17).
7. Samaria Capital del reino del norte (1
Rey. 16:24–29). El rey Acab construyó un templo a Baal (1 Rey.
16:32–33). Elías el profeta y Eliseo ministraron allí (1 Rey.
18:2; 2 Rey. 6:19–20). Los asirios la conquistaron en el año
721 a.C., y llevaron cautivos a las diez tribus (2 Rey.
18:9–10).
8. Siquem Abraham edificó un altar allí (Gén.
12:6–7). Jacob vivió cerca de allí. Simeón y Leví mataron a
todos los varones de esta ciudad (Gén. 34:25). En Siquem, Josué
arengó al pueblo a que escogiera servir a Dios (Josué 24:15).
Jeroboam estableció allí la primera capital del reino del norte
(1 Rey. 12).
9. Monte Ebal y monte Gerizim Josué dividió
Israel en estos dos montes: las bendiciones de la ley se
proclamaron en el monte Gerizim, mientras que las maldiciones se
pronunciaron en el monte Ebal (Josué 8:33). Más tarde, los
samaritanos construyeron un templo en Gerizim (2 Rey. 17:32–33).
10. Penuel (Peniel) Allí luchó Jacob toda
la noche con un mensajero del Señor (Gén. 32:24–32). Gedeón
derribó una torre madianita (Jue. 8:5, 8–9).
11. Jope Jonás se embarcó allí para
dirigirse a Tarsis y huir de su misión a Nínive (Jonás
1:1–3).
12. Silo Durante el tiempo de los jueces,
era la capital de Israel y el tabernáculo se hallaba allí (1
Sam. 4:3–4).
13. Betel (Luz) Allí fue donde Abraham se
separó de Lot (Gén. 13:1–11) y tuvo una visión (Gén. 13; Abr.
2:19–20). Jacob tuvo la visión de una escalera que llegaba
al cielo (Gén. 28:10–22). El tabernáculo estuvo allí durante
un tiempo (Jue. 20:26–28). Jeroboam mandó construir un becerro
de oro para que el reino del norte lo adorara (1 Rey. 12:26–33).
14. Gabaón Los heveos de este lugar engañaron
a Josué para concertar un tratado (Josué 9). El sol se detuvo
mientras Josué ganaba una batalla (Josué 10:2–13). También
fue ése un lugar provisional para el tabernáculo (1 Cró.
16:39).
15. Gaza, Asdod, Ascalón, Ecrón y Gat (las
cinco ciudades filisteas) Los filisteos guerreaban con Israel
muy seguido desde estas ciudades.
16. Belén Raquel quedó enterrada cerca de
allí (Gén. 35:19). Rut y Booz vivieron en este lugar (Rut
1:1–2; 2:1, 4). Se le llamó la ciudad de David (Lucas 2:4).
17. Hebrón Abraham (Gén. 13:18), Isaac,
Jacob (Gén. 35:27), David (2 Sam. 2:1–4) y Absalón (2 Sam.
15:10) vivieron allí. Fue la primera capital de Judá durante el
reinado de David (2 Sam. 2:11). Se cree que Abraham, Sara, Isaac,
Rebeca, Jacob y Lea fueron enterrados en la cueva de Macpela (Gén.
23:17–20; 49:31, 33).
18. En-gadi David se escondió allí de Saúl
y le perdonó la vida (1 Sam. 23:29; 24:1–22).
19. Gerar Abraham e Isaac vivieron allí
durante un tiempo (Gén. 20–22, 26).
20. Beerseba Abraham cavó un pozo en este
sitio e hizo convenio con Abimelec (Gén. 21:31). Isaac vio al Señor
(Gén. 26:17, 23–24) y Jacob vivió allí (Gén. 35:10; 46:1).
21. Sodoma y Gomorra Lot decidió vivir en
Sodoma (Gén. 13:11–12; 14:12). Dios destruyó ambas ciudades
por motivo de su iniquidad (Gén. 19:24–26). Posteriormente, Jesús
empleó estas ciudades como símbolos de maldad (Mateo 10:15).
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